Darío Pignata
El punta, por el cual Colón retiene aún el 40 por ciento de la ficha, acaba de firmar al cláusula de rescisión más cara de la historia del fútbol argentino: 18 millones de euros. ¿Se va al Inter o a la Premier League?
Darío Pignata
Ruta0 afirma que son unos 317 kilómetros los que separan esta bendita ciudad de Garay de Tostado, cabecera del departamento 9 de Julio: tres horas con 57 minutos de viaje calcula el buscador, 33 litros de consumo y un costo aproximado —sin peajes— de 634 pesos. Esa inversión inicial de casi 700 mangos es lo que puede transformar a San Lorenzo de Tostado en el club más rico de una liga amateur y sacar casi automáticamente a Colón de Santa Fe del famoso Salvataje Deportivo que se firmó a diez años.
¿Qué tiene que ocurrir para que pase ésto?: simple, que Lucas Alario siga haciendo goles con la camiseta de River en estos meses que faltan para llegar a Navidad. El mes de diciembre parece el momento justo para que Papá Noel venga con el regalo más caro de la historia del fútbol argentino. Lo que no se sabe, por ahora, es desde dónde vendrán los renos del trineo: los puede mandar el “Pupi” Javier Adelmar Zanetti desde el Inter de Milán o bien llegar desde Inglaterra (Liverpool o el Tottenham Hotspur Football Club).
Luego de firmar hace pocos días la cláusula de salida más cara de toda la historia del fútbol argentino, la ventana de invierno para los clubes de europeos asoma como el momento del estallido.
La pregunta del momento es ¿quién trajo a Colón a Lucas Alario?. Un jugador que ya dejó en las arcas sabaleras 2.500.000 dólares por las dos primeras cuotas y que amaga con poder llenar el Cementerio con los elefantes más caros del Planeta Gol en los próximos meses.
Buenos vecinos
Leonel Chiementín es de Santa Fe y fanático de Colón vive, por esas cosas de la vida, en Tostado. Es hermano de Bruno, ex dirigente de Colón; tío de Mauricio Chiementín, entrenador de inferiores sabaleras que ahora se fue a Corrientes contratado por Boca Unidos.
“Somos amigos con la familia Alario de toda la vida. Vivimos cerca y tenemos los campos pegados. A mí me gusta el fútbol de siempre, lo llevo en la sangre. Lo empecé a seguir a Lucas, por el afecto, en San Lorenzo de Tostado. Lo venía viendo, hasta que un día me decidí. Me acuerdo como si fuera hoy: Lucas cruzaba la calle y venía con el guardapolvo de la escuela. Entonces, le dije: “Hoy hablo con tu viejo para que vayas a probarte a Colón, en Santa Fe”, reveló esta semana el sabalero Chiementín al programa radial ADN Gol.
“Cuando lo fui a hablar a Abel, papá de Lucas, me encontré con una sorpresa: habían llamado unos días antes de Newell’s Old Boys de Rosario para una prueba en Reconquista y había dicho que sí. Gente de palabra y de trabajo, el padre de Lucas me dijo: “Si no nos vuelven a llamar de Rosario, vamos a Colón”. ¡Lo que sufrí esos días hasta que pusimos la fecha para ir a Colón!”, recuerda desde Tostado el mismo Chiementín.
¿Cómo fue el día de esa primera prueba de Lucas Alario en Colón?: desandó esos 300 y pico de kilómetros en auto con su padre más Leonel desde Tostado a Santa Fe. “Yo lo llamé a Mauricio, mi sobrino, para decirle que lo llevábamos a Lucas y cuando llegamos al predio, me dijo: “Tío, entra el pibe solo, ustedes se tienen que quedar afuera”. Me acuerdo de ese día y me río”.
“Un flaquito desgarbado”
Tanto Mauricio Chiementín desde Corrientes —se acaba de incorporar como tester de talentos en Boca Unidos por pedido de Robertito Marioni, otro ex Colón que hace años está allá— como Mario Sciacqua desde Jujuy coinciden con la misma anécdota de 2009, previo al desembarco de “Pipa” para quedarse en Colón en el 2010.
“La verdad que las pruebas de jugadores de esa categoría estaban cerradas. Pero como Mauricio insistía tanto con el chico de Tostado que mandaba su tío, lo probamos. La verdad, lo vimos con Mauri, “Cococho” y estaba “Pilín” Acosta esa tarde. No vimos nada del otro mundo, era un flaco desgarbado, como se dice. Para que se entienda: no es el típico jugador que viene a una prueba y vos decís al toque “hay que dejarlo”. Fue un cabildo abierto, votamos y le dijimos que vuelva. Esa es la historia”, dice Marito Sciacqua.
Mauri Chiementín recuerda que “lo de Lucas fue una carrera veloz, sólo jugó en cuarta en inferiores de AFA. En esos tiempos, nos cansábamos de ver jugadores, uno buscaba y miraba por todos lados con los contactos que siempre te deja el fútbol”.
Una lesión de Larrivey lo hizo “subir” al plantel superior. Y una lesión de Lesman lo hizo debutar con la camiseta de Colón en Primera División un 11 de junio de 2011.
El resto es conocido, con un puñado de 12 goles —contra Olimpo y Boca Unidos, los dos más gritados en el mismo arco del FONAVI— en 60 partidos, se lo llevó River por pedido de un tal Enzo Francescoli. Hoy, con 20 goles en 42 partidos (varios de ellos llamados “goles claves o ganadores” como en las Copas) con el “Millo”, su destino parece el Calccio o la Premier League.
Pedro Aldave, su agente FIFA, recuerda algo que le contó a José Vignatti hace algunas semanas: “El día que lo ví jugaba en la cancha auxiliar un partido de reserva por AFA, bajo la lluvia. Se dio de casualidad, porque yo había venido a ver el partido de Primera y llegamos antes a Santa Fe. Desde ese momento, caminamos juntos con Lucas, es un chico espectacular”.
Su padre, Abel, lo dejó en su momento en la pensión externa que tenía Colón y pagaba sus gastos desde Tostado a cambio de una idea fija: que Lucas Alario pueda seguir estudiando, más allá de la pelotita.
Decilo Enzo...decilo
El mismo Enzo Francescoli deseó que el delantero pudiera quedarse hasta que fuera abuelo y el “Pipa” le respondió: “Por mí también me quedo en River hasta que tenga nietos. Me pone muy contento que un jugador y persona así diga eso de mí”.
Lo que está claro es que antes que sus nietos llegarán Inter de Milán, Liverpool de Inglaterra o el Tottenham Hotspur de la Premier League para sacarlo de River Plate.
“Tiene que estar tranquilo y seguir creciendo”, dice su representante Pedro Aldave desde Rosario. “Yo me gané una botella de vino, apostando que jugaba en un club grande y en la Selección”, recuerda desde Tostado el descubridor Leonel Chiementín, que afirma que “hay otro chico acá de 13 años que pinta linda, se lo voy a mandar a mi sobrino a Corrientes”.
Si las derrotas no tienen padres, a los cuentos de príncipes y hadas le sobran escritores en el fútbol cuando hay novelas como las de Lucas Alario. Alguna vez, León Najnudel, el creador de la Liga Nacional de Básquetbol en la Argentina, dejó una máxima para el deporte criollo con una idea: “Hay una frase de algunos entrenadores que repudio totalmente: ¡Yo hice a tal jugador!, dicen, y pretenden demostrar que dieron a luz a un jugador de básquetbol. Es una gran mentira, porque el jugador es hijo de tres factores, ordenados según su incidencia: sus aptitudes potenciales (lo que trae de la cuna), el medio interno en que se desarrolla y la influencia de su entrenador”.
Está más que claro que muchos factores hicieron de Alario lo que hoy es. Pero es inobjetable que el puntapie inicial fue ese día en Tostado cuando cruzaba la calle volviendo de la escuela y su vecino Leonel Chiementín —amigo de Abel, su padre— le dijo: “Te voy a llevar para que te pruebes en Santa Fe, allá en Colón, donde trabaja mi sobrino Mauricio en las divisiones sinferiores”.