Juan Ignacio Novak
El santafesino expuso en Miami. En abril, había llevado obras a Nueva York. Tras la experiencia, señaló que en Santa Fe existen suficientes espacios pero faltan medidas públicas de apoyo para los artistas. También aseguró que para 2017 tiene varios proyectos para consolidar su presencia en Estados Unidos.
Juan Ignacio Novak
Con apenas 28 años, el artista plástico santafesino Alan Brignone expuso dos veces sus producciones en Estados Unidos. En abril, lo hizo en Artexpo New York 2016. Y en los últimos días de noviembre y los primeros de diciembre presentó trabajos en el marco de la feria Art Basel, de Miami, donde compartió espacio con artistas de Colombia, Puerto Rico, Cuba y Chile. “Los artistas y galeristas se pelean para entrar, por eso para mí es un logro, un privilegio, un orgullo haber llegado”, explicó en diálogo con El Litoral.
—¿Qué trabajos presentaste en Estados Unidos?
—Mis trabajos están todos elaborados sobre madera, en este caso fibrofácil. Son trabajos calados, que tienen formas irregulares o figuras pregnantes. Están intervenidos por una técnica mixta, donde podés ver pintura, escultura, dibujo, grafiti, cómic, calado. Es un mix de elementos. Y el plus es que las obras se pueden ver tanto de día como de noche. De día se ve una imagen y de noche otra. Juego con el concepto de la luz, uno de los preponderantes de mi trabajo. Lo más interesante es cómo la obra va mutando. La imagen siempre es visible al espectador, se apagan las luces y la obra se sigue autoiluminando.
—¿Hay un rol un más activo del espectador?
—Más interacción.
—¿Qué repercusión tuvo esa propuesta en Estados Unidos?
—Le propuse a la galerista armar un espacio, pero todo es carísimo. Un spot de luz sale cien dólares. O sea que la gente vio el 40 por ciento de la obra. El 60 por ciento, que es el efecto lumínico, el más interesante, no lo pudo apreciar. En Santa Fe, lo pudimos realizar y tuvo bastante repercusión. También en Buenos Aires. Afuera, todavía le estamos buscando la vuelta. Gracias a esta feria se abrieron varias puertas, estamos apostando fuerte para 2017.
—¿Esta experiencia tendrá correlato en tu trabajo?
—Ojalá. Honestamente, el sólo hecho de viajar te abre la cabeza. Meterse en estos lugares es impresionante, llegás a las doce de la noche para acostarte y en la cabeza te da vueltas toda la información que estuviste observando, mirando, pensando, reflexionando. Te sirve mucho, aprendés mucho.
—Con esta perspectiva, ¿cómo ves a Santa Fe?
—Lo bueno es que en estos últimos años se le dio más cabida al arte. Pero creo que se debería apoyar más al artista. Que haya recursos. Para que el artista pueda generar una beca, un plan de estudios. Los que son independientes y quieren seguir desarrollando sus carreras, no pueden por muchas trabas. Yo no veo acá un crecimiento como el que podría haber afuera. Necesitamos que el trabajo del artista sea valorizado, dignificado, respetado. Que el artista pueda vivir de su trabajo, como un abogado, un médico, un contador.
—Evitar que se considere al arte como un hobby.
—No sólo eso. Cuando hablás del artista plástico, aparece el típico estereotipo: el sucio, el bohemio, el drogadicto, el vago, el que no le gusta laburar. Y no es nada que ver con eso. Cuando vos te involucrás en el campo del arte, te das cuenta que hablar de arte es hablar de todo, de ciencia, de economía, de política, de la vida en sí.
—¿Y qué estrategias pueden plantear los artistas para superar esos estereotipos?
—Primero propondría que el gobierno empiece a crear medidas para apoyar al artista. No digo patrocinar, porque para eso tenés que tener carrera y trayectoria, sino solventar más el trabajo del artista.
—Me parece que se le cargan demasiadas exigencias al Estado y a lo mejor se podrían generar más estrategias con el sector privado.
—Yo creo que en estas cuestiones, todo es válido. Solamente es sentarse, hablar, debatir y concretar y pulir mejor las ideas.
—¿En Santa Fe alcanzan los espacios de exposición para los artistas?
—Espacios hay. Pero no está la idea de apoyar al artista como una carrera. Todo es autosolvencia. Si yo tengo que trasladar y realizar una muestra, hay gastos de viáticos. A uno le gustaría que esa parte se solvente, que sea remunerada. Es mucho trabajo. Yo siempre me moví solo, siempre fui golpeando puertas. Todo forma parte de un aprendizaje.
—¿Y cómo funciona esto en otros países?
—Coincidimos con las mismas posturas y pensamientos.
—¿Las carencias pasan por los mismos lugares?
—Sí, pasan por los mismos lugares.
—Tal vez deberían ofrecerle al artista algún tipo de orientación sobre cómo gestionar su carrera.
—Es verdad. Cuando yo terminé la carrera de Técnico Superior en Arte, después fue “arreglate”. No hay capacitación de asesoría al artista. Porque después cada uno quiere armar su propio negocio, uno tiene que vivir de algo, quiere formar su futuro. Y acá no hay esas capacitaciones en marketing o en principios básicos de administración. La escuela o institución te da las herramientas, después está en vos adónde quieras llegar. Por y para hacer hay muchísimo.
—¿Qué proyectos tenés para el año que viene?
—Tenemos varios, apostaremos muy fuerte a 2017, en trabajar afuera. Hay varias propuestas. Más que nada en lo es trabajo y residencia en Estados Unidos. A partir de estas presentaciones, surgieron propuestas para realizar eventos el año que viene, con marcas bastante interesantes y muy reconocidas. El próximo paso sería poder crear una galería allá. Con mucha proyección, energía y ganas de crecer.
Investigar, experimentar, estudiar
“Yo, referentes artísticos, no tengo”, dice Alan Brignone consultado al respecto. “Estudié todos los movimientos. Están los artistas que son leyenda y lo van a seguir siendo. Admiro mucho, por ejemplo, a Leonardo Da Vinci. Pero no tengo un referente. Todos los días investigo, experimento, estudio. Más hoy, es un mundo tan globalizado, donde desde el celular tenés acceso al mundo y ves a artistas contemporáneos muy grosos. Ves cómo mezclan cosas y relacionan el arte con la medicina o la genética. Cosas que no te imaginás”. Alan explica que el está suscripto a una técnica que denomina automatismo azaroso, espontáneo y libre, donde “la dinámica corporal semicontrolada por una línea sensible, forma parte de la construcción gramatical y conceptual de la obra”.