Para un hombre tener una pareja le implica sólo una hora de trabajo extra, mientras que para la mujer son siete, lo que equivale a casi un día de trabajo extra pero sin remunerar. En la mayoría de los países del mundo el género femenino se ocupa de cuidar la infancia y la vejez de las personas, sin recibir reconocimiento a cambio.
Según un informe realizado por la Organización Mundial del Trabajo en el 2016, “el reparto desigual de las labores de cuidado y tareas domésticas no remuneradas entre las mujeres y los hombres, y entre las familias y la sociedad, es un determinante importante de las desigualdades de género en el trabajo”. Si los hombres no negocian quedarse en casa cuidando a los hijos en los períodos en los que las mujeres ingresan al mundo laboral, cambian de trabajo o se les presenta una oportunidad importante para su crecimiento, la desigualdad se reproduce y multiplica.
Según este estudio de la Universidad de Michigan, las mujeres jóvenes solteras usan 12 horas a la semana en las tareas domésticas mientras que las casadas doblan la cantidad. Esto empeora para las mujeres con más hijos: las que tienen 3 niños pasan más de 28 horas semanales cocinando, limpiando, ordenando.
Asimismo, el estudio señala que en el pasado la diferencia fue aún más pronunciada. En 1976, las mujeres tenían un promedio de 26 horas de tareas domésticas a la semana, mientras que los hombres tan sólo seis.
Frank Stafford, del Instituto de Investigación Social, quien dirigió el estudio en la universidad, declaró al Huffingtonpost: “Es un patrón bien conocido. Hay una significante relocalización del trabajo que ocurre en el matrimonio –los hombres trabajan más fuera de casa, mientras que las mujeres se ocupan más del trabajo doméstico. La situación se agrava cuando las mujeres tienen hijos”.