El Litoral
El actual mandatario seguriá gobernando gracias a la abstención de gran parte de los diputados socialistas.
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Paula Escalada Medrano - DPA
El Congreso español puso este sábado fin a diez meses de bloqueo político tras la elección de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno de España, gracias a la abstención de gran parte de los diputados socialistas en una histórica votación.
Atrás queda uno de los periodos más complicados en la historia de la democracia española, meses de incertidumbre con un Gobierno en funciones, donde se han celebrado dos procesos electorales y dos investiduras fallidas. Y se abre otra etapa, también compleja, por la gran división de grupos políticos que hay en el Parlamento.
"Entre todos podemos llegar a entendimientos y debemos intentar convertir esta situación difícil y compleja en una oportunidad. A ver si somos capaces, tenemos acierto y serenamos todos los ánimos", dijo en declaraciones a medios un comedido Rajoy, consciente de que su papel como gobernante no va a ser sencillo.
Como estaba previsto, Rajoy obtuvo en la votación el apoyo de los diputados del Partido Popular (PP), de los liberales de Ciudadanos y de los regionalistas de Coalición Canaria, logrando 170 votos a favor. El resto de partidos votaron en contra del conservador y en el Partido Socialista (PSOE) hubo una división.
Hubo 68 abstenciones y finalmente fueron 15 quienes no quisieron seguir la disciplina de voto, pero su rechazo al conservador no fue suficiente. No participó en la votación el ex líder socialista, Pedro Sánchez, después de que esta mañana renunciara a su acta como diputado para no tener que seguir la disciplina de su partido, totalmente contraria a su popular fórmula de "no es no" a Rajoy.
Los socialistas habían acordado hace unos días la postura del partido de abstenerse en bloque, un viraje no exento de polémica y que ha sido duramente criticado por el resto de grupos políticos de la Cámara en sus intervenciones. Desde el PSOE justificaron el cambio en lo necesario de acabar con el bloqueo político y de evitar que el país se viera abocado a unas terceras elecciones.
El rey Felipe VI recibió hoy la noticia de la investidura de Rajoy durante la XXV Cumbre Iberoamericana celebrada en Cartagena de Indias, Colombia. El monarca no quiso perderse el cónclave más importante de la comunidad iberoamericana a pesar de la excepcional situación política que atraviesa España, pero esta tarde abandonará la ciudad caribeña para regresar a Madrid a la jura de Rajoy de su cargo, que previsiblemente tendrá lugar mañana.
A finales de la próxima semana, el conservador anunciará quiénes serán sus ministros, las caras elegidas para acompañarlo en la compleja tarea de Gobernar un parlamento multicolor. Ante esta variedad, en sus discursos de estos días Rajoy ha insistido en la importancia del diálogo y de las negociaciones entre los distintos partidos.
Este sábado, minutos antes de la votación, el líder del PP ofreció un breve discurso en el que dijo que "hoy no concluye esta historia" sino que "comienza" ya que "España necesita algo más que una simple investidura". Y es que, "la falta de mayoría nos hace a todos responsables", dijo.
Por ello ofreció "una disposición abierta al diálogo y una voluntad de entendimiento". "Soy el principal interesado en que busquemos y alcancemos acuerdos", dijo el conservador, quien se mostró dispuesto a "mejorar" y a "cambiar" lo que sea "razonable".
El resto de grupos políticos también intervinieron brevemente el día de hoy, muchos para criticar la decisión de los socialistas de permitir el Gobierno de Rajoy. Desde el PSOE anunciaron que a partir de mañana comenzarán su labor vigilante con el Ejecutivo.
Mientras los diputados votaban en el Congreso, miles de personas protestaban por la investidura en el centro de Madrid. Bajo el lema "Ante el golpe de la mafia, democracia", la concentración fue convocada por la plataforma Coordinadora 25-S, afín al movimiento de los indignados 15-M, del que salió el partido izquierdista Podemos.
La marcha arrancó entre un gran dispositivo de seguridad que, con un millar de agentes, cerró al tránsito a la Plaza de las Cortes, en la que se ubica la Cámara baja española. Se temía que los manifestantes acudieran al Congreso para rodearlo simbólicamente, como sucedió en manifestaciones previas, algo que finalmente no se produjo.