Ignacio Andrés Amarillo
Ignacio Andrés Amarillo
La segunda jornada del Personal Fest, en el predio de Geba en Palermo, abrió con un picante son de siesta, con la presentación de Mahatma Dandys, Antiflash, Abril Sosa, Planeador Lux y Smooth Ends. Ya para las 15.30 se juntó un público consistente para la presentación de Tristemente Célebres, el grupo de Eduardo de la Puente.
Los nuestros
Ya estaban las condiciones para que Marilina Bertoldi saliese al frente de su “ser eléctrico”: su contundente formato de banda, con la sunchalense en guitarra y en esa voz particularísima (tan distintiva como la indómita melena) multiplicada en la loopera. “Sexo con modelos”, “Puerto”, “MDMA”, “Quisiera”, “Rastro” y “Y deshacer” integraron la lista.
Calor habrán sentido Los Brujos, renacidos como señores grandes pero todavía dueños de unas canciones inhabituales, vestidos con su nueva estética de fracs retrofuturistas y gorros cónicos metalizados. Sobrepuestos al deceso de Ricky Rúa (homenajeado con unas máscaras), salieron a rockear con temas que siguen siendo novedosos más alguno nuevo: “Venganza”, “Psicosis”, “Kanishka”, “La selva”, “Sasquatch”, “Gaga Lady, “Beat Hit, “Agua viva” y “Piso liso”.
Visitantes
Stone Giant es una especie de improbable banda de rock americano fundada en el Berklee College de Boston, con elementos stoner y alternativos, con un sonido espeso sobre ritmos complejos... pero integrada por latinoamericanos y un portugués. “Qué lindo estar de vuelta, la puta madre”, dijo el cantante argentino Sebastián Fernández. “Wolf”, “Wizard”, “Cave”, “Groove”, “LDGA”, “Evil son”, “On my way”, “Nasty” y “Get by” fueron las canciones descubiertas por nuevos fans.
Y del sonido estadounidense se pasó al brit rock frenético de The Strypes, casi una sobreactuación en su estampa inglesa (en los trajes, por ejemplo). Vienen a ser algo así como una de las “The Bands”, pero casi de una década después, y con un público que coreó su nombre, tan joven como ellos. “Mystery man”, “Ge tinto it”, “I don’t wanna know”, “Three streets”, “Eighty-four”, “Cruel brunette”, “Smokestack lightning”, “What a shame”, “Blue collar Jane”, “Scumbag City”, “Drive you home” y “I need to be your only” fueron de la partida.
Mientras Ángela Torres sacudía con su pop juvenil el escenario Personal Play, Mistery Jets copó el escenario Huawei con un indie rock centrado en las teclas de Blaine Harrison, una de las voces principales junto al guitarrista William Rees, el único que habla algo de castellano (los arreglos vocales son parte de la apuesta del cuarteto. La variante: cuando Harrison toma la guitarra, permitiendo que Rees pueda planear por encima. La lista estuvo integrada por las siguientes canciones, ya sugestivas desde los títulos: “Telomere”, “Serotonin”, “Flash”, “Midnight”, “World”, “Elizabeth”, “Bombay”, “Bubblegum”, “Young love”, “2 Doors” y “Someone purer”.
Latin gangsta
Con la caída de la noche se cambió de formato. Percusión latina (Eric Bobo), DJ (Julio G, un scratcher de la vieja escuela) y los dos “maestros de ceremonias” (Sen Dog y B-Real) forman Cypress Hill, el grupo de gangsta rap que vino a festejar sus 25 años con el público argentino que los recibió a viva voz: ellos construyeron una relación con el público hispano a partir de su fusión latina, contemporánea a la búsqueda de los Beastie Boys, y a partir de grabar en español y spanglish. Esta era música “del barrio” (from the hood) y no cada cosa que se escucha por ahí. Interesante revancha después de que Lollapalooza los relegara al escenario secundario en 2015.
Por la setlist pasaron “Get’em up”, “Real estate”, “When the shit goes down”, “Rockweiler beat”, “Hand on the pump”, “Phunky feel one”, “Black sheep/Kill a man”, “Weed medley” (B-Real se prendió un porro en vivo durante este enganchadito sobre la legalización), “Suga hill break”, “Jump around/Nirvana”, “Insane in the brain” (el mayor hit del grupo”, “Latin Thug” y “Latin Lingo”.
Canciones para volar
Parecía difícil salir al toro después de esa descarga, pero The Kooks demostró que era una de las propuestas que la gente fue a ver. La voz de Luke Pritchard es uno de los diferenciales de este grupo cancionero, entre las guitarras afiladas y los colchones de teclados de Hugh Harris.
De entrada pasaron “Eddie’s gun”, “Always where”, “See the World”, “Oo la”, “Down” y “Backstabber”, hasta llegar al gran hit “Around town”. “Mucho gracias, dulce de leche, fuego”, digo Pritchard antes de quedarse solo con la acústica para “Seaside” y luego hacerse acompañar por Harris” en “See the sun”. La banda volvió en pleno con “Tick of time”; “Pictures of you” vino denso y se fue iluminando, antes de “Waterside”, otro de sus éxitos, apto para el baile; y su clásico “She moves in her own way”.
Ahí le cantaron el “Feliz cumpleaños” al baterista Alexis Nuñez, antes de que Luke bromeara con el bajista Peter Denton (“Diez años con este tipo”) para entrar a “Sway”, “Bad habit”, “Matchbox” y “Sofa song”. Pritchard se bajó a saludar a la valla en la salida de mentirita antes del tramo final, con “Forgive and forget”, “Junk of the heart” y “Naïve”.
Hijos del paisito
No Te Va Gustar tenía todo servido para protagonizar el fin de fiesta. Los uruguayos encabezados por el munrense Emiliano Brancciari (y bueno, ellos quieren quedarse con Gardel) recibieron con una buena propuesta de visuales al pico de la concurrencia, apiñada frente al escenario que lleva el nombre del festival. La cosa empezó bien arriba con “Más mejor”, “Cero a la izquierda” y “Como el viento”, que se enganchó con “Fuera de control”.
En ese momento salió el primer saludo: a los propios y “a los que vinieron por primera vez”; y recordó el carilindo el cumpleaños de Charly García “y de mi tía Ivonne, que no pudo venir”. “Llueve tranquilo” antecedió a la explosión de “Al vacío” (ideal para corear como quinceañera), seguido por “A las nueve” (con solos del guitarrista Pablo Coniberti) y “Comodín” (con videoclip de fondo).
“El error” trajo un ritmo más relajado, pero “Sin pena ni gloria” sostuvo el clima. “Viajando sin espada” sonó folk en las guitarras y en el contrabajo de Guzmán Silveira. El acusticazo siguió con “Ese maldito momento”. La frescura estuvo en “Prendido fuego”, una de las canciones adelantadas del próximo disco; en sintonía ígnea apareció “Arde” y enseguida “Esta plaga” en tiempo de ska, con los vientos al borde del escenario.
“Paranoia” puso paños fríos (al fondo el clip con Favio Posca), con cita a “Como le digo” de Rodrigo. “Chau” creció en la percusión de Gonzalo Castex, coreada en parte gracias al lyric video en la pantalla. “Destierro” volvió a sonar folk, con el tecladista Francisco Nasser tocando guitarra acústica. La sorpresa de la noche fue “Cuando pase el temblor” de Soda Stereo, que calzó en el mismo tempo reggae que “Verte reír” (explosión de coros en el campo, y solo de trombón de Denis Ramos). La onda bailable de “El camino” arrancó saltitos masivos.
“Bueno, empieza la despedida, amiguitos”, dijo Brancciari, antes de “Tan lejos”, “Nada para ver” (solo de trompeta de Martín Gil), “No hay dolor” (Martín de nuevo pero en la voz) y “Te voy a llevar” (con intertextualidad a “Todo un palo” de los Redondos). Ahí vino la despedida, y la dedicatoria de “No era cierto” a los trabajadores de Rock & Pop, que no la están pasando tan bien: “Solidaridad”.
Así, con los últimos saludos, con “Could you be loved” de Bob Marley sonando por los altavoces, terminó una nueva edición del ya clásico festival, con la esperanza de una nueva edición que depare sorpresas y reencuentros.