Por Juan José Sagardía
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Después de muchos años, como consecuencia de la política de derechos humanos, se instituyó el 24 de marzo como Día de la Memoria, por lo ocurrido después del golpe de Estado producido el 24 de marzo de 1976.
A principios de mes nos vimos inmersos en la inútil discusión acerca de si debería ser feriado inamovible o si se podía cambiar a un día previo o posterior al fin de semana más próximo. Pero lo que no discutimos es para qué recordamos uno de los tantos golpes de Estado que hemos tenido en el transcurso de nuestra historia, ya que todos fueron sangrientos.
Es dable recordar que la historia de los golpes de Estado en nuestro país comienza el 6 de septiembre de 1930 con el derrocamiento del presidente Hipólito Yrigoyen. Siguieron: el 4 de junio de 1943 al presidente Ramón S. Castillo, el 16 de septiembre de 1955 al presidente Juan Domingo Perón, el 29 de marzo de 1962 al presidente Arturo Frondizi, el 28 de junio de 1966 al presidente Arturo Illia y el 24 de marzo de 1976 a la presidente María Estela Martínez de Perón.
Todos fueron protagonizados por las fuerzas armadas y a partir del golpe de 1962, la CGT tuvo una participación activa en los que siguieron.
Más que el 24 de marzo
El golpe militar del 24 de marzo de 1976 es contemporáneo y al habérsele dado una impronta política, tomó una mayor relevancia, que hace notar los muertos y los abusos de los militares: Pero vale recordar que esto mismo sucedió en todos los golpes de Estado en manos militares. En todos se vulneraron los derechos humanos.
Qué oportuno sería a cuarenta años transcurridos, poner todas las cartas en la mesa y hablar de las dos partes que disputaron fuerzas desde 1976 en adelante. No fue una guerra declarada, y por eso mismo las acciones de ambas partes afectaron a los derechos humanos: murieron en circunstancias especiales jóvenes idealistas que luchaban por una patria distinta y murieron militares que defendían a la patria. Ambos sectores perpetraron ataques y la realidad nos dice que los jueces juzgaron y dictaron sentencia para un solo lado.
Los jueces son los responsables de curar la herida que se recuerda con el Día de la Memoria y por ello la memoria no debe ser parcial. Digamos la verdad sobre los errores que hemos cometido como Nación.
Desde el comienzo de nuestra historia como país, fueron muchas las oportunidades en las que vulneramos los derechos humanos. Desde la época de la conquista española e inglesa, los muertos se contaron por miles y se justificaron apostando a un futuro mejor. Con ese argumento se diezmaron poblaciones aborígenes, los despojaron de sus tierras, los explotaron, los esclavizaron, los corrieron de la Pampa húmeda hacia el sur, los obligamos a firmar tratados de paz y luego los exterminamos en la Campaña del Desierto. Llevada adelante por el Gral. Roca en el año 1879, ¿cuántos fueron los muertos? Dos, quince o treinta mil; lo cierto es que nadie los reclama. Siempre hubo silencio y lo sigue habiendo. En la misma línea podemos mencionar la masacre de la Patagonia Rebelde durante el gobierno de Yrigoyen; lo acontecido con nuestros jóvenes soldados que fueron enviados a defender Las Malvinas, sin ninguna preparación. Muchos murieron y los que regresaron fueron relegados durante muchos años. ¿De qué respeto a los derechos humanos hablamos?
Los derechos humanos hoy
¿Y si pensamos en la actualidad? No hablamos ni actuamos sobre los derechos humanos de los niños que viven en la indigencia, de los padres sin trabajo, de los que viven de la comida que rescatan de la basura, de los que no tienen agua, de los niños y maestros de las escuelas rurales, de los que no tienen futuro y se inclinan a la droga... todo esto en contraste con la opulencia de los nuevos ricos (políticos, jueces, funcionarios, farándula, técnicos y jugadores de fútbol), de la corrupción, la impunidad. Es hora de empezar a respetar los derechos humanos hoy. Dejar de hablar de la historia, dejar de discutir si fueron o no treinta mil los desaparecidos, para enfocarnos en la vulnerabilidad actual de grandes sectores de una sociedad en la que estamos todos involucrados.
Los derechos humanos se ejercen día a día. Los jueces, políticos, periodistas, deberían mirar a los niños, a los adultos mayores, a la educación. Hablen de los derechos humanos de los ciudadanos de a pie, que vivimos entre rejas asediados por la inseguridad. Cuando no te roban, te matan. Como gobiernos constitucionales tienen que velar por los derechos humanos de todos y junto a los jueces, hacer cumplir la Constitución.
Da la impresión que hablar del Día de la Memoria y seguir discutiendo con los familiares de las víctimas a nada conduce y cada vez se hace más evidente una grieta.
Un último interrogante, ¿será una estrategia de los anteriores gobernantes para revalorizar valores? Si es así, qué afrenta es al pueblo argentino.