Roberto Maurer
Roberto Maurer
Si en las dos tiras estrenadas el lunes en El Trece y Telefé la infidelidad conyugal ocupa un espacio central, el domingo se sirvió un aperitivo apropiado, ya que el adulterio o su posibilidad es el combustible de “Despedida de solteros” (Telefé, a las 22). Se trata de un reality donde doce parejas son separadas y puestas a convivir en clásica situación de encierro confortable con los miembros de las otras parejas. En el el Loft del Cielo y en el PH de la Tierra, así llamados los lujosos habitats artificiales, fueron alojados varones y mujeres por mitades, es decir, seis novios y seis novias en cada lugar donde permanecerán cuatro meses.
Son parejas de edad y origen social diversos, quieren casarse y necesitan la casa propia, la fiesta y la luna de miel con que se premia a los ganadores del reality. El vínculo será sometido a prueba y para controlar deslices y debilidades que puedan producirse en la otra casa existe todo un dispositivo de monitoreo propio de un servicio de inteligencia para que cada uno vigile a su pareja. Los participantes no son zarpados como en Gran Hermano, y el éxito del programa dependerá de la aparición de las tensiones sexuales.
En la apertura, la docena de parejas participó en una suerte de ceremonia pagana al aire libre que presidían los conductores Marley y la actriz Carina Zampini y su cara de piel tirante como la panza de un yacaré, quienes, en el curso del primer programa, transmitieron incomodidad uno con el otro. Marley, serio como obispo (como un obispo serio) y expeditivo, en tanto que ella cumplía con la parte sensiblera con derroche de cursilería y algunos comentarios ajenos a su rol sentimental. “Ella tiene un lomazo”, se le escapó acerca de Karen, bailarina, y no faltó a la verdad, en tanto que de su novio Damián, cantante de cumbia, prejuzgó: “Él es más de la joda me parece”.
Las parejas dispusieron de un minuto para despedirse antes de ser separados por un muro corredizo, y lo dedicaron a la retórica romántica, lágrimas y besos sin inhibiciones ante las ruidosas aclamaciones del público frente a las intimidades. En muchos casos, los participantes alentaron a su pareja con un peligroso “divertite, divertite, pasala bien”. Solamente Leonel, médico de Bariloche, advirtió a su pareja Sofía con un “ojito, ojito”. Sin embargo, se supo que son partidarios de la libertad sexual y fantasean con un trío.
Superlunes
Al día siguiente debutaba “Cortá por Lozano”, otra novedad de Telefé (lunes a viernes a las 17.30), un magazine de Verónica Lozano que abrió con comentarios sobre el reality de la noche anterior. “Alan fue el que más chupó, el chico de La Salada”, se escuchó de Conie Ansaldi. “Ellas en bikini y ellos ni pelota”, también se oyó del panel ante la imagen de los seis novios tomando sol en la pileta. El nuevo programa pareció un apéndice o amplificador de “Despedida de solteros”, donde se revelan secretos de los participantes y se analizan sus conductas.
Por ejemplo, difundieron que Kiara, la más joven, fue víctima de bullying en la escuela y luego de un par de cirugías ahora es una chica trans. A la noche el mismo lunes, a las 23, hubo debate porque el canal ofrece un seguimiento diario del reality, y se trató la situación de Kiara, a quien ven aislada en tanto que su novio Agustín expresó su angustia porque la supone discriminada por su compañeros. Había psicólogo en la mesa para iluminarnos.
Pasiones prohibidas
A las 22, ese día El Trece estrenó “Quiero vivir a tu lado”, exactamente a la misma que hora que Telefé lanzaba su nueva tira “Amar después de amar”. La nueva ficción de Pol-ka es una comedia romántica donde las circunstancias dramáticas se disuelven en la tragicomedia y las actuaciones, como es común en la televisión argentina, se vuelcan al grotesco. Es una ficción para cuarentones, si uno se guía por la edad y conflictos de la pareja protagónica.
Adaptándose con moderación a sus descarrilados compañeros de elenco, Paola Krum, fina actriz, interpreta a Verónica, esposa y madre, que en la primera escena recibe una mala noticia del médico: tiene cáncer y seis meses de vida. “O siete” se corrige el doctor y le recomienda que los pase bien haciendo lo que no pudo hacer en su vida. “Miro hacia atrás... nada”, es la frase que inicia la reflexión de Verónica a cámara acerca de su existencia. Nunca hizo lo que quiso, dejó de estudiar y en la adolescencia eligió por error al chico equivocado, el mejor amigo del pibe que le gustaba, y se casó con él, Alfred (Alberto Ajaka), un patán afectivo cuyos proyectos siempre fracasan.
Su mejor amigo Tomás (Mike Amigorena) es el vecino, casado con Natalia, una ex modelo de modales tan ordinarios como lo puede lograr sin esfuerzo la rústica Florencia Peña. Tomás también suma frustraciones: se dedicó al tenis, el entrenamiento lo llevó a una vida solitaria, se lesionó y no quiso rehabilitarse a pesar de la presión de su padre (Mario Pasik), la nube negra de todos, y propietario de una fábrica de zapatos donde trabaja su hijo. Tomás es el chico adolescente del cual una vez se prendó Verónica y ahora con seis meses de vida o siete, cruza el jardín a paso decidido y encara al sorprendido Tomás, confiesa lo que siente desde hace veinte años, es correspondida y comienzan a besarse durante unos cinco minutos. Al fin, se va a morir, se piensa, y todo juicio sobre la infidelidad queda suspendido.
Pero entra el médico corriendo a los gritos para avisar que se confundieron los resultados de laboratorio y Verónica goza de buena salud. Vivirá, es cierto, pero ahora con cinco minutos de besos y confesiones con el mejor amigo de la familia que no pueden ser borrados.
El primer capítulo se desarrolla un domingo de asado de familia y amigos, alternando con flashbacks de las vidas frustradas de Verónica y Tomás, y sus reflexiones. Participan ambas familias, dos criadas paraguayas, amigos y el agregado del padre de Tomás, para mal de todos, que provoca explosiones y sinceramientos coronados con un emocionante discurso de Alfred acerca de todo lo que los une. “Que no cambie esto”, dice sin ver la expresión de velorio de los cuasi infieles Verónica y Tomás, cuyos cinco minutos de besos los dejaron pegados para el resto de la novela.
Al mismo tiempo, Telefé ofrecía “Amar después de amar” con su propia propuesta de matrimonios que cruzan sus destinos con romances secretos. Será la competencia de la temporada entre ambos canales mayores y el público deberá optar entre amores prohibidos.