Joaquín Fidalgo
Ricardo Guardia, dueño de un local comercial de avenida Blas Parera al 8000, explotó ante un nuevo robo. Es el sexto del año.
Joaquín Fidalgo
“Eran aproximadamente las 4.20 de este martes cuando me llamaron desde la empresa de seguridad, porque sonaba la alarma. El telefonista me dijo que ya había llamado al Comando Radioeléctrico. Yo vivo en el centro. Me cambié como pude, rápido, y me subí al auto. Tomé por la Circunvalación para llegar al negocio lo antes posible. Cuando arribé no había ningún patrullero”, comenzó lamentándose Ricardo Guardia, titular de Palermo Deportes, comercio ubicado en la cuadra de Blas Parera al 8000.
“Sin perder tiempo -agregó-, porque ya tengo mucha experiencia en esto de esperar cosas que no llegan, me fui para la Comisaría 10a. No tenían móvil, porque el auto había ido a cubrir otro robo en una ferretería de la zona o algo así. Entonces el sumariante se subió a mi vehículo y juntos fuimos hasta el negocio”.
Ricardo llevó al policía hasta un baldío ubicado junto a su depósito y alumbró la zona. Entonces vieron como un sujeto escapaba a la carrera. El uniformado le dio la voz de alto y efectuó algunos disparos al aire, pero el delincuente logró esfumarse en la oscuridad.
“Entramos al negocio y vimos cuatro chapas rotas en el techo del depósito. Ya me habían entrado por ahí, así que le había puesto rejas. A esos hierros también los cortaron en alguna oportunidad. Esta vez sólo ‘pescaron’ algunas zapatillas. Se llevaron entre 12 y 15 pares. Habían amontonado otras cosas para llevarse, pero no pudieron. Todo esto cansa. Si me preguntabas esta mañana (martes), te decía que era la última, que iba a cerrar. Ahora (por la tarde), te digo que voy a seguir adelante. Me mató ver la mirada de mis empleados. Tenían una amargura peor que la mía y es lógico. Temen quedar sin trabajo. Yo estoy grande, pero tengo a mis hijos que me apuntalan”, aseguró Ricardo.
“Ya sufrí seis robos en lo que va del año y más de 30 en total. Esto agota y nadie hace nada. La culpa no es de la policía. En la 10a siempre se portaron muy bien conmigo. Pero vos ves que mientras los agentes hacen los papeles, los choros salen caminando. Creo que la situación está desbordando a todos. ¿Qué se puede hacer? Agarrar un arma y terminar como el médico (Lino Villa Cataldo, el doctor que mató a un ladrón días atrás, en la localidad bonaerense de Loma Hermosa). Los delincuentes tienen total impunidad. Los vemos pasar. Los vemos caminar y nadie los puede tocar. Las noches de tormenta no puedo dormir, porque me quedo pensando que pueden entrarme a robar. No se puede vivir así. Yo pago impuestos y el Estado me tiene que proteger a mí, pero no lo hace. No soy el único. A muchos negocios les pasa lo mismo, pero la gente cierra la boca por miedo o para evitar problemas, pero yo no lo voy a hacer. No me voy a resignar”, concluyó el comerciante.