Mientras algunos especialistas en materia tributaria califican de “mamarracho” la reforma en el impuesto a las Ganancias que acaba de aprobar la Cámara de Diputados de la Nación; el presidente Mauricio Macri tilda de irresponsables a Sergio Massa, Axel Kicillof y al resto de los sectores que avalaron los cambios.
Lo cierto es que más allá de cuestiones meramente técnicas sobre el impacto que estas modificaciones podrían provocar en los ingresos públicos (tanto nacionales, provinciales y municipales), el debate acerca de Ganancias permite sacar una serie de conclusiones políticas generales.
En primer lugar, que gran parte de la clase política argentina no está en condiciones de soportar un archivo.
La verdad es que ver y escuchar al diputado Axel Kicillof defendiendo el proyecto aprobado y reclamándole al gobierno que reduzca la presión impositiva sobre los asalariados que pagan Ganancias resulta indignante y bochornoso. Es que, mientras fue ministro de Economía -hace apenas un año- se mofaba de todo aquel que se atreviera a reclamarle algún tipo de cambio en este impuesto.
De hecho, el kirchnerismo gobernó siendo mayoría tanto en la Cámara de Diputados, como en Senadores. Si el ex ministro y Cristina Fernández pensaban que cobrar Ganancias sobre sueldos que apenas llegaban a 15.000 pesos resultaba injusto, les hubiese bastado con enviar un proyecto de reforma al Congreso de la Nación. Su aprobación estaba asegurada.
Para Mauricio Macri, tampoco resulta fácil superar la prueba de los archivos. Durante la última campaña electoral, el 2 de octubre de 2015 se presentó un spot donde el ahora presidente aseguraba: “En mi gobierno, los trabajadores no van a pagar impuesto a las Ganancias. Ése es mi compromiso”.
Fue justamente por este motivo que desde el preciso momento que asumió, a Macri se le reclamó que cumpliera con su palabra.
A decir verdad, aquella promesa electoral siempre fue de cumplimiento improbable -o imposible-. Mucho más, en el corto o mediano plazo, ya que si bien es cierto que Ganancias abarca a un universo reducido de trabajadores, representa una fuente de ingresos importante que no resulta fácil reemplazar. Sobre todo cuando, lejos de reducirse, el gasto público se incrementó durante el corriente año.
El gobierno nacional debió dar el debate sobre Ganancias hace tiempo. Ahora, este tema tan sensible se discute en medio de un contexto teñido por intereses electorales, ya que los comicios del año entrante no sólo resultarán clave para determinar el futuro político del oficialismo, sino también de sectores de la oposición que aspiran a convertirse en una verdadera alternativa en 2019.
Pero las repercusiones políticas por lo que acaba de suceder en Diputados no sólo impactan a escala nacional, sino que también lo hacen de manera particular dentro de la provincia de Santa Fe.
Socialistas y radicales, socios en el Frente Progresista Cívico y Social, votaron dos proyectos diferentes sobre Ganancias. El presidente de la UCR e intendente de Santa Fe, José Corral, pasó factura a un socialismo que, a su vez, también parece tener miradas divergentes. Mientras el gobernador Miguel Lifschitz intenta moderar su posición, otros sectores de su partido endurecen su discurso hacia la Nación.
En definitiva -y más allá del debate fiscal-, la discusión por este impuesto terminó dejando al desnudo a gran parte de la dirigencia política.
Lo importante, en todo caso, será que primen la cordura y la responsabilidad.