Por Myriam Roig de Fornillo
Por Myriam Roig de Fornillo
Siguiendo en vuestro diario el caso de la estafa perpetrada por una empresa de turismo, recordamos con mucha bronca lo que padecimos nosotros hace más de tres años con una de Santo Tomé, cuya titular estafó a más de 40 personas por un supuesto viaje a México -¿casualidad?-; a otros tantos con pasajes aéreos a Madrid. Estafó también con viajes para ver grupos musicales y espectáculos infantiles que tendrían lugar en Buenos Aires o Córdoba. Estafó con reservas inexistentes en hoteles nacionales e internacionales, poniendo excusas a diario, con un caradurismo digno de una actriz, para terminar luego cerrando su local, prometiendo el oro y el moro.
A fin de cuentas desapareció de la ciudad. Sé que algunos estafados la siguieron con demandas, pero no creo que hayan recuperado nada, porque la estafadora era completamente insolvente. Me pregunto ¿es tan difícil para quien otorga estas habilitaciones pedir avales consistentes para abrir una agencia y así saber que los clientes tienen alguna garantía? Porque la respuesta siempre es la misma: el mayorista no cumplió. Sin embargo nunca se presenta nada que lo certifique.
Espero que la gente afectada ahora por este último caso no baje los brazos, y que por lo menos la circulación de la historia sirva para avivar a incautos. Se quedan, de todas maneras, con la satisfacción de ver a los culpables esposados.
Ojalá no quede en la nada y recuperen lo que les corresponde. Será lo justo.