Por Verónica Cortés Galván
Por Verónica Cortés Galván
DPA
Cuando el artista holandés Maurits Cornelis Escher (1898-1972) visitó en 1936 la Alhambra de Granada, quedó fascinado por las teselaciones del magnífico palacio morisco y a partir de entonces se sumergió en un mundo matemático con el objetivo de comprender cómo los árabes consiguieron recubrir paredes enteras con patrones de figuras perfectamente encajadas. Escher consiguió trasladarlo a su obra y combinarlo con su gran imaginación creando las características imágenes repletas de efectos ópticos.
Ahora, desde el 2 de febrero y hasta el 25 de junio, una retrospectiva del maestro de grabados, caracterizados también por las estructuras imposibles y las superficies reflectantes, mostrará en el Palacio de Gaviria de Madrid cómo Escher alcanzó la perfección técnica.
“Escher creó un mundo en el que todo matemático querría vivir. Son las matemáticas unidas al arte. Y todo ello nació aquí”, dice Antonio Felix Costa, catedrático de geometría de la Uned en Madrid, en la presentación de la exposición.
Las primeras salas de la muestra contienen las primeras obras del artista datadas entre 1922 y 1936. Durante estos primeros años que pasó en Italia, Escher comenzó a crear xilografías enmarcadas dentro del art nouveau que muestran paisajes y estampas propias del país del sur de Europa.
En ellas se comienza a apreciar la destreza del artista que, combinando distintas técnicas (líneas de distintos grosores, cuadrados, cruces, líneas concéntricas, etc.), consiguió crear imágenes con una amplia escala de grises y con gran profundidad.
Su obra cambió por completo cuando visitó la Alhambra. A raíz de los dos viajes que realizó al palacio, Escher comenzó a estudiar “de forma compulsiva” las técnicas matemáticas para llenar el espacio, explica Costa.
El holandés, a pesar de no llegar a entender por completo los razonamientos matemáticos, añade, entiende a la perfección las imágenes resultantes de estos procesos y consigue plasmarlas en sus grabados adaptándolas a su estilo personal.
Los grabados de esta etapa están caracterizados por las imágenes caleidoscópicas formadas con elementos de la naturaleza. Además, Escher se obsesionó con representar el infinito. Para ello fue encajando figuras, deformándolas y empequeñeciéndolas sucesivamente.
“Escher buscó la perfección hasta llegar al final. No hacía un trazo si no estaba pensado previamente”, indica Costa destacando la precisión con la que trabajaba Escher.
Sus teselaciones evolucionaron hasta crear las denominadas “metamorfosis”, imágenes en las que las figuras se van convirtiendo en algo completamente distinto creando un ciclo.
Dentro de las metamorfosis que se pueden apreciar en la exposición, destaca “Día y noche”. Costa cuenta que esta obra fue objeto de estudio entre los matemáticos y que el mismo Escher llegó a corregir a uno de ellos que afirmaba que las ocas blancas y negras del grabado podrían superponerse mediante una técnica matemática, algo que el artista demostró que era incorrecto.
La exposición cuenta con algunas de sus obras más características, como “Mano con esfera reflectante” en la que se ve al propio Escher reflejado en una esfera que sostiene en la mano.
El artista siempre estuvo fascinado por las superficies curvas reflectantes porque hacían que se sintiera “el centro del universo”, tal y como indica Federico Giudiceandrea, uno de los comisarios de la exposición.
Los visitantes podrán también disfrutar con las paradojas geométricas típicas de Escher como “Relatividad” y “Convexo y cóncavo” con sus laberintos de escaleras imposibles.
Otra de las paradojas más importantes que creó Escher es la de “Galería de grabados” basada en el artificio de la imagen dentro de otra imagen. En ella se ve cómo una galería en una ciudad gira en una espiral infinita. El autor no fue capaz de cerrar el centro de la imagen, algo que sólo consiguió un matemático holandés en 2003.
La exposición, que ofrece a lo largo de la muestra pequeños juegos matemáticos relacionados con las obras, permite al visitante convertirse en parte de “Galería de grabados” introduciendo su figura en la imagen: Todo un tesoro para los amantes de los “selfies”.
Finalmente se pueden observar todo tipo de objetos con los diseños de Escher, encargados al autor o inspirados en su obra; desde tarjetas de visita, hasta portadas de discos, pasando por pañuelos y vestidos.
La “Eschermanía”, como se refieren en la exposición a la influencia del arte salido de las prensas de Escher, sigue vigente en la actualidad y a menudo aparecen guiños a su obra en películas y anuncios. Y es que no es de extrañar que tenga tanto impacto, pues Escher enseñó al mundo que todo es posible, simplemente depende de la perspectiva. Como él dijo: “¿Está usted seguro de que un suelo no puede ser también un techo?”.