Fuente: Télam
Alvaro Lafarge Sánchez tiene 21 años, nació con síndrome de Down y esta tarde de lunes logró que las autoridades de la provincia de Buenos Aires lo habilitaran a trabajar tiempo completo como bombero, un sueño que no podía cumplir por su condición genética.
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Alvaro y su familia viajaron a La Plata y fueron recibidos por el ministro de Seguridad de la provincia, Cristian Ritondo, quien firmó el último requisito para su incorporación definitiva al Cuartel de Bomberos de la Policía de la Provincia de Buenos Aires de Junín.
“Ahora tenemos que esperar a que la notificación de la firma del acta llegue al cuartel para que, finalmente, pueda cumplir su jornada de 30 horas semanales de trabajo”, expresó Mariana Sánchez, mamá de Alvaro.
El encuentro se dio luego de que el 16 de diciembre último el ministro firmara la resolución de su nombramiento como planta permanente de la administración pública provincial (Ley 10.430) y del régimen para personas con capacidades diferentes (10.592).
Según contó su madre, la pasión de Alvaro comenzó hace tres años, cuando al regresar de su trabajo en la división de Espacios Verdes de la municipalidad de Junín les dijo a sus padres que no era feliz y que quería hacer otra cosa de su vida. Quería cumplir su verdadera vocación: ser bombero.
“Me quedé sin palabras. Le dije que no podía, pero cuando me preguntó por qué no le respondí, jamás le iba a decir que era porque tenía Down. Así que al día siguiente fui al cuartel y hablé con el jefe de bomberos, que me explicó que no podía hacerse porque, como no son voluntarios -dependen de la Superintendencia de Seguridad Siniestral de la Policía de la provincia de Buenos Aires-. Alvaro tenía que entrar como cualquier otro miembro de la fuerza”, contó Mariana.
Pese a los impedimentos, convenció al jefe del cuartel para que su hijo pudiera ir como voluntario. Desde entonces, comenzó a ir tres veces por semana, dos horas cada día, a cumplir actividades de ayuda y asistencia. “Acomodaba los trajes de los bomberos, lavaba las autobombas, barría el playón y formaba parte activa de las visitas que los chicos de jardín de infantes hacían al cuartel, entre otras tareas. Así estuvo durante tres años, sin cobrar nada, pero haciendo lo que le hacía feliz. Le encantaba ponerse el uniforme y se despertaba él solo para ir a trabajar a la mañana”, recordó su mamá.
Siempre con actividades que no pusieran en peligro su vida, y sin formar parte de los trabajos en siniestros, Alvaro continuó asistiendo al cuartel mientras que su expediente avanzaba, muy lentamente, en la Dirección de Personal del Ministerio de Seguridad de la Provincia.
“Viajó a La Plata, se hizo el preocupacional, pasamos por el Seclas (Servicio de Colocación Laboral Selectiva para Personas con Discapacidad) y todo fue aprobado”, describió Mariana, quien contó que también adjuntaron al expediente una nota escrita el jefe de bomberos en la que explicaba que el joven estaba cumpliendo una función en la que no corría riesgo su vida.
Sin embargo, luego de un cambio de autoridades en el cuartel en 2016, le impidieron a Álvaro a que siguiera trabajando hasta que no fuera nombrado oficialmente. “Ser madre de un chico con necesidades especiales es una lucha diaria, tanto en su educación como en el trabajo o las obras sociales. Todo demanda un esfuerzo mayor para que le reconozcan sus derechos y esta vez no fue diferente”, admitió la madre del joven.
Fue entonces cuando en noviembre del año pasado decidió lanzar una petición en Change.org, a la que se sumaron diferentes organizaciones no gubernamentales, y lograron juntar casi 17 mil firmas para pedir su inclusión definitiva a la fuerza. La difusión de su caso llamó la atención de las autoridades, que se pusieron en contacto con ella y la ayudaron a darle celeridad al caso de su hijo.
“El terminó la escuela el año pasado y, más allá de la necesidad de contar con un salario extra en la familia, no puede quedarse todo el día en casa sin hacer nada. Necesita tener un trabajo, algo para hacer, como tiene cualquier persona”, aseguró.
Con la firma del ministro Ritondo, ahora solo queda esperar que llegue la notificación a Junín para que su sueño se haga realidad: “El pregunta todos los días por qué no puede ir a trabajar. Extraña a sus compañeros y formar parte del equipo. Ahora está feliz, sabe que no falta casi nada”.