Gabriel Rossini
Gabriel Rossini
@taperossini
La solución transitoria a la crisis laboral suscitada en la empresa Bahco como consecuencia de la importante caída de las ventas en el mercado interno y la apertura de las importaciones, permitirá pasar las fiestas de fin de año en paz a las familias de quienes allí trabajan, a sus proveedores y prestadores de servicios, y en general a toda la sociedad que hace años no se enfrentaba en nuestra región a un conflicto laboral de esta magnitud producto de decisiones de política económica.
De acuerdo con el relato de los responsables de la empresa y la conducción sindical local, la respuesta de los Estados municipal, provincial y nacional llegó rápida y estuvo a la altura de las circunstancias. Una serie de herramientas -desde incentivos fiscales hasta la promesa de inclusión en el programa Repro- se puso a disposición de la compañía que finalmente modificó su plan original y levantó las suspensiones sin goce de haberes para todo el personal que iba a aplicar en la segunda quincena de diciembre.
Merece destacarse en esta situación el compromiso del gobierno municipal y provincial porque con las pocas herramientas que tienen para enfrentar este tipo de situaciones, mostraron interés y compromiso por encontrar una solución. Entendieron sin necesidad de que nadie se los explique lo que representaría para la región que 200 empleos registrados en el sector privado se vean afectados.
El auxilio permitirá a la empresa atravesar el primer semestre de 2017 sin dificultades. La incógnita por dilucidar es cómo estará la economía, si se cumplirá el pronóstico del gobierno nacional de crecimiento, aunque sea módico; si las tasas de interés bajarán lo suficiente como para que las pymes puedan financiarse de manera razonable, si el mercado interno se reactivará a niveles precrisis y si los consumidores recuperarán la confianza como para volver a encarar compras sabiendo que las van a poder pagar.
“¿Por qué en marzo o abril del año próximo van a vender un 20 por ciento más que en 2016?” La pregunta fue hecha a varios empresarios pymes de la región. La respuesta aunque no unánime, es coincidente: nadie tiene una razón objetiva, más allá del optimismo o la esperanza, para aseverar que las cosas van a ser mejores.
Con algunas excepciones, el diagnóstico es que sólo tendrán una recuperación importante las empresas vinculadas a la actividad agropecuaria como las de la maquinaria agrícola; la construcción si el plan de obras públicas del gobierno nacional se pone en marcha y, eventualmente, las relacionadas con las energías renovables si se concretan las prometidas inversiones en el sector.
Habrá que conocer qué medidas toma el gobierno nacional, si es que lo hace, para reactivar el mercado interno que se mantiene hundido. Hasta ahora las expectativas de la gente no han cambiado. Uno de los hechos positivos que esperaba el sector productivo de la región para 2017 era la recuperación de Brasil después de dos años de recesión, lo que según los pronósticos no va a suceder. Por lo pronto, hasta ahora lo único que se sabe es que el ministro de Energía, Juan José Aranguren, quiere que el año próximo el precio de los combustibles locales se equiparen a los internacionales. No parece el mejor augurio.