De la Redacción de El Litoral
Son preparatorias para alumnos ingresantes. Apuntan a revisar contenidos clave para afrontar las materias más difíciles.
De la Redacción de El Litoral
El salto tan abrupto de la secundaria a la universidad -mundos muy distintos- puede ser un dolor de cabeza para aquellos ingresantes universitarios que no están seguros de los conocimientos adquiridos, ni de la preparación individual que necesitan para afrontar con éxito las exigencias académicas. Allí, aparecen las preparatorias privadas como una opción para rever y reforzar contenidos, y para el apoyo psicopedagógico.
En la ciudad de Santa Fe funcionan varias academias preparatorias privadas. Una de ellas es el Instituto Privado de Apoyo Universitario (Ipau) donde las clases de apoyo comienzan en febrero (para el año siguiente) en todas las disciplinas. Trabajan más de 20 docentes de distintas áreas, y cuatro psicopedagogos. Se dictan dos clases por semana de dos a tres horas cada una.
“Trabajamos sobre el contenido de toda la materia de cada alumno, y sobre lo que significa rendir. Esto implica que ir a un examen ante un jurado examinador no es fácil para los chicos: muchos entran en pánico, y es lógico que eso ocurra porque el salto de niveles es difícil. En este caso intervienen los psicopedagogos”, contó a este medio Fernando Burgués, director académico del Ipau. También se ofrecen dos talleres optativos: uno sobre técnicas de estudio y otro de orientación vocacional.
El “abismo”
“Hay un abismo enorme entre secundaria y facultad. Y se echan culpas, la escuela media a la universidad y viceversa. La realidad -resaltó Burgués- es que en el colegio no se trabajan bien contenidos muy básicos, y el alumno llega con un ‘bache’ con el curso de ingreso ya iniciado. Pero la facultad no les exige, en líneas generales, cosas básicas. Hay responsabilidades compartidas”, fue su opinión.
La falencia más saliente con la que llegan los chicos a prepararse para el ingreso es la Matemática. Es la gran materia “filtro”. “Por lo general, el alumno que no supera esa etapa (manejar las Ciencias Exactas) deja la universidad tras el 2do. o 3er. año”, dijo el director según su experiencia. “Y el que lo supera, sigue con más empuje porque tiene la base”.
El otro problema detectado está entre los chicos que estudiarán Medicina. “El ingreso a la carrera de Medicina de la UNL, por ejemplo, tiene un examen que es excesivamente largo. Hasta ahora era un solo examen global que abarcaba todas las materias juntas, en un solo día y en un solo examen, de tres horas de duración. Eso hacía que el alumno ingresante se viera totalmente abrumado por la cantidad de información. Ahí había deficiencias. Ahora tenemos entendido que los dividieron. No sabemos qué va a pasar, será una experiencia nueva”, dijo.
“Horrores” ortográficos
Desde la Academia Preparatoria General Paz (AGP) las versiones no son tan distintas. Una frase se repitió: “Hay un abismo enorme entre la secundaria y la universidad. Desde el vamos hay una muy mala preparación desde las escuelas medias, sean públicas o privadas. El nivel es bajo para rendir el ingreso tanto para la UNL como para la UTN Santa Fe”, fue el diagnóstico de Betiana Regis, profesora de matemática de la AGP.
Muchos chicos rebotan en el ingreso. ¿Por qué? “Son muchos los temas que en la escuela no se trabajan, o se trabajan muy por encima. En Matemática aparecen las deficiencias más severas. Noto que los chicos no saben interpretar un problema (una ecuación básica, por caso) ya que no tienen buena preparación en la comprensión de un texto, que lo aprenden en Lengua. Y si no saben interpretar un problema matemático, mucho menos podrán resolverlo. Fallan desde la teoría”, agregó.
“Además, notamos errores, ‘horrores ortográficos’ constantemente. Los chicos no saben siquiera escribir correctamente palabras. No prestan atención a cómo escribir una palabra, o una construcción oracional. Sin escribir correctamente, sin comprender o razonar es imposible resolver un problema”, advirtió Regis.
“Nosotros partimos desde cero para detectar adónde está el problema del alumno y, a partir de ahí, ver qué contenidos tenemos que trabajar, y cómo. La preparación para el ingreso es muy personalizada. También tratamos de darle apoyo psicopedagógico: los animamos todo el tiempo, porque sabemos que es difícil enfrentar los cursos de articulación”, aseguró Regis.