Prof. Carlos Eduardo Pauli (*)
Prof. Carlos Eduardo Pauli (*)
Ante un nuevo ciclo lectivo, conviene rastrear en nuestra historia. Allí nos encontramos con dos formidables educadores, Manuel Belgrano y Fray Francisco de Paula Castañeda. Los dos concebían la educación como utopía. El entonces cardenal Bergoglio nos decía en 2003: “La utopía es una forma que la esperanza toma en una concreta situación histórica, propone lo nuevo, sin liberarse nunca de lo actual, por eso utopía no es pura fantasía, también es crítica de la realidad y búsqueda de nuevos caminos”.
Como sabemos, Belgrano estudió leyes en las mejores universidades de su época, Salamanca, Madrid y Valladolid. Pero cuando llega a Buenos Aires, en 1794, es nombrado secretario perpetuo del Real Consulado (cargo que equivalía a lo que hoy sería un ministro de Hacienda) y se encuentra con un panorama desalentador. Sus ideales de progreso chocaban con las mentalidades y los intereses de los sectores acomodados de Buenos Aires, comerciantes que se beneficiaban con el monopolio y el contrabando. En su autobiografía afirma: “Conocí que nada se haría a favor de las provincias por unos hombres que por sus intereses particulares posponían los del bien común...”.
¿Cómo cambiar una realidad esclerotizada?
Lejos de desalentarse, nos dice: “Me propuse al menos echar las semillas que algún día fuesen capaces de dar frutos”. ¿Cuáles eran estas semillas? Nos responde: “Fundar escuelas es sembrar en las almas”. El espíritu revolucionario de Belgrano descubrió rápidamente que lo nuevo, lo que podría llegar a ser capaz de modificar una realidad estática y esclerotizada, vendría por el lado de la educación”. Belgrano además de idealista, era perseverante, no se dejaba vencer fácilmente, a pesar de su carácter moderado y conciliador. De allí que insista en la fundación de escuelas técnicas, de agricultura, matemática, dibujo y náutica. Abrigaba la convicción de que, “un pueblo culto nunca puede ser esclavizado”. Escuelas gratuitas, integración de la mujer a la educación, en suma promover la dignidad de la persona.
Castañeda, heredero de Belgrano
Cuando este fraile valeroso y combativo, inaugura su Academia, en 1815, precisamente en el Consulado, nos cuenta, “tengo en mi poder un retrato iluminado del Gral. Belgrano, dibujado por un joven de mi antigua Academia y desde ahora lo cedo para que este general fundador de escuelas, presida el nuevo establecimiento”.
Años más tarde, cansado de las luchas en Buenos Aires con los gestores de la llamada Reforma Religiosa, Castañeda también se dedicó a sembrar las semillas a las que aludía Belgrano. Esas semillas florecieron en la escuela que creó en 1823 en el entonces bravío Rincón de Antón Martín, hoy ciudad de Rincón, escuela que no sólo educó a los niños y jóvenes rinconeros, ya que también llegaban de la Bajada del Paraná. Allí se enseñaba desde las primeras letras, hasta la Gramática, Latín, Humanidades y Retórica. Orgulloso, le escribe al Brigadier en 1825: “Las artes mecánicas también se enseñan en mi escuela, para cuyo efecto tengo en ejercicio una carpintería, una herrería, una relojería y escuela de pintura”. La admiración que Castañeda sentía por Belgrano se tradujo en una realidad concreta, la primera escuela técnica de la Argentina. La comunidad rinconera festejó en 1923 el centenario de la escuela con un nutrido programa de actos. El diario Nueva Epoca lo reflejó con detalles, en un folleto anexo a la edición de ese día.
Merecen destacarse los conceptos del Dr. Julio Busaniche, miembro del Superior Tribunal, quien hizo gala de su vena literaria. Para destacar la importancia del acto señala un antes y un después, cuando dice: “Hasta hace pocos años no teníamos laureles sino para los grandes capitanes o para los héroes de la guerra, parecía que el sentimiento argentino se había detenido estático en la contemplación de la hora inicial, la independencia política...Antes éramos el alma del guerrero, ahora somos ya de firme el alma del ciudadano”. Como síntesis concluye: “Él levantó un templo cristiano, él fundó una escuela argentina, la primera de Artes y Oficios que tuvo la República Argentina, pero de esto hace cien años, la patria era un caos, no había maestros por haber soldados, las banderas no se aquietaban jamás como en las horas presentes”. Hasta acá la conmemoración de aquellos rinconeros de 1923. Amable lector; ¿No cree Ud. que si fuésemos cordobeses ya hubiésemos declarado a San José del Rincón Capital Nacional de la Enseñanza Técnica? Pero somos santafesinos...
La utopía de hoy
Las semillas que Castañeda sembrara en aquel lejano 1823, siguen dando frutos. Hoy, la Fundación Manos Abiertas desarrolla en Alto Verde su acción educativa. Lo hace a través de la Escuela Papa Francisco, donde a partir de este año, en sus aulas también los jóvenes del barrio podrán cursar las materias del Profesorado para la Enseñanza Primaria, mediante un convenio con el Instituto de Formación Docente Fray Francisco de Paula Castañeda.
(*) Miembro de número de la Junta Provincial de Estudios Históricos de Santa Fe.