Gastón Neffen
Desde el municipio confirmaron que este año se terminará el canal Canillitas y se comenzará con el troncal San Francisco.
Gastón Neffen
A seis meses de los 22 días seguidos de lluvia de abril, que aislaron a buena parte de los vecinos de Colastiné Norte —y otras zonas de la Costa—, desde el municipio le confirmaron a El Litoral que este año se terminará el desagüe Los Canillitas, que tiene un 45% de avance, y también comenzarán las obras en el troncal San Francisco, unos 500 metros más al norte.
“Una vez que terminemos el troncal Los Canillitas, en forma inmediata se comenzará con el canal San Francisco. La inversión en el primero es de $ 2,5 millones y estimamos que la obra del segundo costará entre $ 1,5/2 millones”, adelantó Felipe Franco, secretario de Recursos Hídricos del municipio, en una entrevista con El Litoral de la que también participó Ricardo Alcaraz, secretario de Obras Públicas.
Otra obra de desagüe importante es el troncal que se está planificando para conducir el agua de barrio Las Paltas y el noroeste de Colastiné hacia la laguna Setúbal, a través de la estación de bombeo Los Naranjales. Este canal se va a construir por las calles Las Diamelas, luego doblaría por los Claveles para tomar Los Urunday, que es la calle que va hacia el terraplén.
“En las próximas dos semanas, los técnicos del Instituto Nacional del Agua (INA) van a terminar de analizar el mejor recorrido para este troncal, en función de las cotas y pendientes que hay en la zona. La obra se va a realizar durante el 2017. Además se está trabajando con la provincia para mejorar la estación de bombeo Los Naranjales y establecer una zona de seguridad hídrica junto a la defensa”, explicó Franco.
Es un punto crítico. La semana pasada, en una recorrida que realizó El Litoral, la salida de esta estación estaba tapada por botellas de plástico y pedazos de telgopor, lo mismo que el canal de guarda del terraplén. Es que en este lugar está radicada una familia que vive de reciclar los residuos.
El otro problema es que la estación se construyó en un terreno más alto y eso dificulta el escurrimiento del agua —porque se pensó para que lleve las filtraciones del terraplén, en combo con el canal de guarda, hacia la laguna cuando hay crecida y no para sacar los excedentes hídricos del barrio—.
Por eso, será necesario realizar obras complementarias para mejorar la conducción del agua de lluvia hacia la estación. El otro desagüe que se prevé para el 2017 es el troncal Los Zorzales (que se incluiría en el Presupuesto 2017 junto al de Los Urunday).
El nivel del acuífero, otro indicador estratégico para analizar la vulnerabilidad de los barrios costeros también se va a seguir de cerca. “Este año vamos a colocar dos piezómetros para monitorear la altura de la napa freática en Colastiné Norte. Uno se va a instalar en el Solar de Colastiné y el otro en la intersección de Las Magnolias y Los Ñandubay”, precisó el funcionario.
Durante el 2017, también se van a colocar piezómetros en el sector del barrio que está entre la ruta 1 y el río Colastiné. Otro punto que va a analizar el INA —para planificar los desagües— es el loteo Bosque de La Salle, en donde hubo dificultades durante las intensas lluvias del otoño.
Franco contó que en el municipio se formó una Comisión Evaluadora de Nuevas Urbanizaciones, que exige a los loteadores, además de los cruces de calles, las obras hídricas para reducir la vulnerabilidad cuando llueve y el acceso a una calle consolidada para que los vecinos puedan salir del barrio.
Geoceldas
En los próximos días, se llamará a licitación para comprar los primeros 4.000 metros cuadrados del sistema de geoceldas, que se colocará en calle Chanaes —desde la ruta 1 hasta el centro de día—, un punto que se convierte en un pantano cuando llueve.
El municipio se comprometió a colocar geoceldas en 35 cuadras testigo. El objetivo es mejorar la transitabilidad de las calles de arena cuando llueve. Es una tecnología que utilizó el ejército de Estados Unidos en Irak y que también se usa en un sector del Parque Industrial Los Polígonos en Santa Fe. La ventaja es que aumenta trece veces la capacidad portante del suelo.
El sistema se puede instalar rápidamente. Sobre la calle de arena se coloca una malla geotextil, similar a la de los terraplenes, y luego las geoceldas —que son de polietileno de alta densidad (PAD)— que retienen la arena y le dan mayor solidez a la calle.
En la licitación, en principio, hay tres distribuidores que pueden competir: uno de Santa Fe, otro de Buenos Aires y un tercero de Texas (Estados Unidos). El costo de los 4.000 metros cuadrados se estima en $ 1,2 millones.
“Con las geoceldas, nosotros lo vamos siguiendo a Felipe Franco. Las podemos instalar en calles que tengan desagües. En las próximas licitaciones vamos a comprar los 21.000 metros cuadrados que faltan para completar las 35 cuadras testigo”, explicó Alcaraz.
Una vez que la tecnología se pruebe en las calles de arena de la Costa, los vecinos también podrán solicitar esta obra por contribución de mejoras. “Tiene la gran ventaja que no cambia la fisonomía y la identidad de las calles de arena de los barrios costeros”, planteó Alcaraz.
Otro punto a favor es el precio: un metro cuadrado de geoceldas cuesta $ 320 y uno de pavimento articulado entre $ 450/500, según los datos de la Secretaria de Obras Públicas del municipio. El articulado, además, lleva más tiempo de colocación e implica hacer el cordón cuneta. “El costo constructivo que hay que invertir en la mano de obra es tres veces superior en el articulado”, concluyó Alcaraz.