Luis Rodrigo
Llegó al cargo cuando comenzó febrero. Enfrenta problemas de fondo y demandas propias de la emergencia. Dice que se espera otro ciclo húmedo y reclama cambios en las políticas agropecuarias.
Luis Rodrigo
Cuesta encontrarle una tonada. Aunque es rosarino, vivió casi toda su infancia y su juventud en Santa Fe, y lleva varios años en Córdoba: al secretario en Recursos Hídricos se le mezclan tonos latinoamericanos varios. “Sólo me falta trabajar en dos países de América Latina”, comenta cuando se le pregunta por cuáles son los ejemplos que debería seguir Santa Fe. No duda y dice: “Brasil es líder”. Señala también lo que enfrenta México, pero advierte que el gigante sudamericano es grande también al gestionar sus recursos hídricos.
El flamante funcionario (así como la provincia) enfrenta problemas de fondo y demandas propias de la emergencia. Juan Carlos Bertoni ha ido a sentarse a un escritorio que fue objeto de fuertes disputas internas en el oficialismo durante enero. Tajante aclara que aunque nunca perteneció a un partido político, “todos hacemos política, yo prefiero hacer política desde lo que sé”.
Respecto del porqué aceptó el cargo en medio de una situación crítica, recuerda que su familia atravesaba un momento económico muy delicado cuando recibió una beca santafesina para estudiar en el Escuela Industrial, además de otras razones profesionales.
Ha trabajado en Córdoba y fue funcionario de esa provincia. Su currículum es vasto y comprende -además de varios años en Brasil que le dejaron una red de contactos internacionales- un doctorado en Francia y la participación en congresos y trabajos en el Cono Sur. Rara vez se aparta de la manera en que habla un docente.
—¿Qué le pidió el gobernador, qué líneas de trabajo acordaron?
—Vamos a continuar y a reforzar una política hídrica integral e integrada en la provincia. Vamos a trabajar con todos, en equipo dentro del Ministerio y con otros ministerios. He propuesto trabajar con Medio Ambiente y con Ciencia y Técnica muy estrechamente porque tenemos que promover gente joven, reforzar cuadros técnicos y aprovechar las universidades de Santa Fe, de Rosario, de Rafaela, de Reconquista. También debemos vincularnos con todos los organismos que puedan aportar conocimiento y trabajos en extensión junto a la Secretaría.
— ¿Y ante la emergencia?
—Se tiene que entender que estamos en una situación crítica. Tenemos un megaevento de características muy poco frecuentes. 2015 húmedo, 2016 húmedo y ahora lo mismo y tenemos una previsión de que estamos por entrar a otro período húmedo. Evidentemente tenemos que trabajar sobre la gestión de inundaciones, pero sin perder que tenemos la responsabilidad de prever y -como les decía hace unos días a productores en la ciudad de Rafaela- tenemos que pensar en la sequía.
El gobernador me ha pedido y hemos acordado trabajar tanto en infraestructura, en las medidas estructurales, como en las no estructurales.
—¿En la provincia, hay un atraso en obras?
—Por supuesto que faltan, más ante un megaevento de varios años, como éste, para el que no está preparada ninguna provincia. No sé si un atraso.... Yo lo explicaría así: a las napas freáticas las tenemos a un metro, lo que obedece a un proceso que se ha dado en el tiempo, en años. Hoy podríamos sencillamente decir nos inundamos porque llueve mucho. Y es verdad, llueve mucho. Es verdad, tenemos una variabilidad climática o un cambio climático que algunos dicen que llegó para instalarse y que -sin ingresar en esa discusión científica- vamos a coincidir todos en que estamos pasando un período húmedo. Es verdad, nos inundamos porque llueve, pero en realidad lo que la lluvia hace es poner en evidencia una serie de falencias que, en realidad, son el resultado de múltiples factores.
—Los canales hechos en Córdoba y no acá, por ejemplo...
—Mire, si nos vamos a quedar en que faltaron canales vamos a tener una visión corta sobre el problema. Y si nos vamos a quedar con que tenemos muchos canales, también. A todo tenemos que prestarle atención. Tenemos un sistema productivo que ha cambiado, y también unas necesidades de transporte y de infraestructura vial que también influyen. En una realidad como la de la provincia de Santa Fe, toda obra vial es fundamentalmente una obra hidráulica.
—¿Cómo?
—No vamos a discutir que son imprescindibles, que tenemos que mover la producción, la gente tiene que tener rutas y caminos. Pero la realidad santafesina es más sensible que otras, hace que cualquier intervención en el terreno tenga efectos hidráulicos. Santa Fe tiene lo que los técnicos llamamos sistemas hidrológicos no típicos. Típico es Córdoba, la montaña lleva las aguas, las concentra va por lugares muy determinados. Aquí no. Aquí cualquiera que realice un acción tiene una consecuencia para los demás, una implicancia. Y una ruta puede retener, desviar o acelerar las cuencas. Vamos a trabajar con Vialidad.
Decíamos que cualquiera puede hacer estas intervenciones. Y muchos productores, autoridades comunales también, queriendo solucionar un problema puntual, local, de unas hectáreas de un campo, de un desagüe, no se dan cuenta de que haciendo un canal cambian las cosas aguas abajo. Tenemos mucho que hacer en eso.
—¿Con los canales clandestinos?
—Sí. Necesitamos ordenar esto. Y vamos a poner orden en el escurrimiento. Tenemos que restablecer la idea de que la Secretaría de Recursos Hídricos es la autoridad regulatoria. Vamos a trabajar sobre los canales clandestinos en cada comité de cuencas, con la legislación que tenemos que nos permite hacer mucho.
—Las distintas jurisdicciones, tres niveles en el Estado, complican esa labor: el país es federal, pero el agua es unitaria.
—Es así, no ayuda.Y la Constitución desde 1994 reserva a las provincias el manejo de sus recursos naturales. Y si no hay buenos acuerdos entre los Estados provinciales es muy difícil.
Felizmente, con Córdoba, Santa Fe viene trabajando muy bien desde hace tiempo. Es una buena relación en términos políticos y en términos personales entre las dos áreas. Soy un convencido de que más allá de cuestiones técnicas, económicas y políticas, las cuestiones son sobre todo personales. Vale mucho poder levantar el teléfono y hablar con un ministro, con un secretario, con quien sea necesario. Con Córdoba estamos trabajando en conjunto, para nosotros los técnicos, el límite interprovincial no existe.
—Hay quejas aquí por toda el agua que escurre Córdoba.
—El escurrimiento tiene en general una pendiente hacia el Paraná. Eso es así. Pero esta realidad no tiene que ser interpretada como que Córdoba puede entonces hacer lo que quiera y nosotros aguantarlo. De ninguna manera. Pero antes de ir a ver el problema con mis vecinos, que ya lo estoy viendo, tenemos que ver lo que pasa en casa... Si no ponemos en orden el escurrimiento aquí, no tengo autoridad técnica, autoridad moral para ir a reclamarle a los vecinos lo que no hacemos en casa. Y atención que hay aguas que de Santa Fe van a Córdoba, en algunos lugares puntuales. Y también le enviamos agua a Buenos Aires.
Córdoba ha iniciado estudios de regulación de varias de las cuencas que desaguan en el Carcarañá. Vamos a trabajar en conjunto, también con Buenos Aires. Por eso destaco que necesitamos recuperar el orden aquí, en casa. Porque de otra manera es muy difícil reclamar lo mismo a los demás.
—Se habla de 650 canales clandestinos en Córdoba.
— Sí. Es un relevamiento oficial. Y aquí no lo tenemos y seguramente hay más. En Santa Fe tenemos 15.000 kilómetros de aguas canalizadas con obras hechas por el Estado, algo poco frecuente en el mundo. Es muy factible entonces que haya más canales clandestinos que desaguan a esas canalizaciones.
—Los productores se quejan sobre todo del agua que les traen los canales legales, los que hizo el Estado cordobés.
-—Los canales, en general, son obras adecuadas para la conducción del agua. Pero que tienen que ser compensados con obras que permitan la acumulación, la retención. ¿Por qué? Porque así trabaja la naturaleza. No podemos dejar a la provincia sin agua, de golpe ¿y mañana..? Qué vamos a hacer cuando termine el ciclo húmedo. Las cuencas tienen que ser interpretadas como las arterias del cuerpo humano, de un organismo vivo. No podemos darle a este brazo el doble de venas y arterias que las que tiene, todo tiene una implicancia.
Lo que pasa entre las provincias, pasa entre los departamentos, pasa entre los barrios de una ciudad. Pasa entre vecinos. Pasa entre los países. Las cuencas hidrográficas requieren un trabajo conjunto: canalizar desde aguas abajo a aguas arriba y regular desde aguas arriba a aguas abajo.
—¿Cuándo comienzan?
—Ya comenzamos. Esta semana, he hablado con el secretario de Recursos Hídricos de Córdoba (Edgar Castelló), a quien conozco personalmente y acordamos medir juntos. Vamos a ponerle un número al aporte de agua desde Córdoba. No queremos que el tema sea una cuestión opinable, ya se lo está haciendo. Internamente, lo mismo: vamos a ver cuántos caudales van por canalizaciones no autorizadas.
Canal San Antonio
“Es de la década del 40 y creo que no se lo toca desde los 80. Se va a reacondicionar y habrá obras de protección a localidades como Tortugas. La obra se va a ejecutar bajo una modelización de frecuencia de inundaciones actual. Eso lo puedo asegurar. Se ha estudiado la realidad que hoy afecta a esa región”.
“Sólo falta que la soja pueda crecer en asfalto”
—¿Por qué nos inundamos?
—Estamos en un período húmedo muy pronunciado. Desde 1800 no se replica algo así. Pero nada nos indica que vamos a seguir bajo estas características indefinidamente y que tal vez mañana las cosas cambien.
Mi visión es que enfrentamos una situación crítica a nivel climático, pero que si le asignamos a lo que nos ocurre una responsabilidad extraordinaria al cambio climático nos sacamos la responsabilidad. ¿Quién es responsable del cambio climático? ¿De la lluvia? Todos. Entonces nadie es responsable.
En mi opinión, la parte antrópica tiene mucho que ver. Y no sólo en su influencia sobre el cambio climático (algo que se discute a nivel científico). Me refiero al sistema de producción que ha cambiado en el país, y que a nivel de políticas nacionales, no se han evaluado sus implicancias.
Hemos cambiado a la siembra directa. Brasil lo hizo antes. Hubo un cambio beneficioso por esta metodología (sin labrar la tierra, sin arado) que con el tiempo se vio que no era todo lo beneficioso que se creyó. Hoy Brasil trabaja con otras alternativas también, con otros usos del suelo. El Inta debe trabajar en esto.
Tenemos un componente climático, pero tenemos sobre todo un gran componente antrópico. Y no son sólo los canales, tenemos sobre todo un fuerte componente por la actividad agropecuaria. Sólo falta que se cree una semilla de soja que pueda crecer en el asfalto... Convengamos que cuántos bajos naturales fueron entre comillas saneados, es decir, liberados de agua para luego ser sembrados.
—¿Por qué esas comillas?
—Porque eso no es saneamiento. Saneamiento se hace con cloacas en una ciudad. En Santa Fe tenemos zonas muy planas donde el agua se acumula y canales de conducción. Esas ollas naturales que son planas ocupan a veces una región muy importante. Y es lógico que desde la política hídrica provincial, junto a Producción, busquemos cómo acumular el agua en otra parte y aprovechar esos campos para los cultivos. Pero lo que se ha hecho muchas veces no es eso, sino “sanear”... Sacar el agua completamente con canales.
Si acumulamos un poco de agua en determinados lugares, sistemáticamente, de manera comunitaria, muchos problemas pueden solucionarse. Es acumular temporariamente, tal como hacen las ciudades con los retardadores pluviales.