Por Martín Lang (*)
Suecia es el país que menos efectivo usa en el mundo. Apenas un 2% de su economía se maneja con dinero en papel.
Por Martín Lang (*)
Télam
Ya está comprobado que el uso de efectivo fomenta a la economía informal y disminuye la transparencia. Esta práctica además resulta en una menor recaudación impositiva, un menor ingreso per cápita, y un mayor nivel de corrupción. Se estima que, en todo el mundo, se gastan 16 billones de dólares en efectivo al año en las economías en negro e informales, dinero que no puede ser gravado ni rastreado. Por contrapartida, la evolución hacia la banca electrónica y el uso cotidiano de tarjetas de débito y crédito para realizar pagos, genera beneficios reales y visibles. Hoy en día, los países del mundo se encuentran en un largo proceso para eliminar completamente de circulación el efectivo.
Ventajas
Entre las muchas ventajas que soportan esta decisión hay razones medioambientales (son innumerables los recursos naturales que se gastan a la hora de imprimir billetes, además de la contaminación que producen los camiones de caudales, por ejemplo); económicas (imprimir billetes y acuñar monedas, aunque suene raro, cuesta plata); y legales (fomenta la transparencia en las transacciones, la base para una economía en blanco), entre otras.
Veamos el ejemplo de Suecia: es el país que menos efectivo usa en el mundo. Apenas un 2% de su economía se maneja con dinero en papel, y el uso de tarjetas de créditos ha crecido un 1.026% en el transcurso de los últimos 15 años. La erradicación del efectivo es beneficiosa tanto para la cadena de retail como para el consumidor y es el vehículo para lograr la formalización de la economía y la inclusión financiera de toda la población.
Sin embargo, no basta con fomentar los pagos electrónicos, es igualmente importante crear todo un ecosistema financiero para llevar a cabo esta transición. Por ejemplo, se debe hacer un esfuerzo para formalizar las pequeñas y medianas empresas que son clave como motor económico, ya que su formalización tendría un impacto enorme en el desarrollo de todo el sistema financiero.
Una tarea de todos
Otro elemento a tener en cuenta es apoyar el desarrollo de la infraestructura tecnológica para que entidades, comercios y demás puedan recibir tarjetas y pagos electrónicos. En este sentido, la reciente oficialización de la medida de la Afip que establece la obligatoriedad del posnet en comercios y monotributistas es un paso necesario hacia la bancarización, formalización e inclusión financiera.
La formalización de la economía y el menor uso de efectivo es una tarea que nos compete a todos, gobiernos, empresas de medios de pago, emisores y comercios. Es cuestión de establecer los incentivos adecuados para que todos participen de esta cadena, creando un círculo virtuoso en la que es la sociedad en su conjunto la principal beneficiada.
Por otro lado, es fundamental para este proceso, la educación financiera para que la población pueda hacer un buen uso de todos los productos y servicios a su alcance. La inclusión financiera es una responsabilidad compartida con el sector público y el sector privado, y a través de sus productos y servicios innovadores trabaja día a día para que todos los individuos puedan gozar de éstos y otros beneficios.
(*) Country Manager de Mastercard en Argentina.