Capacitación, ingreso económico y presencia del Estado son los ejes del programa que debutó en 2013 en Rosario y este año se extendió a cuatro ciudades, incluida la capital. Jóvenes de 15 a 30 años “desafiliados institucionalmente” como población prioritaria.
Nancy Balza
En el diagnóstico estuvo el acceso de los jóvenes a las armas y su uso en la resolución de conflictos. En el pronóstico está la certeza de que estos jóvenes, la enorme mayoría varones de entre 15 y 30 años, pueden contar con una alternativa a la calle. El resultado es, por ahora, difícil de cuantificar como ocurre cuando se trata de algo tan intangible como los vínculos humanos. La única certeza es que “ninguna solución es posible en soledad”.
Luciano Vigoni, coordinador del programa Nueva Oportunidad, y Mariano Granato, responsable del proyecto en la ciudad de Santa Fe, expusieron sobre los fundamentos de esta propuesta que se apoya en el trabajo territorial, en la integración de los organismos estatales con soporte de las organizaciones barriales, y que tiene como desafío ofrecer una alternativa a una franja social que está fuera del sistema, invisibilizada para el resto de la comunidad.
El programa comenzó en 2013 en Rosario para 300 jóvenes; en 2014 el gobierno provincial empezó a financiarlo y en 2015, cuando asumió el gobernador Miguel Lifschitz, se replicó en tres ciudades más: Santa Fe, Villa Gobernador Gálvez y Santo Tomé.
PUNTO DE PARTIDA Y DE QUIEBRE
En diálogo con El Litoral, Vigoni explica el arranque del proyecto. “A partir del año 2011, en Rosario se da un proceso de violencia y de muerte, sobre todo en una franja poblacional que va entre los 15 y 30 años de edad. Y cuando hicimos un recorrido por la historia de los jóvenes que morían, vimos que no era una historia de narcocriminalidad profunda de dos cárteles que se disputaban un territorio, sino que eran jóvenes con una característica común: su condición de vida totalmente desfavorable, que nacían en un mismo contexto y que por un montón de conflictos en los que la palabra ‘no dio’, uno terminó con la vida del otro. Y si hacemos el recorrido de ese joven, vemos que no es que el Estado estuvo ausente sino que ha entrado de manera muy fragmentada”.
En ese marco, se produjo un hecho de quiebre que fue la muerte (en enero de 2013) de Mercedes Delgado, una militante de barrio Ludueña que fue alcanzada por las balas cuando quedó en medio de un enfrentamiento entre grupos antagónicos. “A partir de ahí se generan los espacios de mesas barriales donde se reúne el Estado, o un funcionario con poder de definición, con organizaciones para trabajar cuestiones de la vida diaria. Nos parecía que había mucho trabajo acumulado en lo territorial y en lugar de llamar a un organismo internacional para que nos diga cómo relacionarnos con los jóvenes, lo que hicimos fue un recorrido entre estructuras medias, trabajadores y la conducción política para el abordaje del sector en mayor nivel de criticidad”.
La propuesta debía tener tres elementos bien marcados: una capacitación laboral, un ingreso económico y la presencia de equipos territoriales.
LA EXPERIENCIA LOCAL
En la ciudad de Santa Fe, el programa comprende a 230 jóvenes en un trabajo articulado con los Ministerios de Educación, Trabajo, Desarrollo Social, Justicia, Cultura y Salud. Son 18 grupos de 15 jóvenes cada uno y, para mediados de mes, se prevé incorporar una cifra similar de equipos, anticipó Granato.
“Estamos convencidos de que a través de este vínculo desde el que se puede trabajar lo singular pero también lo colectivo, es posible no sólo bajar los homicidios sino, sobre todo, los niveles de violencia”. Y aportó que “el problema de la violencia no es estatal, ni de la pobreza. Si no convocamos a los sectores de la clase media, a los sectores empresarios, a los medios de comunicación para empezar a trabajar en este tema, va a ser un intento más”.
—¿La experiencia en Rosario dio resultado?
Vigoni: —Lo positivo es que nunca fue un enlatado y, si se reformuló el proyecto, fue porque hay compañeros que ponen algo más que el salario en esto y que a lo mejor, políticamente, están en las antípodas del gobierno. Pero discuten y se fueron generando espacios de formación. De 15 jóvenes con los que trabajamos, en general hay un tercio que está en condiciones de volver a la escuela; hay otro tercio que después de un año y medio de vincularnos -el curso se puede repetir- están en condiciones de tener un proceso de formación diferente, y el tercer tercio, con un grado de criticidad mayor con el que generamos una relación. Se está discutiendo cómo medimos indicadores cualitativos, pero vemos que los jóvenes empiezan a hacer un recorrido diferente. Los trabajadores también plantean que después de este vínculo el tránsito por el barrio es distinto.
—¿Cómo llegan a los jóvenes que integran el programa?
Granato: —Los equipos territoriales que se conforman determinan quiénes son esos pibes, van a buscarlos y les hacen la propuesta. Si analizamos que 900 pesos no le cambian la vida a nadie porque la economía delictiva ofrece mucho más en menos tiempo, vemos que la primera respuesta es buenísima. Son jóvenes que nunca tuvieron una propuesta ordenada y seria. Los vamos a buscar con una tráfic, les ofrecemos una capacitación, y pibes que no eran “ciudadanos” (carecían de documento, por ejemplo) se incorporan a la vida como tal y a su vínculo con el Estado. Nuestro objetivo es difícil de medir.
EN LA CIUDAD En Santa Fe se trabaja con módulos de capacitación de 9 meses en barrios Santa Rosa de Lima, Barranquitas, Loyola, Los Troncos, Alto Verde, Las Lomas, La Guardia y Vía Muerta (en la Costa), Yapeyú, Acería, Coronel Dorrego, San Martín, San Agustín y en el pabellón juvenil de Las Flores.
Referentes. Luciano Vigoni y Mariano Granato explican las pautas del programa que desde este año opera en cuatro ciudades. Foto: Flavio Raina
“ En el tercer día de capacitación, nos encontramos para reflexionar sobre lo que traen de su propia historia en derechos humanos, violencia institucional, consumo, sexualidad. La posibilidad del vínculo es lo que más ata en este proyecto; que haya alguien del otro lado”. Luciano Vigoni Coordinador del Programa Nueva Oportunidad.
“ La violencia no es exclusiva de determinado sector de la sociedad. Estamos trabajando con esta población porque no hay ninguna otra forma de intervenir en cómo se relaciona con los demás”. Mariano Granato Responsable del programa en la ciudad de Santa Fe.