por Remo Erdosain
por Remo Erdosain
Frío, mañanas de frío compensadas por un espléndido sol otoñal. La mejor estación del año para Santa Fe, pienso, mientras me entretengo leyendo los titulares de los diarios. Los muchachos van cayendo de a uno. José estaciona el auto a la vuelta y llega con su habitual mirada de recelo, como si alguien lo estuviera vigilando o como si en cualquier momento le fuera a pasar algo terrible; Abel entra por la puerta grande del bar y saluda a Quito, el mozo que sigue enojado con el gobierno de Macri porque no liberó a los militares como había prometido o como él cree que había prometido; el último en llegar es Marcial, que viene caminando por la peatonal, con su eterna mirada divertida que no se debe confundir ni con el buen humor ni mucho menos con la ingenuidad. —Parece que estamos de feriado la próxima semana -descerraja Marcial antes de sentarse. —Martín Miguel de Güemes, se lo merece, fue un guerrero de la independencia, un soldado de la patria que combatió sin cuartel contra los españoles -sentencia José. —Pero lo liquidaron los criollos -desliza Abel. —La antipatria siempre estuvo trabajando contra las causas nacionales populares -responde José. —Dios me libre y me guarde -murmura Marcial en voz baja. —Sin ánimo de pecar de antipatria -advierte Abel- pregunto lo siguiente: si en homenaje a los patriotas vamos a declarar feriado, ¿cuándo vamos a trabajar? Porque si Güemes habilita un feriado, por qué no Cornelio Saavedra, Juan José Paso, Guillermo Brown, Manuel Dorrego, Carlos Alvear, Juan Manuel de Rosas, Juan Bautista Alberdi y, ya que estamos en el combo, el gaucho Hormiga Negra... y no quiero seguir con los nombres porque vamos a llegar a los 365 días del año. —Tal vez ése sea el objetivo -sentencia Marcial- tal vez el objetivo sea fundar el país de Jauja, vivir sin trabajar, celebrando feriados todo el año, con la compañía opípara de locros, empanadas y vino tinto y con programas turísticos para todo el mundo. Y en los ratos de ocio salir a la calle a tocar el bombo y tomar cerveza bajo la consigna de una patria libre, justa y soberana. —Estás exagerando -digo. —En este país -responde Marcial- toda exageración es un oficio minimalista; no entender esto es no entender nuestro ser nacional. —Yo pienso lo siguiente -dice Abel- sería muy lindo vivir sin trabajar, comiendo asado, tomando vino y paseando por el mundo, pero lamentablemente para la humanidad ese mundo no es posible o, por lo menos, no es posible sin esfuerzo, trabajo y ahorro. —Lo que para vos no es posible es la justicia social -acusa José-, ustedes son muy buenos, pero siempre se las arreglan para desconocerle derechos a los pobres. —¿Ustedes nunca se preguntan -dice Marcial- que en esta vida nada es gratis, que cada derecho, cada beneficio incluye un costo? ¿Nunca se preguntan qué pasa con un país donde cada vez se trabaja menos, los estudiantes son cada vez más viejos y los jubilados más jóvenes? ¿De dónde diablos creen que sale esa plata? ¿Del festejo de los feriados? —Yo en estos temas -responde José- apoyo las posiciones del Papa: hay que estar del lado de los pobres. —Si no se generan riquezas, si no hay inversiones, si no se crean fuentes de trabajo, ese “pobrismo” evangélico para lo único que sirve es para generar más pobres. Yo respeto a los militantes que recorren las villas para ayudar a los pobres, pero esos militantes deberían saber que para que ellos puedan realizar su meritoria labor hacen falta estructuras de poder, recursos económicos, burgueses que paguen impuestos, instituciones que funcionen. —No nos vamos a poner de acuerdo -concluye José con un suspiro. —Y ya que hablamos de acuerdos -pregunta Marcial- ¿qué opinión te merecen las declaraciones de tu amigo Guillermo Moreno acerca de las virtudes de Videla y los vicios de Macri? —No lo saquen de contexto -advierte José. —Imposible sacarlo de contexto, creo que el señor Moreno nunca fue tan claro -replico. —No estoy muy informado del tema -admite Abel. —Sencillo -responde Marcial-, el compañero Moreno inauguró el comité de apoyo a Videla. —Eso no es verdad. —Más o menos -admite Marcial-, el hombre dijo, palabras más palabras menos, que Videla a lo único que se dedicaba era a la humanitaria labor de tirar compañeros al mar, pero no le sacaba la comida de la boca a los pobres. —No es para arrojar leña al fuego -digo- pero es la primera vez desde 1983 que un supuesto funcionario y político de la democracia reivindica a Videla de manera tan desenfadada. —No fue así -protesta José-, él se limitó a hacer una comparación, a lo mejor no fue feliz, pero lo que quiere decir es que a los pobres se los está atacando como nunca nadie los atacó antes. —Ésa es tu interpretación -señala Marcial- pero lo cierto es que, según las palabras de tu compañero de causa, Videla es mejor que Macri, algo que no nos debería llamar la atención porque los compañeros kirchneristas han repetido más de una vez que el regreso de Macri era el retorno de la dictadura militar; pues bien, ahora gracias a Moreno nos enteramos que Macri es peor que Videla. —Muy respetuoso del voto popular es el señor Moreno... —A mí lo que fastidia de todo esto -digo- es la mentira, porque no es verdad que Videla no se haya metido contra los pobres, salvo que Moreno crea que este militar era un abanderado de la causa, y tampoco es cierto que Macri le saque la comida de la boca a los que menos tienen. —Lo grave -repite Marcial- es que para el señor Moreno es más importante repartir mendrugos que salvar una vida; en ese sentido, no hay nada nuevo bajo el sol, los populistas nunca creyeron en los derechos humanos pero les encanta presentarse como el papá Noel de los pobres. —Nunca creyeron en derechos humanos pero sí creyeron en los militares; es más nacieron en esa hornada y cada vez que pueden lo recuerdan -acusa Abel- ¿o acaso se olvidaron del pacto sindical militar que en su momento denunció Alfonsín? —Yo voy más allá -digo-. Moreno fue uno de los funcionarios emblemáticos del kirchnerismo, al punto que no podría escribirse una historia de esta experiencia política sin mencionarlo. Y, si se me permite la licencia, diría que como nunca Moreno fue sincero; él cree realmente que Videla solamente se dedicaba a asesinar disidentes, pero eso es un mal menor al lado de las supuestas políticas neoliberales de Macri. —Sincero más o menos -contradice Marcial-, el señor Moreno habla de los “compañeros” que luchaban contra la dictadura, cuando en realidad no se conoce que en su vida él haya tenido una militancia progresista; por el contrario, el hombre era de Guardia de Hierro, una agrupación de la derecha peronista que seguramente aplaudía la decisión de los militares de arrojar “compañeros” al mar. —Me gustaría saber qué dice el compañero Papa de las declaraciones de su amiguito del alma. —No comparto -concluye José.