Quienes viven en las grandes ciudades difícilmente logren percibir la gravedad de la situación. Sin embargo, las lluvias de principios de año -y las que se sumaron en días recientes- arrasaron gran parte de la provincia de Santa Fe y las consecuencias del fenómeno todavía se sufren de manera implacable.
En estos momentos, por ejemplo, existen campos del departamento Castellanos que siguen bajo 40 centímetros de agua. El problema se repite, en mayor o menor medida, a lo largo de vastos sectores del sur santafesino y en otros departamentos del centro-norte, como San Cristóbal, San Justo, San Martín, San Jerónimo, La Capital, Las Colonias, Nueve de Julio y Vera.
El fenómeno afectó transversalmente a la producción y generó enormes daños a nivel logístico y de infraestructura básica. En materia de recursos económicos, las consecuencias fueron inevitables. No sólo por las enormes pérdidas, sino por la necesidad de realizar fuertes inversiones en el corto y mediano plazo para ayudar a los más afectados y generar las condiciones básicas que permitan mitigar el impacto de los trastornos climáticos futuros.
Uno de los sectores más perjudicados fue el de la lechería, que ya venía golpeado por las lluvias extraordinarias de 2015 y 2016. El gobierno santafesino calcula que existen alrededor de 1.500 tambos afectados y que las pérdidas diarias se mantienen en unos 15 millones de pesos.
La provincia producía hasta hace un par de años alrededor de 800 millones de litros diarios de leche. El año pasado, esa cifra se redujo a 500 millones de litros. Cuando la situación comenzaba a revertirse, las nuevas lluvias volvieron a complicar el panorama.
Según el secretario de Lechería de Santa Fe, Pedro Morini, si no surgen nuevos inconvenientes la producción podría recuperarse recién en julio de 2018.
El informe semanal del Servicio de Estimaciones Agrícolas, que distribuyen el Ministerio de la Producción y la Bolsa de Comercio de Santa Fe (BCSF), alertó acerca de altas probabilidades de precipitaciones y ambientes muy húmedos hasta el final del mes en curso, con registros pluviométricos importantes. Los mayores impactos en el sistema productivo se producirían en los departamentos del centro y sur.
A estas alturas de las circunstancias, es evidente que el tiempo apremia. Así lo acaba de reconocer el gobernador Miguel Lifschitz al elaborar una serie de medidas tendientes a enfrentar la emergencia hídrica. Quizá, por primera vez, un gobierno presenta un plan global en la materia y que incluye los aspectos productivos, de infraestructura, políticas de medio ambiente, medidas sanitarias y sociales.
El viernes de la semana próxima, en la ciudad de Rosario, se organizará una jornada de debate denominada “Santa Fe ante el desafío climático y productivo” . La idea es conformar un Consejo Provincial de Asuntos Hídricos, Ambientales y Productivos, y una comisión de expertos sobre estos temas, convocando a los especialistas más importantes de la provincia y del país para que realicen sus aportes destinados a mitigar el impacto generado por el cambio climático.
Pero eso no es todo. Además, quedaron definidas seis importantes obras hidráulicas regionales, se otorgarán créditos blandos al sector tambero. También se avanzará en un proyecto de ley sobre manejo de agua, otro para promover la plantación de árboles y un tercero que fije normas para el adecuado uso del suelo en la provincia.
Es cierto que se perdió demasiado tiempo en comprender la gravedad de la situación generada por el cambio climático y para actuar en consecuencia. Sin embargo, los recientes anuncios resultan alentadores frente a tantas cuentas pendientes y ante una realidad que apremia.