A partir de datos del Indec y de un panorama preocupante en la región de acuerdo con el informe presentado por la Organización Internacional del Trabajo, el complejo acceso de los jóvenes al mercado laboral fue abordado por El Litoral en una serie de notas publicadas en los últimos días. En este caso, una experiencia destinada a varones y mujeres del sector más vulnerable de la ciudad.
Nancy Balza
En la ciudad de Santa Fe, viven alrededor de 59 mil jóvenes de entre 18 y 25 años de edad, que representan un 14% de la población; de ese total, el 31% pertenece a estratos bajos. Quedémonos en ese 31%: el 61% no terminó la secundaria, el 38% sí lo hizo y el 1% está cursando estudios universitarios o terciarios; por otra parte, el 29% está ocupado; el 31 %, estudia; el 16 % está desocupado; un 17% se trata de amas de casa, y el 7% no estudia ni trabaja. Si focalizamos en ese 29% ocupado (en tareas no calificadas, principalmente comercio, servicios y construcción), vemos que sólo el 23 % son mujeres. A este universo de jóvenes en situación de vulnerabilidad social está orientado el proyecto Escuelas de Trabajo.
Cecilia Battistutti es directora del programa que lleva adelante el municipio santafesino y señala que “ésta es una política pública que se inicia a partir de esta gestión del intendente José Corral, y tiene como principales destinatarios a jóvenes en situación de vulnerabilidad social, de 18 a 25 años. Tanto el Progresar como el programa Joven con Más y Mejor Trabajo, que son de Nación y acompañan la terminalidad educativa y la inserción laboral, contemplan esta franja etaria”.
ACCESO, CONTINUIDAD Y ARTICULACIÓN
De las características del programa, Battistutti destaca que intenta desburocratizar la atención, “porque a pesar de que hay más de 50 programas nacionales que tienen a esta población como destinataria de manera directa o indirecta, no acceden, entre otras cosas porque no tienen herramientas para llegar al Estado tal cual se lo concibe como un ente burocratizado”.
Además, se hace una atención continua: “Apostamos a un trayecto de los jóvenes con el objetivo de que en dos o tres años puedan obtener herramientas para un desarrollo autónomo, a veces ligado a lo laboral, a lo educativo o a la convivencia. Tenemos un grupo de orientadores cuya función es generar el vínculo con los jóvenes y conocerlos”.
Por otra parte, la política es integral: “Cuando comenzamos el año pasado junto al intendente y a Daniel Nieto -que hoy integra el Indec- a desarrollar algunos puntos, buscamos información. Hoy, sabemos que 18 mil jóvenes pertenecen a sectores vulnerables en la ciudad” con las características que se mencionan al principio. Es más, en el 16 % de desocupados que surge de la Encuesta Permanente de Hogares para esa franja etaria, “hay mucha inestabilidad del empleo; existe una costumbre y una naturalización de ingresar y salir de un trabajo, la changa es lo más común en estas poblaciones y la naturalizan. Posiblemente, los jóvenes en esta situación no se reconocen como desocupados porque no pasa más de un mes sin que consigan otro empleo”.
La funcionaria plantea otro análisis particular, esta vez sobre la población nini, es decir, jóvenes que no estudian ni trabajan. “Hay una estigmatización, por creer que en esa categoría está el joven ligado a la economía del delito y por eso no va a manifestar nunca su ocupación, o el típico joven que está en la esquina sin hacer nada”. En este punto, aclara que los números reales están muy alejados de esa creencia: “el mayor porcentaje de ninis es de mujeres jóvenes que fueron madres, que viven con sus padres, pertenecen al mundo activo, pero no se encasillan en ninguna de las otras opciones porque no se reconocen amas de casa -que son sus mamás-, no son estudiantes ni están trabajando, pero tampoco están buscando trabajo. En su mayoría, ese 7% de ninis está compuesto por mujeres”.
Otro eje fundamental es la articulación, que se hace con otras áreas y programas que entiendan que los jóvenes “son protagonistas de esta política pública”.
Educación, formación e intermediación laboral, emprendedorismo, acceso a la primera vivienda y acceso a la cultura, el deporte, la salud y promoción de derechos para una mejor convivencia, conforman los ejes del programa que traerá propuestas nuevas el año que viene, como la incorporación de gabinetes tecnológicos para brindar capacitación en tecnología e innovación; indumentaria y moldería textil, y la articulación de un curso de cuidado de personas con posibilidad de prácticas. Aquí, surge otro dato interesante: “Trabajamos con un grupo de 50 jóvenes para el ingreso a la universidad y lo que más nos llamó la atención es que las carreras que eligieron no son las tradicionales, sino aquellas ligadas al cuidado de la salud que son más sostenibles y tienen demanda laboral”.
DEL DICHO AL HECHO
—¿Cuáles son las posibilidades laborales para los jóvenes que pertenecen a sectores vulnerables? —Si me guío por una cuestión de oferta de formación, hay más oferta en oficios tradicionales que en tecnología, innovación o carreras cortas. Estamos trabajando en ofertas de formación del año que viene y hacemos un varieté entre las capacidades instaladas en la ciudad, la demanda de los jóvenes y la demanda laboral. Sacando el sector público, en la ciudad el empleo surge del comercio, la construcción, la industria y el turismo -que está creciendo-, y los servicios sociales, donde estamos apostando al cuidado de personas y la primera infancia. El comercio, más allá de ser la actividad económica más importante, es familiar y la capacidad de emplear es baja. En construcción se están necesitando perfiles y para eso trabajamos en conjunto con la Uocra, también en formación para mujeres. Las mujeres eligen proyectos que tengan que ver con el comercio: venta, marketing, asistente contable; también panificación y pastelería -que permiten generar autoempleo-, y estética, que posibilita un trabajo ambulante. La verdad es que la inserción es un problema cultural de los empleadores: hoy por hoy, de los jóvenes que hacen entrenamientos laborales, el gran porcentaje son varones, porque así lo piden más allá de la actividad que los requiera. En cambio, nos piden mujeres para limpieza. En números, en 2015, la relación entre Programa de Inserción Laboral y Entrenamientos para el trabajo fue en orden al 28 % (49 jóvenes) en el sector privado, y de ese total 15 fueron mujeres. En lo que va del año, sobre 19 jóvenes que accedieron a instancias de PIL, 10 han sido mujeres. >> UN BLOG http://santafeciudad.gov.ar/blogs/trabajo/ Para conocer detalles del programa y de sus protagonistas en primera persona.