El jueves 18 de agosto, el escritor y periodista santafesino presentará su libro “Borges periodista. Usos de la metáfora en textos para la prensa”, producto de una tesis de maestría.
Juan Ignacio Novak
El 18 de agosto, a las 20, en el Foro Cultural Universitario (9 de Julio 2150) tendrá lugar la presentación de un libro y un CD con el título “Pensar, escribir y cantar metáforas”. En la primera parte, Estanislao Giménez Corte presentará “Borges periodista. Usos de la metáfora en textos para la prensa”. Luego, Santiago de Luca hará lo propio con el poemario musicalizado “Y su sombrero verde”. Actuarán Anahí Fernández Caballero, voz y Martiniano Tanoni en piano. Giménez Corte, “borgeano” declarado desde su adolescencia, compartió en una extensa charla el proceso que culminó en la edición del libro.
—¿Cómo entró Borges en tu vida?
—Es un recuerdo que tengo bastante presente, porque me generó una profunda conmoción. Habré tenido 16 ó 17 años y encontré en la biblioteca de mi casa familiar un libro de las “Obras Completas” que mi viejo le había regalado a mi vieja. Esa edición es una famosa de Emecé, de 1974. Sentí curiosidad y empecé a leer a Borges de una manera que no recomiendo, es decir por sus primeros libros de poemas, “Fervor de Buenos Aires”, “Luna de enfrente” y “Cuaderno de San Martín”. Me acuerdo hasta hoy que no me pasó nada con esa primera lectura. Después sí fui conmovido. Porque son poemas descriptivos narrativos del Buenos Aires que ve el Borges joven al regresar de Europa. Entonces sentí una especie de decepción, pero por alguna razón insistí. Y en esa insistencia encontré cosas como el “Poema conjetural”, el “Poema del cuarto elemento”, o cuentos como “Hombre de la esquina rosada”. También me conmovieron los ensayos de “Otras inquisiciones”. Ahí empecé a verme muy impactado por la obra borgeana. Comencé a leerla de manera regular y me fui transformando en un lector consecuente. Empecé a entrar en el universo borgeano de una manera muy fuerte y seguí leyéndolo durante toda mi vida.
—¿Cuándo empezaste a dejar de ser un lector de Borges sólo por disfrute y empezaste a estudiarlo?
—Borges, por un montón de razones, me impactó de una manera particular, a diferencia de otros autores. Lo primero que me pasó fue la lectura consecuente y la permanente sorpresa o agradecimiento. Después, en su momento, verme influido en mi propia escritura por la obra borgeana. Ahí hay una cosa, que decimos en broma y en serio con amigos y colegas, y es que hay que “matar al padre”. Uno siempre tiene un autor de cabecera, pero en algún momento hay que alejarse. Pero para responder a la pregunta, pasaron dos cosas. Primero, las ganas de escribir. En El Litoral, escribí varias notas sobre Borges. En este nuevo libro lo que pasó fue lo siguiente. Había hecho investigaciones sobre el concepto de mito desde las Ciencias Sociales y la Comunicación y en un momento empecé a estudiar las teorías de la metáfora. Cuando inicié la maestría en la Universidad Nacional de Rosario, tuvimos que elegir temas de estudio específicos. Fui construyendo un área que es ‘la metáfora en el discurso de prensa’. Entonces, tenía que encontrar un corpus para estudiar el tema. Tuve idas y vueltas hasta que me cayó la idea, que creo fue contemporánea a un pequeño hallazgo. Me había comprado una nueva colección de las obras completas de Borges, que incluye textos que no estaban en otros lugares. Empecé a leer y a darme cuenta de algo que, pese a ser un borgeano de toda vida no había advertido, y es que Borges publicó muchísimo en diarios, revistas o semanarios. Tiene una etapa que podríamos llamar su obra periodística, concentrada entre los años 20 y los 40. Ahí se presenta un campo que yo vengo trabajando también, que es la relación de Borges y el periodismo.
—No es algo que se conoce mucho.
—Creo que de alguna manera, medio accidental, encontré una arista para estudiar la obra borgeana, que no está demasiado trabajada. Todo el mundo me decía que había encontrado una veta bastante original a la muy estudiada obra borgeana.
Otra cosa que me interesaba era estudiar lo que en términos de género sería el ensayo periodístico borgeano. Borges, como gran ensayista, tiene trabajos que podemos calificar de periodísticos en el sentido de que aparecieron primero en la prensa. Ahí se ve el Borges en construcción, el Borges joven que está empezando a tallar fuerte en el panorama de las Letras y el periodismo argentino, con una serie de rasgos distintivos, adverbios, adjetivos y metáforas que van caracterizando el estilo que vamos a ver en el Borges consagrado de los 40 y 50. Entonces lo que hago (en el libro) es tomar una cantidad bastante grande de ensayos periodísticos, seleccionar metáforas y verlas desde una perspectiva de lo que se llama metáfora conceptual. Lo que dice la teoría de la metáfora conceptual es que la metáfora no es un ornamento del lenguaje, algo que se agrega para embellecerlo, un artificio. Sino que es constitutiva al lenguaje y el pensamiento. La metáfora nos permite pensar cosas que de otra manera no podríamos concebir. Por eso están tan presentes en las definiciones de las Ciencias Sociales.
—¿Te acordás de alguna metáfora de Borges que te haya llamado la atención?
—Tomo, en particular, un subgrupo de metáforas que son las “del lugar”. Metáforas de Borges que aluden a ciudades, países, barrios, zonas y que están originadas (esto es una reflexión mía) en la obra de Charles Baudelaire, “Las Flores del Mal”, el primer poeta que ve la París moderna. La idea de Baudelaire es la ciudad como un hormiguero. Y de Borges hay una, por ejemplo, que dice “la ciudad, ese hueco organismo artificial de grutas alineadas y escalonadas”. Alude a Buenos Aires, pero hay una relación muy directa, porque en uno y otro caso se piensa la ciudad como organismo.
Borges y periodismo
“Si uno va a las declaraciones de Borges, siempre tuvo una visión crítica, hasta peyorativa sobre el periodismo. Pero ese es el Borges ‘testimonial’ o ‘declarativo’. El otro, el de la praxis, fue un tipo que publicó muchísimo y usó el periodismo estratégicamente, como un modo de darse a conocer, pero también como un ejercicio de publicación muy exigente”, reflexiona Giménez Corte.
—¿Esa mirada peyorativa de Borges sobre el periodismo, coincide temporalmente con su actividad periodística o viene después?
—Yo te diría que viene después. Pero aún en los momentos en que decía barbaridades sobre el periodismo, seguía publicando. Creo que hay que hacer esa distinción entre el Borges que declara y el que escribe. ¿Qué quiere decir Borges cuando dice que no hay que leer diarios? Que lo importante es la literatura. Ahora, él publicó toda la vida en la prensa. Haber encontrado esta relativa originalidad, tiene que ver también con una búsqueda mía. Creo que las carreras de periodismo y comunicación, en general, cuando hablan de periodismo cultural, o literario, no incluyen a Borges en los programas y eso es un error. Cuando ves la cantidad de textos que publicó y la cantidad de medios en los que publicó, ves que hay una influencia y una tradición borgeana del periodismo.
—¿Tu idea es que este libro se convierta en un aporte para futuros planes de estudios?
—Es un trabajo que tiene mucho recorrido teórico y creo que hay un aporte, en como pensar las metáforas borgeanas de esos textos periodísticos. Y también se plantea la necesidad de inscribir a Borges dentro de la tradición del periodismo cultural, en un lugar mucho más importante del que tiene.
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