Ignacio Andrés Amarillo
Ignacio Andrés Amarillo
Babasónicos emprendió una gira nacional adaptando al espacio de una sala teatral la relectura de su obra que idearon para el formato Desde adentro, con el cual registraron en formato multiplataforma (desde una perspectiva audiovisual en vivo) el material titulado “Impuesto de fe”. Liberados de la ortodoxia que MTV impuso para su formato Unplugged, se permitieron combinar las guitarras acústicas con instrumentos que aquella franquicia no propiciaba (el bajo eléctrico, alguna pista rítmica, sintetizadores). La “gracia” de la apuesta está en la relectura de cada canción, en un modo que muchas veces juega a contrapelo de la versión canónica (con resultados dispares en lo musical, como así también en la relación a la memoria emotiva de los espectadores).
Y especialmente gracias a la versatilidad de dos jugadores que se hacen cargo de multiplicidad de instrumentos: Diego Uma (guitarra eléctrica, melódica, armónica, placas, vibráfonos, percusiones y voces) y Carca, el improbable gigantón glam que llegó para reemplazar en el bajo al fallecido Gabo Manelli, puesto que cedió al actual bajista de su proyecto solista, Gustavo “Tuta” Torres (Carcacha se hace cargo de percusiones, guitarra acústica, guitarra steel, theremin y otros accesorios).
El baterista Diego “Panza” Castellano también sumó percusiones, gong y vibráfono, mientras que Mariano Roger se hizo cargo de las guitarras principales y Diego Tuñón reportó como siempre en los teclados. Por delante de esa formación, dispuesta a lo largo del escenario de ATE Casa España (que es donde se presentaron el viernes), con la batería a la izquierda y los multiinstrumentistas a la derecha, Adrián Dárgelos salió a desplegar su personaje público, nada amilanado por el intimismo de la propuesta sonora: enfundado en un escueto jubón, con su característica voz, sus bailecitos y unos contoneos al gusto de la platea femenina (pero que quedarían más lindos en Miley Cyrus, diría algún veterano masculino).
Arpegios y bailes
El arpegio de “El colmo” abrió el ingreso de los músicos, que se fueron acoplando durante la canción, con pianos y placas. “Irresponsables” salió con la fuerza del original, con solo de Carca en la mesita de la steel. De ahí a una puesta romántica y mid tempo de “El pupilo”, llevando la cadencia en el arpegio y las teclas flotando, con una sinuosa versión de “Su ciervo” (steel y congas). Recién ahí vino el saludo: “Buenas noches, y gracias. No es que no lo sienta, sólo que lo demoro”, dijo el cantante. Ahí fue el turno de “Vampi‘, uno de los temas nuevos que tiene “Impuesto de fe”, para salir a “Casualidad”, sobre teclados aéreos.
“Putita” salió “microdanzable” y para arriba, con Uma en el vibráfono, el público parándose de las butacas (el momento de más agite del show), y un cambio rítmico al final; el enganche fue con “El maestro”, la otra de las canciones estreno. “Sin mi diablo” apareció con su ritmo de siempre, pero para “Cómo eran las cosas” Roger se sentó al frente para hacerla a solas con Dárgelos. La banda volvió para “Celofán”, a la que siguió una intro grandilocuente en las teclas: Mariano se fue y dejó que Carca marque en la de 12 cuerdas un bonito arpegio para articular, como en una cajita de música, “Sos hermosa” (“soy hermoso”, canta Adrián, y sabemos que lo cree, ante la ovación que le brindan). El set siguió con “Letra chica”, arrastrándose con una cadencia de reggae.
Enganchados
"Estoy contento de estar acá”, tiró el vocalista, antes de arrancar con “Muñeco”, con sonidos cetáceos en la steel guitar, para salir enganchado a “Deléctrico”, coreado a full, y “Los calientes” en la misma ristra: sobre pista electrónica, con Panza en el vibráfono, un pequeño homenaje a Depeche Mode y Uma siguiendo con el “no va a venir” del tema anterior, fue otro del los puntos altos.
“Camarín” devolvió el tono al acusticazo; en el medio hubo un break en el que Castellano le entró al gong con mazas afelpadas, en diálogo con el theremin, hasta que Adrián Hugo Rodríguez reapareció en el pullman, recibiendo abrazos y selfies. Roger cantó “Capricho”, hasta que volvió el titular para una versión lounge de “Rubí”, con Carca haciendo unas voces habladas a lo Barry White. “Yegua” salió en una versión escueta, mínima, mientras que “Soy rock” se manifestó bien folk (pero con percusión). Ahí vino el primer agradecimiento antes de la primera retirada con un medley de “Zumba”, “Yoli”, “Viva Satana” y “La roncha”.
Pero como es usual en estos casos, quedaban balas en la recámara. Ante el bullicio reclamatorio de un público que lo sabe, volvieron. “Estoy tratando de portarme mejor, y de confesarme todo”, afirmó el cantante, ahora en musculosa, antes de arrancar una puesta bien soft de “Chisme de zorro”, clima que siguió en “Shambala”. “Los burócratas del amor” sacudió nuevamente a la platea, antes de “Natural”, canción del germinal “Pasto”, revisitada con Uma en armónica y melódica y un tempo espeso, levantando en melodías de Tuñón. Ese fue el adiós definitivo, con la promesa de volver pronto: el “Impuesto de fe” ya había sido abonado.