Roberto Maurer
Roberto Maurer
Se pueden hacer dramas o comedias musicales, o ficciones sobre la industria musical. En un caso, la atracción descansa en el canto y el baile, tan logrados en “Glee”, y en el otro se trata de los aspectos más inescrupulosos del gran negocio, como en la abortada “Vinyl”. Entre las series que Fox arrojó a la parrilla de la temporada media en el sector de las achuras premium figura el musical “Star” (Fox1, domingos a las 21.30), o “Lee Daniels’ Star”, lo que significa que su creador se considera tan grande como para integrar su nombre al título. Es el autor de la muy premiada “Empire”, sobre magnates del hip hop cuyas discutibles costumbres familiares se habrían inspirado en “El rey Lear”.
De las ambiciones del nuevo producto de Lee Daniels darían cuenta la presencia en el elenco de celebridades como la cantante y actriz Queen Latifah, el ídolo pop Lenny Kravitz y la supermodelo Naomi Campbell. Sin embargo, la narración es pedregosa y confusa, muchos diálogos pretendidamente agudos desafinan, al menos en el primer capítulo. Fue noticia que promediando la serie destituyeron al showrunner por cortocicuitos con los guionistas y lo reemplazaron “en términos amables”, según la versión oficial, o sea que no lo fueron.
Star y sus amigas
Se trata de un “camino a la fama” según el viejo estereotipo, aunque impregnado por preocupaciones “progresistas”. Se superponen melodrama familiar, convivencia multirracial, cultura de género, números musicales, realismo social y el bajo fondo del negocio musical, al menos en este período incubación de la carrera emprendida por un trío de teenagers cantautoras en su decisión de abrirse paso en la música pop: ya no es el mundo inocente de las películas de Lolita Torres.
Star Davis (la debutante Jude Demorest) es blanca y criada en hogares sustitutos de Pittsburgh, su media hermana Simone (Brittany O’Grady) es té con leche y Alexandra (Ryan Destiny) es negra, rica, neoyorquina e hija de un ídolo de la música (Lenny Kravitz). La vida de Star es administrada por los servicios sociales, que la consideran una “ladrona y mentirosa compulsiva que no respeta las reglas”, y las transgrede una vez más fugándose para reunirse con su hermana Simone de la cual la habían separado. La encuentra siendo abusada por un padre sustituto, a quien Star acuchilla, y ambas parten a Nueva York a unirse con Alexandra, con quien Star se conectaba por Instagram intercambiando canciones y experimentando una mágica afinidad aún sin conocerse personalmente.
El destino final es Atlanta, adonde vive Carlotta (Queen Latifah), una especie de madrina de las hermanas, que fue cantante junto con la madre de las chicas, que se murió por sus adicciones. Carlotta ahora es una mujer devota, canta gospel en la iglesia, tiene un salón de belleza donde brillan los trans (“¿Cotton es un chico?”, se desayuna tardíamente Star) y tiene un joven vecino militante de la protesta social que todo el día anda con algún cartel. “¿Realmente crees que puedes cambiar el mundo?”, le pregunta Alexandra, y sería un pequeño ejemplo de la pobreza de algunos diálogos.
Buscando exhibir sus talentos y contactos con representantes, incursionan en la noche de Atlanta, desde concursos a locales de striptease, donde las descubre Jahil (Benjamin Bratt), un manager decadente que las contrata para una fiesta en la mansión de una estrella del fútbol americano donde -otro pequeño ejemplo- hay un chiste sobre el doble sentido deportivo y genital de la palabra “balls” (bolas) que fracasa lastimosamente.
Jahil se entusiasma con las chicas porque descubre en ellas la posibilidad de superar su ruina profesional. Sorpresa: no es un desconocido, ya que fue el representante de la madre de las hermanitas y de Carlotta, que se aparece con un revólver para apartarlo de las jóvenes porque subsisten reproches del pasado a raíz de un desenlace amargo. Jahil le echa en cara que ambas arruinaron su carrera, una se dedicó a las drogas y la otra engordó.
Chica blanca, chica negra
En la abundancia de clichés, puede resultar novedosa la dialéctica de chica, blanca, rústica y pobre y chica negra, rica y sofisticada, es decir, la inversión de un estereotipo. Además, se observa un fuerte acento en la diversidad, en tanto que el glamour asociado al género se reemplaza por vulgaridad y sordidez. Más que el viejo tema de “el precio de la fama”, aquí se trataría del éxito apenas como objetivo de una huida de las miserias de la vida ordinaria.
La serie tiene un prólogo. Star frente al espejo, pronta a salir a un escenario y la voz en off de Carlotta: “Desde que Star era pequeña creyó que su nombre era lo que ella era. Y le dije que la fama es un viaje, no es amor, como muchos creen, pero ella no le hacía caso a nadie. Star sólo se escuchaba a sí misma”.