De la Redacción de El Litoral
El reconocido actor presentará la obra de Doug Wright, en versión de Fernando Masllorens y Federico González Del Pino, dirigida por Agustín Alezzo. Se basa en la vida de Charlotte Von Mahlsdorf, “extravagante personaje de Berlín del Este, conocido por coleccionar relojes, fonógrafos y muebles antiguos”.
De la Redacción de El Litoral
Tras una exitosa temporada en Buenos Aires, Julio Chávez presenta “Yo soy mi propia mujer” en el Teatro Municipal de Santa Fe, en el marco de una gira nacional. La función será el viernes a las 21. La obra es de Doug Wright, en versión de Fernando Masllorens y Federico González del Pino, bajo la dirección de Agustín Alezzo. Las entradas van desde 300 hasta 450 pesos.
“Yo soy mi propia mujer” se basa en la vida de Charlotte Von Mahlsdorf, “un extravagante personaje de Berlín del Este, conocido por coleccionar relojes, fonógrafos y muebles antiguos de la época de Wilhelm II”. En la sinopsis de la obra, se señala que “Von Mahlsdorf salió airosa de dos de los más opresivos regímenes del siglo XX (los nazis y los comunistas) mientras se mostraba abiertamente travestido. Creó un museo en Berlín, que aún hoy sigue abierto, donde salvaguardó los objetos de arte y el mobiliario que rescató de los embates de la Segunda Guerra Mundial. Por este aporte al patrimonio cultural germano fue distinguido con la Orden Alemana del mérito luego de la caída del Muro. Sus años finales fueron muy controvertidos debido a las acusaciones de complicidad con los Stasi (policía secreta alemana). Explorando el conflicto sobre los sentimientos de Charlotte, Doug Wright produjo un dinámico y profundo trabajo que resultó un vívido retrato de Alemania en la segunda parte del siglo XX, moralmente compleja”.
Un personaje insólito
Sobre esta obra, el director Agustín Alezzo señala que la caída del Muro de Berlín “permite visitar abiertamente la Berlín oriental. Un americano descubre allí un travesti, coleccionista de muebles y objetos de las últimas décadas del siglo XX, que vivía en una enorme mansión de piedra convertida en museo y en su sótano había preservado el único cabaret Weimar que quedaba en la Alemania del este. A su regreso a Estados Unidos, se lo comenta a Dough Wright, dramaturgo amigo suyo, y despierta su curiosidad. Wright viaja a Alemania y se encuentra con Charlotte von Mahlsdorf, la dueña de los tesoros. A partir de ese primer contacto se inicia una relación entre ambos que los modificará profundamente. Y así aparece un personaje insólito, excéntrico, apasionado, que se consideró a sí mismo un espíritu femenino atrapado en un cuerpo de hombre, cuya existencia se desarrolló bajo los regímenes nazi y comunista, conformado por la necesidad permanente de sobrevivir en un mundo inhóspito y cruel. Dueña de un gran encanto, su personalidad se nos revela en aspectos extremadamente contradictorios, dulce, reflexiva, inteligente y a la vez un animal salvaje, capaz de las mayores traiciones”.
“Esta particularísima obra narra definitivamente una historia de amor, nada convencional y exige que ambos protagonistas sean actuados por el mismo intérprete, lo que le imprime una intensa teatralidad”, concluye Alezzo.