A pesar de que Mauricio Macri, en el último tramo de la campaña electoral, se comprometiera a mantener el Programa Fútbol para Todos, no suena contradictorio que el gobierno nacional anuncie que ya no habrá partidas presupuestarias para sostener este esquema, a partir del 1º de enero de 2017. Sin embargo, que la administración de Cambiemos decida recortar los fondos para Ciencia y Tecnología resulta incoherente. Sobre todo, porque el presidente de la Nación y sus principales colaboradores se esfuerzan de manera constante por hacer hincapié en la importancia que el conocimiento y el desarrollo técnico-científico tienen para un país que pretenda salir del atraso y transitar el camino del desarrollo. Con un presupuesto de casi 14.000 millones de pesos para 2017, el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva iba a sufrir un recorte del 3,5 % en materia de recursos económicos, teniendo en cuenta los fondos destinados en 2016 para esta área y realizando los cálculos inflacionarios correspondientes. Esto provocó la inmediata reacción de los sectores afectados, de la oposición política e, incluso, de socios de Cambiemos, que plantearon la necesidad de rever las estimaciones presupuestarias para el año que viene. Lograron que los fondos se incrementaran en 900 millones de pesos, aunque reconocen que lo ideal hubiese sido sumar 2.000 millones de pesos a los recursos asignados al área durante el presente año. Es cierto que el kirchnerismo malgastó -en el mejor de los casos- dinero en las más diversas áreas y que seguramente se hace imprescindible un replanteo generalizado de la asignación de recursos. Sin embargo, también es verdad que hubo decisiones adoptadas en materia de ciencia y tecnología que merecieron un extendido reconocimiento. Tanto fue así que, al asumir como presidente, Macri mantuvo en su cargo al ministro Lino Barañao, reconociendo el trabajo realizado durante los últimos años. Se trató de una decisión que rápidamente obtuvo consenso, más allá de banderías políticas. No sólo por la labor de Barañao en esta cartera, sino porque fue un mensaje claro en el sentido de que el nuevo gobierno estaba dispuesto a preservar todo aquello que se venía haciendo bien. En las últimas horas, Barañao dijo públicamente que confía en que la situación pueda revertirse y que con el correr de los meses el gobierno asegure el presupuesto necesario para sostener los programas de investigación. De todos modos, advirtió: “Si los fondos no están, va a ser difícil que continúe en la gestión”. El futuro de cualquier país depende de una intrincada multiplicidad de situaciones. Sin embargo, la inventiva y el conocimiento resultan preponderantes. Se trata de componentes multiplicadores y que fortalecen las potencialidades de crecimiento y desarrollo a largo plazo. No es casual que Estados Unidos, Japón, China, Alemania y Corea del Sur encabecen el ranking de naciones con mayor cantidad de solicitudes de patentes internacionales. Es probable que Barañao tenga razón y que la actual administración adopte sobre la marcha las decisiones necesarias para que no se produzcan retrocesos en un área tan sensible. Sin embargo, el recorte presupuestario no parece haber sido la medida más acertada desde el punto de vista simbólico. El mensaje que se le está dando a la comunidad científica y a la sociedad en general es que no se trata de un área prioritaria. Una decisión que sólo contribuye a acentuar ciertos prejuicios que existen sobre el nuevo gobierno.