Roberto Maurer
Roberto Maurer
Primero, un plano de manos que se deslizan con elegancia por el teclado de un piano. La cámara se mueve, el piano es blanco, lo ejecuta un estilizado joven oriental de traje, corbata y expresión lejana, está en el mar, y en la melodía late un sentimentalismo repulsivo. Ya mediante un gran plano general de esa playa junto al mar, comprobamos que el joven está tocando en el agua, mojándose las medias y los zapatos, en tanto aparece una voz en off que dice: “No tengo ninguna duda de que él haya llegado a amarla —pausa con ruido de olas y piano romántico- pero estoy seguro de que yo la amé tanto como la amo hoy”. En una sola frase el verbo amar es conjugado tres veces.
Fue la presentación de “Escalera al cielo”, la novela coreana que estrenó Telefé. Se necesita coraje para concebir semejante escena. Hasta el bizarro Liberace puso límites a la cursilería y jamás se atrevió a tocar el piano con las patas en el agua.
En 2002, se inmortalizó el grito “aguante la ficción, carajo”, lanzado por María del Carmen Valenzuela a la hora de los chupados en la fiesta del Martín Fierro, cuando los actores sentían amenazadas sus fuentes de trabajo por la novedad de los reality shows, pero nunca imaginaron que en el futuro sus enemigos serían turcos y coreanos.
Actualmente hay en pantalla solamente dos tiras nuevas de producción argentina, “Los ricos no piden permiso” y “La leona”, que promedian doce puntos de rating y que en ocasiones han sido superadas por la turca “Qué culpa tiene Fatmagul”. Es un puntaje bajo, pero se disimula callando porque son malos tiempos para la televisión abierta. El día de su debut la coreana fue un éxito: 10.7 puntos a la siesta.
Cuando Telefé anunció la llegada de “Escalera al cielo” (¡cuya antigüedad es de trece años!), un conocido libretista argentino no ocultó su irritación. Salen a comprar a los mercados internacionales donde se negocian los productos televisivos y pagan dos pesos por novelas viejas, declaró el autor, que sugirió también alguna forma de corrupción cuyo formato desconocemos, pero que puede ser el difundido CCS, o sea “Coima con Sobreprecio”.
LOS K-DRAMA
“Pérdidas, encuentros, soledad, compañía, amor y odio” se mezclan en esta tira según las palabras de la promoción, en la cual se narra la historia de Jung Suh (Choi Ji Woo) y Cha Song Joo (Kwon Sang-woo), ella perdió a su madre y él a su padre, y que están unidos por la amistad en su infancia y adolescencia, y luego por un amor que intenta sobrevivir ileso a diversos ataques, aunque los peores vienen de la madrastra y la hermanastra de la muchacha.
No parece novedoso, pero “Escalera al cielo” fue un suceso internacional y con sus personajes de rasgos orientales que dialogan a través de un doblaje con acento mexicano logró conquistar a los públicos de varios países latinoamericanos. Ya que tal vez y a partir de ahora debamos familiarizarnos con la televisión surcoreana, puede ser oportuno consignar que “Escalera al cielo” forma parte de una trilogía llamada algo así como “Series celestiales”, del director Lee Jang Soo, que también integran “Hermosos días” y “Árbol del cielo”.
La Argentina había permanecido ajena al fenómeno mundial de los k-drama, sin relación con el drama de los K, ya que es el nombre de las ficciones manufacturadas por la industria audiovisual de Seúl. Abarcan todos los géneros, aunque el favorito es el melodrama, llamado “makjang”. Por la cantidad de episodios, los k-drama son de una duración que se corresponde más bien a la miniserie que a la telenovela tradicional. La duración neta de los episodios suele ser de 60 minutos, lo que facilita su fragmentación en dos partes, o sea el ideal de la televisión argentina con su torpe inclinación de recortar las tiras extranjeras para acomodar la programación.
Como en las ficciones turcas, dicen que en las coreanas también funcionan escalas de valores tradicionales que parecen haber atraído al público argentino. Sería un giro conservador de la sociedad que tal vez se haya reflejado en la escena política, sin que los analistas lo percibieran cuando se estrenó la primera novela turca.