De la Redacción de El Litoral
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Una persona sufrió graves daños en ambas piernas y las otras dos resultaron con heridas leves. Los vecinos denuncian que los perros se viven escapando y que ya mataron a otras mascotas. Zoonosis del municipio no pudo ver los canes porque ya no estaban en el domicilio. No se cumple la ley de profilaxis de la rabia.
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Los gritos de Ariel pidiendo ayuda interrumpieron la festividad del almuerzo patrio, ayer en barrio Belgrano. El hombre de 58 años, con un leve atraso mental, había cruzado a lo de su mamá para buscar su porción de locro, cuando dos perros pitbull de un vecino se escaparon por una precaria reja, lo tiraron al piso y lo atacaron.
Advertido por el griterío, su hermano corrió a socorrerlo y también fue mordido por los canes en su mano y brazo. Un pintor, que estaba trabajando en la cuadra, acudió para intentar separar a los animales, pero también sufrió heridas en el tobillo.
“Éste es el segundo ataque en un mes. Anteriormente, un vecino de la otra cuadra estaba paseando a su perro y estos pitbull se escaparon, como tantas otras veces, y le destrozaron el animal. Hay varios perros que fueron atacados y ya no quedan gatos en el barrio porque los mataron a todos. Los tienen muertos de hambre y cada tanto se escapan y hacen destrozos”, contó esta mañana una vecina, que -como el resto- prefirió el anonimato por miedo a las “amenazas y represalias de esta familia que anda a los tiros”.
Los tres hombres fueron llevados al hospital Cullen en un auto particular, porque “la ambulancia nunca llegó”, aseguró un familiar. Allí, fueron curados y los dos que acudieron en ayuda fueron dados de alta en el día, mientras que Ariel, que fue atacado en el piso, permaneció internado hasta hoy. Le practicaron una toilette quirúrgica y lo derivaron a traumatología, donde le enyesaron una pierna hasta arriba de la rodilla (es la más comprometida) y la otra hasta el tobillo. Esta mañana volvió a su casa, donde debe hacer reposo y hacerse curar las heridas diariamente.
¿Y los perros?
Esta mañana, el veterinario de Zoonosis del Municipio fue al domicilio donde viven los pitbulls, pero los propietarios le dijeron que los habían regalado a un conocido que vive en Sauce Viejo. En el barrio, se comentaba que en realidad a los perros los habían matado.
De ser cierta la primera versión, es un peligro que estos animales vuelvan a atacar y, en ninguno de los dos supuestos, se está cumpliendo con la Ley Provincial de Profilaxis de la Rabia, que establece que “los dueños o guardadores de animales mordedores deberán conducirlos al centro antirrábico o autoridad sanitaria competente más próxima, dentro de las 24 horas de producido el hecho, cualquiera sea la circunstancia en que dichos animales hayan mordido, para ser internados bajo observación por el término de tiempo que se estime necesario”.
Sobre este punto, la presidenta de la Asociación de Defensa de los Derechos del Animal (Addera), Gabriela Salzmann, denunció que “el perro que muerde no se puede matar porque tiene que estar en observación 10 días, pero no hay un instituto antirrábico en la ciudad, porque el Municipio no terminó las obras que le corresponden desde que el Antirrábico pasó de la órbita provincial a la municipal. La policía debería tener al animal en un calabozo, con agua y comida, para ver su evolución”.
Desde el Municipio explicaron que para tener el poder de exigir que “traigan a los perros”, las personas atacadas deben presentar la denuncia policial.
En tanto, Salzmann aprovechó para exponer algunas causas que llevan a estos trágicos episodios: “Es lamentable que estas personas hayan sido atacadas. Esto es producto de la proliferación de criaderos clandestinos, de las peleas de perros y del maltrato al que son sometidos estos animales, porque sus dueños los crían de manera agresiva.
Hay gente que lucra con estos animales, vendiendo sus crías y organizando peleas. La responsabilidad es, en primer lugar, de los dueños, pero también del Municipio que no controla el cumplimiento de la ordenanza 11.180, que establece las condiciones para tener un perro de una raza peligrosa, como contar con certificado de buena conducta y registrar al animal, con todas sus vacunas al día”.