Florencia Arri
Hay 71 en toda la ciudad y se activaron 2.147 veces desde 2012. Se debate su eficacia.
Florencia Arri
[email protected] Una sirena, dos reflectores y una caja plástica con dispositivos que reciben la señal de activación de hasta 70 botones remotos y transmiten la señal de alerta al Centro de Monitoreo municipal que avisa al 911. A grandes rasgos, así se componen los equipos de alarmas comunitarias que están instalados en postes de 71 esquinas de Santa Fe y cubren 284 cuadras de la ciudad. Su objetivo es alertar por la comisión de delitos en la calle o en domicilios mediante la pulsación del botón de pánico que tienen en su poder 4.655 vecinos. Desde que estos equipos comenzaron a conectarse al centro de monitoreo, en 2012, hasta el 16 de septiembre pasado se activaron 2.147 veces. Sin embargo, sólo motivaron 9 detenciones y por eso se analiza su eficacia. Las cifras fueron aportadas por el subsecretario de Prevención y Seguridad Ciudadana, Mariano Javier Hoet, quien aclaró que el objetivo de las alarmas comunitarias es prevenir ilícitos. “Su fin no es lograr detenciones de personas sino prevenir la comisión del delito poniendo en manos de los vecinos una herramienta más para mejorar su seguridad: que se hayan logrado detenciones, más allá de la cantidad, sobrecumple las expectativas”, dijo el funcionario. En su análisis, la notable diferencia entre las veces que sonaron las alarmas y las que se lograron detenciones radica en las activaciones accidentales o de persuasión. “Como las de autos o las de un hogar, las comunitarias tienen un índice de ‘falsa alarma’ muy importante”, destacó Hoet. Las cifras lo respaldan: del total, sólo 1.129 fueron activaciones por riesgo real y 1.018 fueron activaciones accidentales. Al analizar las cifras en detalle, Hoet resaltó que el sistema se activa después para prevenir un delito o tras su comisión: “Si la alarma se activa por un asalto, cuando llega el móvil policial -por más que llegue a la brevedad-, el delincuente ya no está allí”, observó. También destacó que las activaciones son preventivas: vecinos que alertan al resto por la presencia de personas extrañas a la cuadra, por ejemplo. “En este caso se utiliza la alarma como sistema de disuasión y no genera ningún tipo de persecución”, agregó. El barrio más monitoreado es Siete Jefes El pionero en instalar este tipo de alertas fue un ingeniero de calle Zuviría y Costanera, quien conoció la experiencia en Buenos Aires y decidió implementarla con sus vecinos. En 2009, tras la creación del Centro de Monitoreo municipal, la misma Subsecretaría de Prevención y Seguridad Ciudadana comenzó a proponerla en reuniones de seguridad de diferentes vecinales.
Hoy, según la cuadra, cada sonido tiene un significado diferente para los vecinos. “Cada cuadra tiene sus propias reglas. En algunas, cuando suena una vez significa que hay algo que no gusta o genera desconfianza, en otras quiere decir que hay problemas. Más allá del motivo, las sirenas se sienten”, explicó Daniela.
A la hora de evaluar su eficacia, la vecina analizó que estos equipos se instalaron en el marco de una serie de medidas de seguridad que lograron bajar la frecuencia de los delitos. “No me animo a ser determinante: el barrio está más tranquilo pero no sé si tiene que ver con la alarma, con la Policía Comunitaria o con otras acciones. De todos modos, las recomiendo porque nos sirvieron para unirnos como vecinos y ponernos de acuerdo en reglas para protegernos”, dijo Daniela D.
El compromiso de los vecinos
De uno y otro lado, las opiniones señalan que la clave de la efectividad son los vecinos.
Las calles de barrio Schneider tienen alarmas comunitarias desde hace un década, cuando no existía el monitoreo municipal. Siguen funcionando, y se activan casa por casa, en cadena.
“Si alguien necesita ayuda la hace sonar pero se usan poco: al escucharlas nadie se asoma para ver qué pasa, los vecinos no son solidarios”, destacó Oscar Vallejos, presidente de la vecinal. Consultado ante la posibilidad de instalar los equipos monitoreados en más esquinas fue entusiasta: “Esas sí funcionan porque la gente presiona el botón cuando va llegando y ve algo, pero de todos modos depende de la gente”, reparó.
En la vecinal Unión Progreso y Libertad de Barranquitas, Héctor Valiente coincidió con la vecina de Siete Jefes en que la alarma sirve pero no como medida aislada. “Algunos dicen que funcionan pero otros se quejan de que no sirven para nada, depende del vecino. Los actos delictivos sí se redujeron con la llegada de la Policía Comunitaria, la alarma es variable. Carteles de alarma hay en todos lados, pero lo cierto es que se escuchan poco”, comentó.
Tras sufrir robos reiterados en la vía pública y entraderas en domicilios, en el noreste de la ciudad Patricia Lallana contó que los vecinos de Cultural y Deportiva Central Guadalupe se organizan para colocar este tipo de alarmas. “Estamos muy cerca del barrio chaqueño, hoy llamado Coronel Dorrego, y mientras hubo presencia policial los asaltos bajaron, pero volvieron a incrementarse ahora que se fueron los policías”, observó Lallana.
En los últimos días, los vecinos pidieron asesoramiento a la Municipalidad para instalar las alarmas y, en principio, las colocarán en 8 cuadras cada 200 metros. “Tenemos un par en el barrio y vemos que funcionan”, dijo, y ofreció un doble análisis. Por un lado, señaló que permite encender los reflectores de la alarma mediante control remoto, “para sentirnos más seguros al llegar al casa”. Por otro, indicó que al disparar la sirena “el ladrón se va y los vecinos prenden sus luces”.
Lallana reconoció que no espera que la instalación de las alarmas comunitarias sea una solución definitiva a los asaltos: “Siempre es una ayuda más, antes que nada ayuda pero no soluciona, y funciona si el vecino se compromete”.
15.000 pesos vale un equipo básico de alarma comunitaria en los tres comercios particulares que las venden en Santa Fe. Su valor aumenta según la complejidad del equipo. Incluye dos sirenas, dos reflectores, equipamiento GSM de comunicación con la central de monitoreo municipal, un botón de pánico maestro y un botón inicial. 235 pesos Vale cada botón de pánico que conecta a los vecinos con la alarma comunitaria. Cada equipo central permite la instalación de hasta 70 usuarios en un radio de entre 120 y 200 metros según la interferencia de radiofrecuencia de la zona. “Hay que probarlo ahí”, respondieron los instaladores consultados. 30 días es el tiempo máximo que toma la instalación de una alarma comunitaria. Su costo puede estar incluido en los $ 15.000 del equipo central o no. En ese caso, vale entre $ 2.000 y $ 5.000. El tiempo de montaje y activación también depende de la configuración de la conexión de cada alarma con el Centro de Monitoreo de la Municipalidad.