Enrique Cruz (h)
Hizo la primaria en Fátima y la secundaria en la Inmaculada gracias a una beca que le dieron sus autoridades, porque su familia no podía pagarle el estudio. Se graduó en Harvard en salud pública y trabaja para el gobierno. Una linda historia.
Enrique Cruz (h)
(Enviado Especial a Chicago, Estados Unidos)
Sabalero hasta los huesos, médico y graduado en Harvard, su infancia fue como la de cualquier niño de clase media baja en el Barrio Barranquitas. Leandro Grimaldi, o mejor dicho el doctor Leandro Grimaldi, no reniega para nada de aquellos tiempos y cuenta con emoción. “Tengo los mejores recuerdos de mi infancia y no quisiera nombrarte a algún amigo porque seguro que me voy a olvidar de varios y no me lo perdonarían. Mi mamá Olga fue maestra de escuela en Santa Rosa de Lima y mi viejo Carlos fue empleado público. Digo que fueron, porque ya están jubilados.Extraño mucho todo aquello, hace dos años que no voy a Santa Fe por cuestiones de trabajo pero haré todo lo que sea posible para estar a fin de año y pasar las fiestas”, cuenta con emoción Leandro, que por su trabajo da vueltas por todo Estados Unidos, aunque se ha radicado hace tiempo en Boston.
Leandro es graduado con honores en Harvard y se nota que es muy futbolero. Pero dejemos que nos cuente su historia, después de haber visto la tremenda actuación de Messi ante Panamá.
-¿Cómo hiciste para llegar hasta acá y para graduarte con honores en Harvard?
-La primaria la hice en el colegio Nuestra Señora de Fátima y la secundaria en ese gran colegio que es el de Nuestra Señora de la Inmaculada. Con una ayuda de la comunidad religiosa de aquel entonces, pude hacer la secundaria a través de una beca, porque realmente se le hacía muy difícil a mi familia. Después, hice la carrera de medicina a través del convenio entre la UNR y la UNL, me gradué y llegó el momento de partir para acá.
-¿Ni más ni menos que directo a Harvard?
-Allá por 2009-2010 pude conseguir algunas becas de intercambio y pasantías, luego se dio la posibilidad de hacer un curso de posgrado en la Universidad de Harvard y así empecé un programa de investigación en un hospital escuela. Hice entonces la maestría en escuela de Salud Pública y me gradué con honores en Harvard hace tres años.
-¿Hincha de quién en Santa Fe?
-¡De Colón…! Era de ir siempre a la cancha, mi abuelo se cayó en el famoso incidente de la tribuna y se quebró (N. de R.: fue el 22 de julio de 1951 después de un gol de José Belermino Canteli, en un partido que Colón le ganó 2 a 1 a Unión en el estadio del barrio Centenari). El fue socio vitalicio, igual que mi padre, y yo también. Los únicos momentos en que no fui a la canche, fue cuando estuve de viaje. Siempre voy a verlo a Colón cuando estoy por Santa Fe.
-¿Cuál fue tu primer recuerdo?
-No tengo muy claros los recuerdos de las tribunas de madera. Me impactó la gran transformación del estadio que llegó con la bandeja de cemento. Pero guardo todavía en mi memoria aquella tribuna baja de cemento cuando recién se construyó, la del sector este.
-¿Quién es tu ídolo en Colón?
-Sé que te voy a dar una respuesta de cliché, pero es el Bichi Fuertes. Y tengo razones de sobra. No sólo por lo que representó como jugador y como embajador de Colón en todas partes, sino porque además tengo una relación personal muy linda con él. Nos cruzamos en varias ocasiones, es un tipo bárbaro, quiere al club como muy pocos y, como jugador, ni hablar. Un ídolo total.
-Tendrás un día inolvidable, imagino…
-Hay muchos, pero el 4 a 0 contra Unión en el clásico del 2000 es lo que más me quedó grabado. Estuve en la cancha ese día. Inolvidable.
-¿Cómo es tu contacto con Santa Fe, cómo te relacionás con tu gente?
-Hay dos tipos de contacto, el primero es con mi familia y mis amigos, muchos de ellos en Buenos Aires. El otro contacto, en cuestiones profesionales, con el gobierno. Soy consultor de salud pública y políticas de salud al nivel de gestión provincial. El gobernador Lifschitz me ofreció que cuando quisiera regresar, me iba a recibir con las puertas abiertas.
-¿Cómo es eso?
-Así como te lo cuento. Un buen porcentaje de mi tiempo lo dedico a ver de qué manera se pueden mejorar las cosas en Argentina porque me especializo en políticas de salud. Hoy, mi deseo y mi objetivo pasa por especializarme. No descarto la posibilidad de volver, mientras tanto sigo trabajando para el gobierno.
-¿Y cómo ves a Santa Fe?
-El balance es positivo y veo que se están moviendo las cosas para adelante. Tengo la libertad de opinar como académico. Soy crítico y veo que hay cosas que se pueden mejorar. Se hicieron avances en promoción de salud y prevención de enfermedades, buenos avances en cuestiones de salud materno-infantil y salud pública, como vivienda y sanitarias. Hay sectores olvidados que requieren más atención. Muchos de ellos, como consecuencia de las problemáticas de las ciudades, que los transforman en vulnerables. Ese es uno de mis objetivos, “atacar” a esos sectors, como la tercera edad, la gente embarazada y la gente que vive en riesgo en los asentamientos precarios o en áreas inundables.
-Este último es uno de los grandes problemas que tenemos en la ciudad…
-Sin dudas. En los últimos dos años he tenido innumerables proyectos con la Organización Mundial de la Salud, Naciones Unidas y gobiernos de siete u ocho países que me ayudan a comprender la problemática. Tengo un fuerte sentido crítico, en este aspecto, porque veo que otros países con similares recursos que el nuestro, lo han logrado.
-Volvamos al fútbol, ¿lleno de Messi?
-Fue una experiencia espectacular. Es la quinta vez que lo ví en vivo y en directo, en la cancha, y soy un fanático de Messi. Argentina no jugó un buen partido, el primer tiempo no fue bueno, pero entró él y la descosió, cambió totalmente el partido. Un fenómeno.
-¿Vas a seguir al equipo?
-La idea es que si Argentina gana el grupo, estaré en Boston por cuartos de final. Luego, dependiendo de la agenda, intentaré estar en la final en Nueva York.
-¿Definitivamente adaptado al país?
-Uno nunca se termina de adaptar a tener lejos a la familia y a los amigos, ni tampoco a las cosas culturales de nuestro país, como las reuniones y momentos compartidos que acá no se pueden tener. Hay cosas muy buenas, como el hecho de respetar las reglas, de tener siempre un cronograma con pulcritud y puntualidad, no hay otro secreto que el de trabajar, ser honesto y tener las metas claras para saber adónde llegar en este país.