Enrique Cruz (h)
Enrique Cruz (h)
Quizás no sean los números finos ni finales, pero no estará muy lejos de lo que se acuerde en estas horas, ya que la Súperliga se creará y habrá que adecuarse a un cambio rotundo en la situación del fútbol argentino.
Primero, hay que decirle a la gente que la Súperliga tiene un trasfondo que va más allá de lo deportivo. Ni más ni menos, es quitarle la potestad a la AFA de manejar el dinero de la TV. La Súperliga no es el armado de un torneo diferente y ojalá que agregue, al menos, un poco más de organización a un ya de por sí desorganizado fútbol argentino.
La Súperliga es un término que se emparenta mucho más con lo económico que con lo deportivo.
El torneo que se jugará es el de 30 equipos y habrá cuatro descensos y dos ascensos en forma consecutiva hasta llegar a un piso de 22 ó 20 equipos y volver al sistema anterior para jugar el torneo a dos ruedas. De esta manera también, se irá disminuyendo progresivamente el total de clubes, por lo cual la torta tendrá menos bocas que alimentar: no es lo mismo jugar un torneo de Primera con 30 equipos que hacerlo con 20 ó 22. Por eso, algunos hasta se animaron a lanzar la idea de que nadie quiere escuchar: la de borrar de un solo soplo los 8 ó 10 que, según creen, están “sobrando”.
De los 2.500 millones que pagará el Estado por el Fútbol para Todos, el 92,5 por ciento iría destinado a la Súperliga. En total, suma 2.312.500.000 pesos, siendo 2.000 millones para la Primera y 312.500.000 para la B Nacional, quedándole a la AFA el resto (187.500.000 pesos) para repartir al resto de las categorías (esto es lo que estaba sujeto a algunos ajustes para aumentar el monto y conformar a todos).
¿Cómo será el nuevo reparto? Boca-River se llevaban antes 6.600.000 pesos mensuales y ahora pasarán a cobrar 9 millones. El segundo grupo, integrando por Independiente, Racing, San Lorenzo y Vélez, cobraba 5 millones y ahora aumentarán el cachet mensual a 6. Los otros 24 clubes, que antes percibían 3.700.000 pesos, recibirán ahora un aumento de 800.000 pesos y pasarán a cobrar 4.500.000 pesos mensuales (en ese grupo, lógicamente, están contenidos Colón, Unión, Central, Newell’s y Rafaela).
La realidad también indica que el porcentaje de aumento no condice con el índice inflacionario, que seguramente será muy alto en este semestre. Habrá que ver si el ajuste en el presupuesto se hace en función a este 21 ó 22 por ciento de aumento que pasan a percibir a partir de este nuevo monto que aportará el Estado o si es superior.
Esta mañana, un alto directivo de Unión consultado por El Litoral, indicó que “nosotros no vamos a estar lejos de ese monto. Desde mi punto de vista, esos 4 millones y medio alcanzarán para pagar la planilla de sueldos del plantel”. En Colón todavía no quieren opinar al respecto, porque a diferencia de Unión (al que le faltan dos jugadores para completar lo pedido por Madelón), tendrá que hacer algunas incorporaciones más y todavía buscan un par de jugadores de jerarquía, que seguramente engrosará la planilla.
Dentro de todo el esquema del fútbol argentino, la Súperliga es sólo un apéndice. Hoy, nadie quita la idea del doble comando (¿cómo funcionará la AFA?, ¿la Súperliga estará dentro de su órbita?). Los clubes grandes fueron las que la impulsaron y el mayor temor, si cabe la expresión, es saber hasta qué punto se defenderá el nivel de competitividad que tiene el fútbol argentino.
Si la idea es imitar el modelo español, ¿es bueno que en un futuro inmediato o mediato se llegue a que sólo dos o tres equipos peleen por un título de campeón? España no es un buen ejemplo en ese sentido, en cambio el fútbol argentino ha dado sobradas muestras en contrario. Banfield, Lanús, Argentinos Juniors y Arsenal fueron campeones en un contexto en el que Independiente y River conocieron lo que es jugar el torneo de ascenso, algo que parece iimpensado en un torneo como el español. Simplemente es una incógnita que la copia de un modelo propicia. Defender la competitividad y paridad del fútbol argentino es el gran desafío que deben perseguir los dirigentes.