Juan Ignacio Novak
La institución (ex Coro de Niños) celebra 35 años de vida. De sus aulas salieron cantantes reconocidas internacionalmente. Hoy cuentan con un espacio propio y la expectativa de crecer en cantidad de alumnos.
Juan Ignacio Novak
El Coro de Niños y Jóvenes de la Municipalidad de Santo Tomé, hoy convertido en la Escuela Coral Municipal “Carlos Guastavino” celebró a lo largo de 2016 sus 35 años de vida. El “broche de oro” será a través de dos conciertos navideños que serán el sábado 3 de diciembre a las 20.30 en la Parroquia Inmaculada Concepción de Santo Tomé y el domingo 4 de diciembre a las 21 en la Catedral Metropolitana Todos los Santos de Santa Fe.
La institución se creó en 1981 y desde entonces la dirige la profesora María Elena Boero (llamada por todos Malena, o simplemente “Male”) y en noviembre de 2014 fue declarada Escuela Coral Municipal Carlos Guastavino. “Era una época de mucha censura y trabajar en Santa Fe se hacía un poco más difícil que en otros lados. Tuve la necesidad de ir a otro lado para seguir trabajando en la difusión de la música coral, creyendo que se podría hacer con más libertad. Y así fue”, cuenta Boero, al evocar los primeros tiempos. “En Santo Tomé pude trabajar con toda libertad y empezamos a hacer una tarea de inclusión, con chicos de las escuelas y en los barrios”, explicó.
A partir de ese primer impulso, la institución fue creciendo. Sumó recursos y hace dos años pudo conseguir su casa propia, a partir de un subsidio que ganó mediante un concurso del Fondo Nacional de las Artes y el apoyo de la Municipalidad de Santo Tomé. “En todos estos años pasaron cientos de niños y jóvenes. Yo creo que he formado generaciones de chicos. Para el próximo año apuntamos a que crezca la cantidad de alumnos”, se entusiasma Boero.
—Varios de ellos pudieron continuar un desarrollo profesional tras su paso por el Coro.
—Muchos siguieron carreras en el Instituto, en el Liceo, en diferentes instituciones. Nosotros también nos dedicamos al canto solístico, por eso tuvimos grandes cantantes. Por nuestras aulas pasó Virginia Tola, que estuvo desde los 8 hasta los 20 años. Rocío Arbizu, que hoy está en el Teatro Argentino de la Plata; María Eugenia Coronel, Florencia Molinero, Daniela Tabernig, considerada la mejor soprano de Argentina. En la actualidad seguimos acompañando a gente que desea ser solista, con la colaboración de Fundación Accentus, creada para ese fin.
—¿En estos 35 años, cuáles fueron los momentos más difíciles?
—Mi energía y mi alegría por trabajar en esto que es mi gran vocación, fueron tantas, que hubo momentos de crisis pero todos se fueron sorteando. La institución tiene este lema: “Nada se construye desde la tristeza”, frase de Arturo Jauretche. Siempre reinó una gran alegría. Y siempre tuve equipos fantásticos, que me apoyaron, se pusieron la camiseta y lucharon por la institución. Yo apuesto al trabajo en equipo, que es la única manera de construir. El equipo que tengo ahora se está formando para el día que yo me retire, para que la institución no tenga que sufrir ninguna alteración. Por supuesto que algo va a cambiar porque son personas distintas, pero están preparados para continuar. El trabajo artístico en grupo es maravilloso para transformar. Muchas veces trabajamos con gente de escasos recursos o ciertas problemáticas y a través del amor y la solidaridad, la gente se integra. No sólo el alumno, sino también la familia.
Espectáculos y actividades
A lo largo de sus tres décadas y media de labor, la Escuela Coral de la vecina ciudad organizó y también participó en espectáculos de amplia repercusión. En 2000, sus coreutas formaron parte de la ópera “Carmen”. En 2002, presentaron el musical criollo “Mujeres Argentinas”; en 2003 el music hall “Con swing y a toda voz” y en 2010 la “Cantata Sudamericana”. En 2013, la institución asistió al “XIII Festival Internacional de Coros de Yucatán”, en la ciudad mexicana de Mérida y en octubre pasado al IX Festival Internacional de Coros “Mario Baeza”, realizado en la ciudad de Santiago de Chile.
En la actualidad, las actividades de la Escuela se organizan en cuatro grupos simultáneos: Coro Inicial (de 8 a 12 años), Coros de Niños (9 a 15 años), Coro Femenino (jóvenes de 14 años en adelante) y Solistas, que se capacitan en técnica vocal, audioperceptiva, expresión corporal, práctica escénica y fonética en diferentes idiomas. Integran el cuerpo docente, junto a María Elena Boero, Gabriela Aguirre Molina, Evelyn Plaumer, Mario Spinosi y Viviana Galassi.
En cifras
160 alumnos forman parte en la actualidad de los distintos grupos de la Escuela Coral Municipal Carlos Guastavino de Santo Tomé, bajo la tutela de los profesionales dirigidos por Malena Boero.
Resistir la tristeza del silencio
Por María Rosa Pividori
Para comprender una historia como para comprender un paisaje, es menester escoger bien el punto de vista. Y para ello hay que encontrar una cima. Esa cima es la metáfora que sugiere desplegar la serie de acontecimientos que han conducido a ella y nada mejor que hallarla en el aporte de los grandes maestros que motorizan la existencia colectiva: “Nada grande se construye desde la tristeza”. Arturo Jauretche.
Para poder leer la historia del Coro de Niños y Jóvenes de la Municipalidad de Santo Tomé de esa cima son las experiencias más profundas de su inicio y su trayectoria, las que permiten captar sus dimensiones trascendentes; aquellas experiencias que fueron forjando el sentido y el valor transformador de sus 35 años de vida. El momento fundacional marca un hito sugeridor que le puso impronta y fue cauce de sus infinitas proyecciones.
Año 1981. El ruido del miedo venía estremeciendo la vida de los argentinos. Un desierto de desencuentros y encierro sobrevolaba la vida cotidiana. Ni un sonido, ni un enojo visible. Marciales desconfianzas de unos para con los otros.
Contraviniendo tanto pesar, desde la otra margen del río una mujer cruzó la “Boca del Tigre” decidida a encontrar un espacio que diera rienda suelta a tanta sonoridad reprimida. Santo Tomé era un espacio posible y su ingenio encontró la interlocución de Estrella de Cifre, la entonces directora de cultura, que cedió el marco para fundar el coro de Niños que es hoy la Escuela Coral Municipal Carlos Guastavino, para que se pudiera concretar la iniciativa. Fiereza arremetedora, entre el brocal y la fragua comienza a fluir otra historia.
“El canto baja por fin, demudado, contenido. Lleva una espiga en la mano. Lo siguen mujer y niño. El canto vaga cantando
de un domingo a otro domingo; mira con ojos azules, duerme con pelo de lino. (...) Al cabo de seis semanas ya ha montado por sí mismo; ya está sin pena y en marcha el canto de sol y trigo”.
Ella, María Elena Boero, comenzó a amalgamar una historia compartida de generaciones de niños y jóvenes que canjearon la mudez por la palabra decidora; soñó otro destino para ellos y lo consiguió con creces casi como quien seduce a la tempestad para que se convierta en rapsodia ¿Qué es lo que sostiene a una inteligencia, voluntad y corazón para que, a pie firme, afronte lo que parecía imposible?
Repasando las páginas de los años de vida de este Instituto Coral, se puede confirmar que militaron para resistir la tristeza del silencio. Cántico colectivo que llegó para quedarse y pudo contrarrestar su intemperancia, a pesar de las inclemencias de un tiempo que no dejaba lugar para la poesía. Mujer de las nuestras que no supo doblarse para evitar un trajinar que no fue sencillo.
La vida reencontrada tras la dichosa reunión con la palabra, pudo contra los infiernos que horadan la alegría. El canto, el compartir y mucho amor para los que venían a relevarnos; hermanos pequeños, de la misma esperanza. Niños y jóvenes cantores para otro tiempo.
La fraternidad amalgamó lo diferente en experiencia plena que trabó los componentes de distintas vidas como en una sola gavilla: el acto de la creación poética fue acción militante, de fe inextinguible en un porvenir, y, sobre todo, la aceptación alegre de un presente que puede y debe ser mejor porque se trató de un proyecto humano que no era individual porque sobrepasó a cada uno de los que lo transitaron y le dio sentido a todo lo demás.
Quizás para algunos este relato pueda parecer una apología nostálgica de los sacrificios sinsentido; de la responsabilidad heroica frente a la vida de los otros; de la ingenuidad idealista; de los romanticismos ya pasados de moda. Para Male y su gente del Instituto es como lo que dice Mamerto Menapace. “Dos cosas se parecen mucho: baldear agua desde un pozo y contar cuentos. En ambos no se trata de inventar nada y sin embargo en cada gesto hay un nuevo alumbramiento. Algo eterno y permanente circula oculto en lo interior de la tierra y en la sabiduría de un pueblo. El pozo misterioso permite llegar hasta esa realidad y cuento a cuento, balde a balde, la frescura de la vida oculta viene a saciar la sed de verdad y de hermosura que cada uno de nosotros necesita”.