El país que el gobierno prometió para el último trimestre del año en materia económica continúa sin aparecer. Si bien existen algunas señales en rubros puntuales que permiten soñar con el final de la caída, en general las variables continúan siendo negativas: la retracción en la actividad industrial y la merma en la construcción fueron algunos de los últimos datos preocupantes. El Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) acaba de anunciar que la actividad industrial en Argentina registró en septiembre una caída de 7,3% respecto al mismo mes del año pasado. Así, los primeros nueve meses de 2016 acumulan un descenso del 4,6% respecto del mismo período de 2015. En el noveno mes de 2016, los sectores que sufrieron las mayores caídas fueron los del acero y el aluminio (23,1%), la industria automotriz (22,5%), la actividad de impresión (16,2%), la industria textil (12,1%) y la producción de caucho y plástico (11%). En tanto, la construcción también acentuó su proceso negativo en septiembre. El Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción (Isac) registró que la actividad del sector disminuyó un 13,1% con respecto al mismo mes de 2015 y que en el año registra una contracción acumulada del 12,8%. Sin embargo, y a pesar de todo, la mayoría de los argentinos confía en que la situación comenzará a mejorar en el corto plazo. Así lo refleja un estudio que periódicamente realizan las consultoras D’Alessio Irol y Berensztein en el que se mide el humor social y político de los argentinos. Según esta encuesta, en octubre el 58% de los consultados dijo confiar en que en el año próximo -para el que restan menos de 60 días- comenzarán a aparecer signos positivos en el país. Se trata de un dato sumamente alentador ya que, así como las expectativas negativas entre la población pueden hacer naufragar las mejores administraciones en materia económica; el optimismo en el humor social contribuye a generar un escenario favorable que incluso disimula los errores que el gobierno pudiera cometer. Seguramente, existen diversos motivos que explican por qué la mayoría de los argentinos mantiene en alto las esperanzas a pesar de los inocultables problemas. En parte, esta mirada sobre la economía en 2017 se sustenta en el hecho de que será un año electoral, en el que el gobierno se juega gran parte de sus probabilidades de éxito para lo que resta de mandato. En este sentido, Cambiemos deberá hacer equilibrio entre una gestión económica responsable y la tentación de caer en la demagogia para captar votos. También incide el recuerdo de lo que sucedió en el país hasta diciembre del año pasado, con un gobierno kirchnerista incapaz de salir del laberinto que se encargó de construir en materia económica, al que se sumaron la prepotencia crónica y una corrupción endémica que alcanzó hasta los pliegues más recónditos del Estado. Cada vez que la ex presidente Cristina Kirchner o algunos de sus más conspicuos colaboradores se manifiestan públicamente, muchos recuerdan por qué decidieron votar por un cambio. Así, el actual gobierno se ve favorecido por una corriente de opinión que no controla del todo. El país atraviesa un momento bisagra. Con el paso del tiempo, en el humor social comenzará a pesar menos el recuerdo del pasado y las miradas se posarán definitivamente sobre la actual administración. Los márgenes para cometer errores se reducen. Y el actual gobierno, deberá evitar ciertas equivocaciones innecesarias como las que se produjeron durante los primeros 10 meses de gestión.