Jorge Horacio Gentile (*)
Jorge Horacio Gentile (*)
El 2017, como todos los años impares, está signado por las elecciones, y todo lo que se hace en política está en función de ganarlas. Por ser este año sólo legislativas no cambiará el gobierno y muy poco las mayorías parlamentarias, pero se pondrán en carrera quienes aspiran a las presidenciales de 2019. La táctica del gobierno, asesorado por Jaime Durán Barba, es tensar la relación amigo-enemigo, propia de toda disputa el poder, pero, en este caso, en vez de confrontar proyectos o programas políticos se crea una falsa opción: Macri versus Cristina, apoyar al gobierno o volver al kirchnerismo, el pasado contra el presente, volver a la “grieta”. Por eso, poco o nada importa qué hacer con el trabajo, la educación, la seguridad, el cambio climático, etcétera. El Congreso casi no funciona, la economía está en veremos, la seguridad es preocupante, la educación está a la deriva, las calles cortadas, la Justicia sigue ineficaz y llena de vacantes, y la Corte Suprema es el árbitro final de conflictos que nadie resuelve (ejemplos: tarifas del gas, Milagro Sala).
Revertir el empleo cero
Pero, entonces, ¿qué hacer con los graves problemas que nos aquejan? Lo primero es centrar el debate político en la solución de los mismos, y no en quién o quiénes serán candidatos en el año 2019. Enfocarnos en el futuro -que es por de más incierto- y terminar con las falsas opciones como: volver a Cristina o ponerla presa, sostenerlo a Macri o subirlo al helicóptero, acentuar la ceocracia o la militancia camporista o piquetera.
De lograrse esto, habría que priorizar las cuestiones a resolver, que son muchas y muy complejas, y casi ninguna será solucionada antes de estos comicios, ni de los de 2019, como es, por caso, el de la educación.
El trabajo se muestra como el tema que más angustia a los argentinos y al mundo, ya que las nuevas tecnologías, aplicadas en los sectores privado y público, parecen encaminadas al empleo cero. Trabajar hoy y mañana, no es lo mismo que veníamos haciendo hasta ahora. Los robots, la informática, la electrónica y el mundo digital nos obligan a pensar hoy y preparar a las nuevas generaciones para la innovación, la creatividad y el uso de nuevos instrumentos, que ya existen y que variarán o serán reemplazados por otros en poco tiempo, que nos permitirán gestar nuevos emprendimientos.
El trabajo decente, junto a la vida y la libertad, son bienes que toda persona debe ejercitar para vivir con dignidad. Sin valores la vida en sociedad carece de sentido.
El trabajo, que recordamos el 1º de Mayo, es lo que más se discute en las últimas campañas electorales de distintos países. Donald Trump triunfó en EE.UU., con un florido discurso que denunciaba la baja del empleo, la reducción de los salarios, los altos costos de los servicios (como los de la medicina y la educación). Por eso les dijo a los americanos “basta de inmigrantes que les quitan sus trabajos”; propuso revertir el tratado del Nafta que trasladó fábricas a México o Canadá -y propuso repatriarlas, junto a las que se fueron a China-; cuestionó el Tratado del Cambio Climático de París de 2016 porque haría cerrar empresas que contaminan el ambiente; propuso crear fuentes de trabajo a través de obras de infraestructura y en las Fuerzas Armadas. Su lema “Haz América grande de nuevo” (Make America Great Again) ponía en primer lugar al empleo y relegaba a un segundo plano otras cuestiones como la política internacional. Si lo propuesto para solucionar esto es acertado, está por verse. Los discursos de las campañas electorales de este año en Europa y América siguen la misma línea.
Terminar en Argentina con la pobreza, la corrupción y el narcotráfico; traer inversores, equilibrar las finanzas públicas, terminar con la inflación y la economía en negro, descentralizar, mejorar la educación, reemplazar el empleo público por el privado, alivianar la presión fiscal, mejorar la infraestructura, terminar con el festival de los subsidios, reforzar la seguridad y cuidar el ambiente son propósitos que hay que atender para que todos tengan un trabajo, bien remunerado, que les dé sentido a sus vidas y que les permita realizarse como personas.
Si este vuelco se diera, ¿cómo cambiaría la visión que todos tenemos de la política? Hasta nos despertaría ganas de participar.
(*) Profesor emérito de las UNC y UCC; fue diputado de la Nación