Cuini Amelio Ortiz
Aki Kaurismäki presentó “Desde el otro lado de la esperanza”, con su lenguaje lacónico y sus referencias a la mejor época de la nouvelle vague.
Cuini Amelio Ortiz
(Desde Berlin)
Por suerte existe Aki Kaurismäki, que narra un cine que ya nadie hace. Y cuando vemos una película suya nos damos cuenta de cómo hemos extrañado todos estos años su lenguaje, su bocanada de oxígeno dentro de una industria cada vez más achatada y corta de vista.
Aki Kaurismäki es algo así como un veterano de la Berlinale: nueve veces estuvo presente en Forum. Es la primera vez que se presenta en competición. Su película se llama “Desde el otro lado de la esperanza” o algo así, ya que esa es la traducción literal del título en inglés, que a su vez es una traducción del título en finlandés.
Kaurismäki permanece fiel a su lenguaje lacónico y a sus referencias a la mejor época de la nouvelle vague. Su relato, profundamente humano, describe la realidad europea hoy, con sus personajes, cada vez más absurdos y jamás ridículos. Esa ha sido una característica suya de siempre, la ternura con que trata sus figuras, quienes mayoritariamente se encuentran del lado de los perdedores de la sociedad de consumo.
Se trata de un segundo filme de una planeada trilogía, que habla de Europa y aquellos que intentan llegar, sus inmigrantes, sus refugiados. Narra en clave de tragicomedia un paisaje de hombres y mujeres que hacen posible la solidaridad, otros que acuchillan por racismo, una burocracia inexplicable, un casino clandestino, la versión europea de la comida exótica y el destino de quien huye por la guerra o por el hambre. Y no condena desde ninguna ideología. Ni apunta con el dedo. Su discurso es humano, transparente, poético y con esa comicidad absurda que lo ha caracterizado desde siempre. El resultado es implacablemente claro: un sí decidido a abrir las fronteras de Europa a todo el que lo necesite. Primera gran “standing ovation” de varios minutos en la función de prensa. Gracias Aki Kaurismäki por devolver al cine lo que es del cine.
De ironías y estupor
La conferencia de prensa posterior pareció ser continuidad de una película suya: el actor finlandés Sakari Kuosmanen, como respuesta a una pregunta desafortunada, se alzó y comenzó a cantar... y no paró hasta que no terminó la canción, en cuyo estribillo se le sumaba Aki Kaurismäki a voz de jarro. A la pregunta de si tenía intenciones de sensibilizar la opinión de los finlandeses con este filme, Kaurismäki respondió: “En realidad mi objetivo era sensibilizar el mundo, pero me di cuenta de que no soy lo suficientemente manipulador, así que nos concentramos en intentar sensibilizar a Europa, que es un pequeño continente. La próxima etapa será sensibilizar el Asia...”
Hubo un momento de estupor cuando una colega le preguntó qué pensaba acerca de la “islamización” de Europa, a lo que Kaurismäki respondió no saber de qué hablaba la señora. Se mostró disgustado con las políticas de los países europeos de cerrar las fronteras y declaró que para él la única líder que hizo lo correcto fue la señora Merkel, para luego afirmar con una sonrisa apenas esbozada: “¡Esto no es una opinión política!”
Al finalizar la conferencia, me presenté:
—Soy de Santa Fe, Argentina, el país donde nació el tango.
—Perdón, señora, pero el tango nació en Finlandia, ¡todo el mundo lo sabe!