Ignacio Andrés Amarillo
En exclusiva, el Litoral pudo conversar con Marco Casuo, ex integrante del Cirque du Soleil, que llegará al frente de su propia compañía el jueves 10 de noviembre a la Estación Belgrano.
Ignacio Andrés Amarillo
“Universo Casuo” llegará a Santa Fe el jueves 10 de noviembre, para presentarse en doble función (a las 18 y a las 21) en la Estación Belgrano (bulevar Gálvez y Avellaneda). Se trata de un espectáculo creado por Marco Casuo, reconocido como uno de los diez mejores payasos del mundo y ex integrante (durante ocho años) del célebre Cirque du Soleil. Las localidades pueden adquirirse en Credifé, Maitess y puntos de Venta de ticketway.com.ar.
Anticipando la llegada, el Litoral pudo hablar con el creador y protagonista, para entrar en su mundo de magia, sacrificio y emociones.
Recuperar la alegría
—Este “Universo Casuo” nace del hecho de poder bajarse de un éxito, ceder el lugar a otro y buscar un camino personal.
—El “Universo Casuo” es un gran espectáculo de circo. Todo el mundo que lo está descubriendo empieza a hablar sólo del “Universo”, se olvidan del nombre del espectáculo. No sé qué pasa, creo que ese universo tiene un espacio en el corazón de las personas, un espacio que estuvo mucho tiempo olvidado. Cuando las personas conocen nuestro espectáculo, toda la magia y la poesía que tiene en el escenario, parece que asciende una cosa de la imaginación en la vida de las personas que se quedan apasionadas.
Tiene una esencia muy buena: para quien le gusta la música, para quien le gusta la acrobacia, buenos vestuarios, efectos de luz y sonidos. y la poesía que Jean Francua, el personaje, pasa a los que miran el show. Es una hora y 40 minutos de duración, pero para quien está mirando parecen 15 minutos; parece que se teletransportan a nuestro universo, entonces todo pasa como en los tiempos de los sueños: cuando dormimos seis, siete, doce horas, pero parece un minuto. No estamos haciendo nada nuevo, la cosa es la esencia que ponemos en el espectáculo, cómo fue concebido. No pensamos solamente en los niños o los adultos: familia. Vas con tu hijo, tu amigo o tu abuelo, y vas a disfrutar.
La historia de este personaje que atraviesa un portal para rescatar los sueños y la alegría de un mundo que fue tan colorido y alegre y ahora está blanco y negro, y triste, es el hilo conductor del espectáculo. La idea es que al final las personas se despierten nuevamente: pasó una hora 40 y ya está acabando.
—Por eso hay todo un trabajo de diseño de color.
—Sí, hace casi ocho años atrás hice para sentirme bien cosas de cromoterapia, con luces. Investigué y descubrí que los colores son parte de la esencia de cada ser humano: de la alegría, la tristeza; cómo tienes color para el amor, para la muerte. Entonces pensamos en cómo hacer los colores de una forma más homogénea: son colores leves, sutiles, y en algunos personajes van cambiando según se mueven. Todos los vestuarios los pinté yo mismo, que soy artista plástico.
No queremos mostrar tanto los vestuarios en la prensa, para que no se pierda la magia. Cuando lo mostramos es perfecto, porque tiene mucho de la energía. No pensamos que “Universo” sea algo muy grande, porque puede perder la esencia. Es un espectáculo muy de cerca, muy de nosotros: no lo quiero de lejos como muchas empresas apuntan.
—Fuiste acróbata, payaso, recorriste el mundo. ¿Cómo es este pasaje a pintar, diseñar, crear la historia?
—¿Sabes qué pasa? Esperamos nueve meses para nacer, y todo el mundo quiere hacer las cosas de un día para el otro. Tengo casi 44 años, y desde niño mi padre me decía que me tomara mi tiempo, que aprendiera todo lo necesario para el futuro, para cuando estuviera un poco más viejo, poder usar los conocimientos, que nunca envejecen. Entonces hice un poco de todo en el circo, porque tenía certeza de que un día lo iba a usar, como ahora: no soy más acróbata, pero entiendo sobre acrobacia.
—Capoeira también...
—Hice diez años de capoeira, gimnasia olímpica, break dance, ballet, muchas cosas, todo pensando que un día lo iba a utilizar.
Talento brasileño
—Son 13 actos, 28 artistas. ¿Cómo se recluta a la gente?
—Es muy sencillo: todos los artistas que están en “Universo Casuo” de alguna forma me ayudaron en el pasado para llegar al Cirque du Soleil. Lo que soy hoy se lo agradezco a todos los artistas tradicionales de circo, y muchos de los que hoy están conmigo me ayudaron, me alojaron tres días porque estaba lejos, o con conocimientos. Es como si yo estuviera pagándoles.
y los que invito a trabajar con nosotros también: “¿Cuál es tu sueño?”. y ellos dicen: “Quiero trabajar, tener conocimientos, ganar buena plata, quiero tener la posibilidad de hacer lo mejor que puedo”. “¿Dónde querés llegar?”. “Ya estoy acá”. “Entonces bienvenido”. Si tiene los talentos, está listo para estar con nosotros. No quiero que se transforme en una empresa muy grande, sino redonda. y tengo buenos artistas y buenas personas al frente.
—Son todos brasileños.
—Sí, me gustaría que tuviese más argentinos (risas), porque tienen unas ganas muy buenas, como también los colombianos. Al principio para importar talentos es muy caro, la burocracia no deja hacer la forma más sencilla. Son brasileños no porque sea patriota, sino porque mi circo es un mix de culturas y personas; tal vez de acá a diez, 15 años, haya más personas de otros países.
Nosotros no tenemos patrocinio, ninguna empresa que paga para que todo funcione. Cuando las personas compran los tickets es lo que mueve el “Universo”, nada más. Tampoco quiero que se torne muy comercial: pequeño es bueno. Hay circos que tienen 200, 300 toneladas, yo con 28 estoy tranquilo, fácil para viajar.
—Es como una escala más humana.
—Sí: por mí lo haría gratis, pero todo el mundo necesita vivir, comer; los artistas tienen familia, y no hacen otras cosas, son artistas, quieren morir en el escenario. Tengo abogados, médicos, profesores, maestros, y escogieron el circo como profesión para la vida. “Estudiaste mucho para ser abogado, y estás haciendo payasadas” (risas).
—Eso prueba que en Sudamérica se pueden hacer cosas, están los talentos.
—Sí, se puede, ya está todo inventado. La diferencia es que nosotros podemos cambiar un poco la forma y poner un poco más de tecnología o mucho más arte. No necesita mucha plata para hacer las cosas, sí talento. Acá estoy con mi maquillaje, nariz, sombrero, vestuario: todos se quedan mirando, y no es algo de diez mil dólares; la cosa es cómo podés hacer con lo simple algo bueno.
No quiero que para sacarse una foto con el payaso haya que pagar diez dólares, para el agua 20 dólares. Lo que me gusta está en el escenario, hacer que las personas se olviden de las dificultades del mundo, despertarles la capacidad de tener ganas de hacer acontecer alguna cosa.
Aquel niño saltarín
—¿Cómo funciona esta magia en esta época descreída?
—Las personas están buscando un sitio para renovar la energía. No quiere decir que en una hora 40 le vamos a cambiar la vida a todo el mundo. Pero una hora 40 para quien no puede reír, es mucha cosa. Hace 30, 35 años atrás yo estaba en una estación de servicio llenando tanques, infeliz de la vida, “esto no es lo que quiero para mi vida”. un día comencé a llenar el tanque, me subí al surtidor y me paré con la mano, todos se quedaron mirando y me dieron una propina. Después de una semana me lo pedía la familia, y después de un mes la ciudad estaba en la estación: “Hacelo nuevamente”. Descubrí que eso quería hacer: los aplausos eran fuertes como un beso en mi corazón: “Quiero ser artista”. Por más que estudié, por más que mi padre quería que fuera abogado y mi madre médico, quise ser payaso (risas).
—¿Y cómo pasó aquel niño a formarse?
—Todos los días estoy aprendiendo mucho.
—¿Y decirle a la familia?
—Al principio dijeron “no, estás loco”. La preocupación de la gente es trabajar y cuánto va a ganar. Nadie está pensando para más adelante pensar en ganar. La personas quieren ser millonarias con un trabajo. La vida es muy corta y el tiempo muy grande, y hay que saber administrar las dos cosas. En Brasil fui tapa de una revista muy famosa allá, ponían “el payaso emprendedor empresario”. Miré la tapa y dije: “¿Qué mierda es esto?” (risas). Hoy entiendo: para las empresas y los funcionarios que trabajan un mes para ganar una plata y con la plata ahorrar lo máximo para conseguir las cosas, pero quieren todo en un día, no trabajar diez años para conseguir la casa, el auto.
El mundo está muy acelerado, hay ansiedad. La vida es una planilla Excel; entonces las empresas miran a Casuo como un ejemplo de líder. Sé que “Universo...” es una empresa, pero no tengo que estar con un arma de fuego “hacé esto”. Hacelo a tu tiempo.
—En esta gira van a hacer 12 ciudades en 14 días, en algunos casos funciones dobles. ¿Cómo se trabaja para sostener ese ritmo?
—Por más que mucha gente nos mira como superhéroes cuando estamos maquillados, somos seres humanos. Disciplina, muy sencillo. Con grandes poderes, grandes responsabilidades. Entonces tenemos 13 o 14 funciones, viaje-espectáculo-viaje-espectáculo. Mucha concentración, buena alimentación, mucha agua, esa es nuestra vida. y el placer de ver a la gente disfrutar.
Don de payaso
—¿Cómo siguen después de la gira?
—Otra gira (risas). Tenemos Colombia, Panamá, Costa Rica, a negociar México, Guatemala, Emiratos Árabes, hablamos sobre Japón. Nos tiramos al universo, y el universo hace el resto. Descansamos mucho, sí. Cuando me fui del Cirque du Soleil, rompí mi contrato con ellos, quería quedarme en Brasil con un espectáculo solo, yo y uno más. Pero después fueron tres, cuatro; tenía una maleta y pasó a 28 toneladas, iba a estar en Brasil y estoy en la Argentina. Estoy haciendo los mismos trayectos que hice con el Cirque du Soleil; los artistas tienen hijos, les gusta lo que están haciendo. En cuanto pueda me voy, cuando sienta que no puedo más pongo un chico muy igual a mí y me reemplaza.
Siempre pedí a Dios el don del arte, y me regaló el arte del payaso. Estábamos con mi empresario en Migraciones. Él dice: “Bussiness”. “¿Qué hace?”. “Soy empresario”. Sello. Me preguntan qué vengo a hacer: “Bussiness”. “¿Qué hace?”. “Soy payaso”. La chica me miró y preguntó de nuevo. “Soy payaso y es mi bussiness” (risas).
—¿Cuál fue tu mayor reconocimiento?
—Nunca. La verdad es que nunca me subió a la cabeza la importancia de estar en el Cirque du Soleil, de trabajar con los mejores, de la revista británica que me puso entre los diez mejores payasos del mundo. Por eso creo que todo está pasando de una forma buena. Si todo funciona con los productores que nos contratan de forma correcta, vamos. La plata, la fama, no me van a cambiar: me gusta estar en mi casa, sin zapatos, jugando fútbol en la calle con los niños, con mi hermano. Con un techo, comida y mis amigos estoy feliz y tranquilo.
Pero tengo responsabilidades, porque “Universo Casuo” genera trabajo no sólo para nosotros, sino para la gente de las ciudades. Venimos 30 personas, otras tantas van a trabajar en la ciudad, y otras van a hacer remeras para vender afuera. La producción no quiere, pero ¿por qué no?. Ellos también necesitan trabajar.