Natalia Pandolfo
Unos 1.200 chicos de Los Sin Techo, de los Centros de Acción Familiar y de las Colonias de Vacaciones dependientes de la provincia participaron de la función solidaria que brindó ayer el circo, en una puesta de nivel internacional.
Natalia Pandolfo
Decenas de transportes escolares, cinco colectivos de Upcn, cientos de chicos felices sacudiendo la melena mojada: la lluvia torrencial le agregó adrenalina a la visita al circo Tihany, en el predio del Puerto. Fue una de las funciones solidarias que el espectáculo realiza todos los viernes, a las 18.30. Esta vez la invitación fue para Los Sin Techo, los Centros de Acción Familiar y las Colonias de Vacaciones que dependen de la provincia.
Bajaron como poseídos, entre un desfile de paraguas. Mojados y felices, sus pupilas reflejaban las candilejas que delimitan el acceso a la carpa gigantesca e invitan a ingresar a un mundo que no conoce de inclemencias.
Con bebés en brazos, en medio de un caos, apurados por el agua que tocaba los talones, con una cortina de gritos afiebrados de fondo: una acomodadora que hablaba en portugués intentaba desesperadamente ordenar el malón enardecido. Finalmente, lentamente, pudieron ingresar. Adentro, los esperaba un mundo distinto.
Luminoso, sumergido en una atmósfera diferente, no sólo sin agua y sin barro sino también sin nervio y sin apuro: flotaba allí dentro la dimensión de la magia, ésa que pinta el alma con una sonrisa.
Cuando las luces se atenuaron y los parlantes anunciaron que en unos minutos comenzaba la función, el león rugió. Sólo se calmó cuando decenas de payasos con trajes fabulosos desplegaron sobre el escenario el primero de una larga serie de números, uno más sorprendente que el otro. Sofía y Bautista serían los privilegiados que tendrían acceso al escenario para compartir un número con el gran mago. Los ojos abiertos como platos, mandíbulas al piso, aplausos rabiosos: fueron dos horas de regalo.
Los números
Es una política del circo: en todas las ciudades que visitan realizan funciones solidarias. “Es nuestra manera de retribuir todo lo que la ciudad nos proporciona”, señalan desde la compañía. El viernes anterior, más de 500 niños también ingresaron gratis, a través de gestiones de la provincia.
“La idea es hacer funciones para niños carentes, para viejitos de los asilos. Tienen que hacer una gestión, no es que vienen y entran. Pero todos los viernes a las 18.30 brindamos ese acceso”, aclaró Marco Strapazzon, gerente de medios.
El staff está integrado por 120 personas. Los artistas, unos 50, provienen de Brasil, Mongolia, Cuba, Francia, Rumania y Argentina. El circo viene de presentarse en Rosario, donde lo vieron alrededor de 140 mil personas a lo largo de doce semanas. En Santa Fe estuvo por última vez en 1979.