Enviado por Nora Gómez
Enviado por Nora Gómez
Aprovecho este espacio que nos cede El Litoral para contar el caso de un adolescente, que se sale de lo habitual de lo que estamos acostumbrados a ver: chicos que no estudian, que se drogan, que roban...
Rodrigo Alzugaray, además de estar cursando la secundaria (“Ro” en febrero cumplirá 17 años), hace 4 años aproximadamente que decidió ganarse su propia platita, y en las vacaciones de verano comenzó a vender artículos de limpieza, lo que fue promocionando vía Face. De esa forma podía ayudar a sus padres -mamá, estilista, y papá, remisero, es decir, que vivían con la diaria-.
Rodrigo ya despuntaba su “pasta de vendedor” y ofrecía su mercadería a las clientas de la peluquería de su madre, donde lograba buena venta. Asimismo, este niño-hombre ofrecía los productos a domicilio.
Cuando retomó las clases en la escuela, su padre siguió el negocio. Él trabajaba en Rincón, y como todos los pobladores de la zona estábamos inundados por las lluvias, su trabajo estaba casi frenado, no andaba nada bien; por lo tanto, la venta de artículos de limpieza le resultó un buen negocio y dejó la remisería.
Cuando podía, Rodrigo ayudaba a su padre, asesorándolo para tener más llegada a la clientela y haciendo el reparto. También solía colaborar la pequeña María, unos 5 años menor que su hermano.
Ahora veo en Face que su mamá, Diana, publica que su hijo instaló una verdulería en estas vacaciones, para seguir cooperando con la economía de su casa, de su familia.
Me pregunto: ¿cuántos Rodrigo necesitamos para que nuestra Santa Fe, nuestra Argentina se levante? Él es un ejemplo para la sociedad, especialmente por su objetivo de ayudar a su familia. En la conducta y actitud responsable de Rodrigo mucho tienen que ver esos padres, luchadores de la economía, quienes criaron, educaron, a un muchachito a quien no le pesa el esfuerzo del trabajo, siendo un aliento para todos, especialmente para la juventud perdida.