Danilo Chiapello
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La víctima tenía 20 años. Un disparo le destrozó el hígado. Murió en el hospital Cullen.
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“Los pibes estaban charlando en la esquina. Pero de golpe se escuchó un tiro. Y enseguida tres tiros más. El muchacho alcanzó a cruzar la avenida, aunque ya se venía ‘tambaleando’. Con sus manos se agarraba la zona del abdomen”, dice el vecino todavía afectado por lo que sucedió anoche en el barrio.
Eran cerca de las 20 cuando Emilio Matías Osman (20) llegó caminando hasta la esquina de Av. Peñaloza y Ángel Cassanello. Estaba tranquilo y despreocupado. A fin de cuentas estaba en un lugar que conocía al detalle.
No se sabe aún si Emilio fue al encuentro de dos jóvenes o si éstos lo interceptaron. Lo único que quedó claro es que fue una cita con la muerte.
* La calle estaba repleta de gente y los negocios en su mayoría abiertos. De repente se escuchó un disparo. Y enseguida otras tres detonaciones. Todos vieron cómo Emilio cruzó a duras penas la avenida y llegó hasta la vereda oeste. Tenía la mirada extraviada. Con las pocas fuerzas que le quedaban se tomaba el vientre. A todo esto, sus agresores desaparecieron del lugar.
Un buen vecino fue al encuentro del joven baleado. Intentó pedir auxilio, pero en el acto comprendió que nadie se iba a sumar a su empresa. Entonces, como pudo, cargó al herido en su moto y salió rumbo al hospital.
* “Alcancé a recorrer dos cuadras nomás, porque el chico se me caía. El no tenía fuerzas para sostenerse... era como llevar una bolsa”, dijo hoy en diálogo con El Litoral.
Agonía y muerte
En medio del drama apareció un patrullero de la seccional 9a. que recorría la zona. La escena no pasó inadvertida para los ocupantes del móvil que detuvieron la marcha y tomaron cartas en el asunto. Sin más subieron al infortunado al coche y procedieron al traslado.
Emilio llegó al hospital Cullen en estado crítico. Los médicos que lo asistieron diagnosticaron herida de arma de fuego en abdomen, lado izquierdo. Tras las intervenciones de rigor, quedó alojado en la Unidad de Terapia Intensiva (UTI).
Según se supo el proyectil que impactó en Emilio le había destrozado el hígado, además de interesarle otros órganos vitales. Su suerte estaba echada. Finalmente, minutos antes de la 1, sobrevino su fallecimiento.
“No fue un robo”
Ramona Palavecino es la madre de Emilio. Sus piernas apenas la sostienen de semejante dolor. Por eso esta mañana estaba rodeada por amigos y familiares en la misma casa de Villa Hipódromo, donde nació y crió a su malogrado hijo.
* “Tengo en claro que esto no fue un robo. El tenía su billetera y otras pertenencias. ¿Entonces qué pasó? Tengo que pensar que fue otra cosa. Acá siempre hay alguna bronca dando vueltas”, dijo a El Litoral.
Recordó que su hijo, al que apodaban “Salchicha” (porque era alto y flaco), trabajaba los viernes en el boliche BVip, de calle Gorriti, atendiendo en la barra de tragos. Y durante la semana se ganaba unos pesos en una parrilla de la zona norte.
“Por si fuese poco -agregó- cuando tenía unas horas libres ayudaba a unos colombianos que viven en Villa Hipódromo y que son restauradores de muebles”.