Por Matías Pérez
Por Matías Pérez
Está quedando muy lindo el bulevar Gálvez con los arreglos que le hizo el gobierno de la ciudad. Los vecinos están muy contentos. Pero falta pulir algunos detalles. Por ejemplo, en el tramo entre Vélez Sarsfield y Dorrego, el municipio puso un letrero modesto, prudente, anunciando que allí comienza el Paseo Bulevar, pero es difícil leerlo, porque inmediatamente debajo se ha instalado una venta de choripanes, en un carribar pintado de un negro ominoso, sin la menor onda, nada que ver con eso que ahora llaman food truck.
Es curiosa la historia de ese carribar. Apareció de sopetón, al lado de la antigua casilla de cambios del ferrocarril, tapando a una feriante que desde hace años vende flores allí mismo. La señora florista trató de argumentar ante el intruso que no le tapara su exhibidor de flores y mostró una tarjeta que al parecer antes daba la Municipalidad autorizando el uso de ese espacio (que iba a ser para feriantes paz y amor, artesanos y verduleros ecológicos), pero el dueño de la choripanería rodante la trató muy mal, le dijo que se metiese la tarjeta en innombrable parte de su cuerpo, y que él tenía autorización directa del intendente Corral.
Quienes en el barrio se oponen por razones políticas al intendente salieron con los tapones de punta, exagerando, diciendo que la choripanería es de Corral. Argumenté en el bar Bilbao que era absurdo, que Corral está señalado para desafíos mayores, no por un carribar. Pero como zombies sedientos de sangre, los tipos me dijeron que de absurdo nada, que quien fue mandamás del Indec, un tal Moreno, y otro sujeto que fue comandante en jefe del Ejército, de apellido Milani, ahora tienen una panchería exitosa, de impredecible futuro político y económico, sobre todo si logran exportar a Angola.
No se puede discutir con envenenados; si no lo quieren a José Corral, allá ellos. Pero seguía intrigándome la presencia del choripanero negro, en una zona que, digamos, está entre las más “chetas” de la ciudad, en donde el metro cuadrado de propiedad oscila entre 15 mil y 25 mil pesos. Nada de nacional y popular allí. Un departamento de dos dormitorios anda por los 200 mil dólares.
La curiosidad me llevó a comentar el caso con los taxistas que tienen parada en Dorrego. Callejeros por oficio, tal como son, me sacaron mano.
“Esta es una movida de Corral, maestro; a la choripanería que hasta ayer estaba en mitad de la cuadra porque había protesta, la volvieron a llevar al lado de la casilla de cambios con una camioneta de la Municipalidad”.
Los argumentos se acumulan. Le comento a un comerciante de la cuadra lo poco clara que es la presencia del choripanero negro en la zona, y me cuenta:
“No me hable. El 31 de diciembre dejé de vender mucho porque estaba prohibido expender bebidas alcohólicas, mientras este tipo (el choripanero) vendía sin problemas. Había dos inspectores municipales en la vereda y los encaramos para reclamar por la violación a la norma y nos contestaron que ellos estaban para controlar ruidos molestos, no otra cosa. ¿Me dice usted qué ruidos molestos puede haber en bulevar Gálvez entre Dorrego y Vélez Sarsfield?”.
Es posible que para mantener la idea del “Paseo Bulevar”, el intendente Corral deba echar a varios. No es difícil ubicarlos. Debe comenzar por aquellos que manejan la camioneta municipal y la estacionan en inmediaciones de la Estación del ex Ferrocarril Belgrano, cuando no están reubicando el carribar pintado de negro. Y si investiga hacia arriba, capaz que descubra que hay tipos que cobran en negro, a su espalda, para conceder favores municipales.