Luis Rodrigo polí[email protected] El teléfono directo funcionó. Se instaló poco antes de que comenzara el debate sobre la ley de endeudamiento y tuvo su inauguración cuando se quebraba la comunicación entre la Casa Gris y el bloque de senadores del PJ. El ministro de Gobierno, Pablo Farías, negoció sin intermediarios con los miembros de la mayoría justicialista en la Cámara Alta. Y cuando hicieron falta explicaciones técnicas que avalaran sus posiciones políticas lo secundaron su par de Economía, Gonzalo Saglione, y de Infraestructura, José Garibay. El equipo económico explicó, por ejemplo, por qué hubiera sido contrario a los intereses de Santa Fe votar un esquema que al Ejecutivo lo dejara en condiciones de tomar menos de 500 millones de dólares en el sistema financiero internacional. En realidad los senadores justicialistas sabían (como cualquiera que lea los diarios) que ése es el límite que las calificadoras de riesgo imponen a la hora de ponerles una nota a los postulantes a deudores. Salta acaba de colocar títulos, lo mismo que pretende Santa Fe, pero a una tasa elevada, del 9,5% anual, entre otras razones por no alcanzar esa cantidad. Aquí, porque Santa Fe no usará esa deuda para cubrir rojos de gastos corrientes, por la fortaleza de su economía y porque prácticamente no se ha endeudado, se supone que el costo financiero será más bajo. En rigor, aquella versión que el PJ hizo circular ni bien Diputados aprobó un endeudamiento por mil millones, y que supuestamente iba a limitar esa cantidad a tres tercios iguales y consecutivos -pero con sendas votaciones cada año-, no era más que una manera de responder elegantemente un rotundo no, y después negociar. Del mismo modo, al gabinete de Infraestructura le tocó batallar con los presupuestos, las matemáticas y los deseos de “la lista de la felicidad” que creció con cada reunión en la Legislatura. ¿Cómo hacer las obras elegidas para invertir mil millones de dólares, sólo con la mitad que dejó pasar el filtro opositor en el Senado? La respuesta a esa pregunta retórica provino de una promesa. La que públicamente formuló el bloque Juan Domingo Perón para presentar en sociedad su recorte al programa de obras del gobierno provincial: habrá más leyes que autoricen a más endeudamiento externo siempre que se logre pasar exitosamente esta primera experiencia. Nunca antes Santa Fe había dispuesto del esquema legal para tomar fondos en el exterior, fuera de los organismos de crédito multilaterales habituales. Y el peronismo tuvo la habilidad de confundir la ley de endeudamiento con las discusiones propias de las leyes de presupuesto. La norma aprobada es de necesaria aplicación plurianual. El gobierno santafesino no dijo que pretendía gastar mil millones de billetes verdes este año. Se trataba de tener las manos libres para hacerlo a lo largo de la gestión, y de acuerdo con el cambiante panorama externo que se presentara. Obviamente, noticas como el brexit , el “exit” que votó Gran Bretaña, cuestionan cualquier previsión tal como esta semana admitió Saglione en declaraciones a El Litoral. Alcides Calvo (PJ-Castellanos) durante el debate recordó que la primera cuota del endeudamiento que se obtenga la pagará el próximo gobierno y reivindicó el rol de la oposición para garantizar la gobernabilidad, palabra que gustó dentro y fuera de su bloque. También fue extremadamente sincero al admitir, desde su banca, que su bloque llegó a pensar en presentar su propio proyecto y aprobarlo, ignorando el que ya había aprobado Diputados. Esa posibilidad se cerró el 24 de junio. Ese día Farías aceptó que el tiempo jugaba a favor del peronismo y que no iban a ser mil sino quinientos millones de dólares. A cambio, el peronismo archivó esa temeraria opción, que había disparado el debate al máximo de su tensión. Ese día, hubo incluso consultas a constitucionalistas de renombre para ver si era posible privar al oficialismo de la ventaja de tener a Diputados como Cámara de Origen (para ganar en la quinta revisión). El vicegobernador, Carlos Fascendini, interpretó que además de violentar las reglas del juego parlamentario, y de contrariar la Constitución, la idea que se gestaba en la bancada mayoritaria implicaba “pretender cogobernar” la provincia.