A 100 días del comienzo de los Juegos Olímpicos 2016, los obispos expresaron su “angustia” frente a las muchas formas de sufrimiento humano “vividos actualmente por la población” y demandaron a las instituciones un compromiso que “privilegie la justicia social, el diálogo y la atención al bien común”. “Como pastores, estamos afectados por las lágrimas que surgen de muchas situaciones precarias que se refieren, entre otras cosas, a la sanidad, la instrucción, la carencia de alimentos, la seguridad, la casa, la ocupación, la falta de recepción de los salarios y de las jubilaciones”, prosigue la carta que lleva la firma del cardenal Orani Joao Tempesta, arzobispo de Río.
Días antes, Amnesty Internacional también lanzó la alarma por la violencia de los homicidios causados por las fuerzas de seguridad que operan en los barrios más pobres y violentos y entre los “muchachos de la calle”, advierten los prelados. “No podemos estar mirando insensibles ante el dolor de cada ser humano”, afirmaron los obispos, que se dicen “conscientes de que son muchas las causas de la situación actual”. “Hacemos un llamado para su superación y consideramos urgente profundizar las consecuencias que dañan la dignidad de los hijos y de las hijas de Dios, afectados de modo escandaloso”, afirmaron.
Y exhortaron a todos los católicos y a las personas de buena voluntad, que sueñan un mundo más humano, “a asumir las propias responsabilidades en la búsqueda de soluciones”. En particular, los obispos pidieron a las comunidades cristianas, parroquias y movimientos “abrir las puertas”, con una actitud de “Iglesia samaritana” que se compromete en lo inmediato para buscar soluciones más duraderas para erradicar las causas de la violencia.