En los últimos días, el Ministerio de Salud tomó la drástica decisión de suspender los partos programados y las cesáreas en el Hospital de la ciudad de Vera. Por ese motivo, si no están en condiciones de ser atendidas en un sanatorio privado, para dar a luz, las parturientas deben viajar 65 kilómetros hasta el Hospital de Reconquista, en el departamento General Obligado. Las autoridades resolvieron adoptar esta medida luego de que un bebé falleciera en Vera por razones que, al parecer, eran evitables. Todo indica que no se trató del único caso y que, al menos, existen una o dos parejas que decidieron hacer públicas las dramáticas situaciones por las que debieron atravesar en el mismo servicio de este nosocomio. La Justicia intervino y desde las últimas horas investiga el Ministerio Público de la Acusación. Las muertes de los bebés se habrían producido por errores médicos. Por ese motivo, el gobierno suspendió a profesionales del área de maternidad para evitar el riesgo de nuevas situaciones fatales. “Retomaremos las tareas habituales en este servicio del hospital cuando tengamos la seguridad de brindarle tranquilidad a la población”, dijo el ministro de Salud, Miguel González. No sólo nacer representa un problema en esta zona de la provincia. El 17 de octubre pasado, Demetrio Ferreyra, un vecino de 76 años que vivía en Cañada Ombú -departamento Vera-, sufrió una descompensación. Inmediatamente, los familiares decidieron buscar al médico más cercano, radicado en Los Amores, a 22 kilómetros. Apenas observó el cuadro, el profesional ordenó trasladarlo en ambulancia hasta un sanatorio de la ciudad de Vera. El recorrido no era fácil, a pesar de que se trata de vehículos 4x4. Son casi 150 kilómetros por la Ruta Provincial Nº 3, de los cuales casi la mitad son de tierra. La ambulancia del 107 partió sin médico a bordo; sólo con una enfermera. El primer objetivo era llegar a Intiyaco, donde comienza la ruta asfaltada. Sin embargo, no fue posible: la unidad quedó empantanada en el barro entre las localidades de Los Tábanos y Golondrina. Fue entonces cuando pidieron el auxilio de otra ambulancia del 107, que lógicamente demoró media hora en llegar. La segunda etapa del viaje tampoco fue sencilla. Para completar el trayecto demoraron aproximadamente cuatro horas. Demetrio Ferreyra arribó finalmente al sanatorio, pero falleció al rato. Quizá el destino de este hombre estaba marcado y su muerte era inevitable. Sin embargo, la duda permanecerá en cada uno de sus seres queridos por el resto de sus vidas. Es evidente que el histórico atraso, la falta de desarrollo y la carencia de infraestructura básica que históricamente caracterizaron al norte de la provincia de Santa Fe, no sólo afectan la forma en que los habitantes de aquellas regiones viven. Además, estos flagelos repercuten en la manera en que la gente nace y también en qué circunstancias muere. Atribuir todos los problemas del norte de la provincia al actual gobierno sería injusto. De hecho, ya se licitó la pavimentación de parte de la Ruta 3 y se llamó a concurso para incorporar nuevos profesionales al hospital de Vera. Sin embargo, lo sucedido es un nuevo llamado de atención que desnuda con absoluta crudeza una situación insostenible. En el norte no sólo es difícil vivir. Además, las evidencias demuestran que nacer o morir, también suelen representar una verdadera odisea.