El mundialmente famoso Diario de Ana Frank, traducido a 67 idiomas desde su publicación hace siete décadas, podría añadir una página a la dramática historia de la chica judía que permaneció dos años escondida de los sabuesos nazis en un departamento secreto en Amsterdam.
Un estudio presentado en los últimos días pone en entredicho la versión canónica de que los Frank, que escaparon de la Alemania nazi para encontrar un esquivo sosiego en Holanda, fueron delatados ante las fuerzas ocupantes en su insaciable búsqueda de judíos. Según el informe, encargado por la Fundación Ana Frank, la detención de la familia no habría sido obra de la traición, como siempre se sostuvo, sino de la casualidad.
La nueva investigación sostiene que Ana Frank y las otras siete personas escondidas en una casa de la calle Prinsengracht, de Amsterdam, pudieron ser descubiertas durante un operativo para buscar trabajadores ilegales y falsificadores de cupones de racionamiento. Los ocho refugiados fueron arrestados el 4 de agosto de 1944 y deportados al emblemático campo de concentración de Auschwitz, símbolo máximo del holocausto judío, en la Polonia ocupada por los nazis desde 1939.
Durante mucho tiempo se dio por sentado que los fugitivos fueron traicionados mediante una llamada anónima al servicio de seguridad alemán. Esta teoría de la delación reforzó su primacía con la publicación, el año pasado, de la biografía de Elisabeth Voskuijl, una de las personas que ayudaron a los Frank a esconderse. Ahí se sugiere que fue su hermana Nelly, presunta colaboradora de los nazis, quien informó a los ocupantes de su paradero.
Sin embargo, el nuevo estudio pone en duda que las autoridades nazis siquiera supieran que había judíos en la casa antes de la redada. "Nuestra investigación no refuta una posible traición pero demuestra que también deberían investigarse otras posibilidades", explicó el director de la Fundación Ana Frank, Ronald Leopold.
El estudio señala que tres de los oficiales nazis implicados en la redada no buscaban judíos, y que pasaron dos horas entre la llegada y la salida de las autoridades, un tiempo mayor del acostumbrado para las operaciones destinadas a capturar a los judíos denunciados. Además, dijo que uno de los agentes que participaron del arresto, Gezinus Gringhuis, trabajaba en un departamento de investigación de delitos económicos.
Sólo el padre de Ana, Otto Frank, sobrevivió a la guerra. Ana murió de tifus en el campo de concentración de Bergen-Belsen, en 1945, hacia el final del conflicto. Tenía 15 años. Su diario, escrito durante los dos años de encierro en el escondite de Amsterdam, se convirtió en uno de los libros más leídos del mundo. Fue traducido a 67 idiomas y lleva vendidos 30 millones de ejemplares.