El Litoral
Hace casi 40 años, Colón le ganaba por única vez a Temperley en Primera División.
El Litoral
Fue la trigésimo segunda fecha del torneo Metropolitano de 1977. Han pasado casi 40 años y se lo recordará porque fue un partido en el que se dio uno de los pocos goles que marcó uno de los mejores laterales que tuvo Colón en su historia: “el Bambi” Aráoz. Esa tarde del 3 de octubre, Colón le ganó a Temperley por única vez en la A, en el sur, por 2 a 1.
Era muy buena la campaña del equipo del “Vasco” Urriolabeitia, que estaba sexto en la tabla de posiciones. El partido tuvo su cuota de emoción. Aráoz abrió la cuenta a los 35 minutos del primer tiempo, empató De Marta en el segundo tiempo (iban 16 minutos) y faltando dos minutos para el final, llegó el gol de Aricó, empujando la pelota luego de una gran maniobra de “la Chiva” Di Meola y una infracción adentro del área del Mono Guibaudo, que el árbitro dejó seguir y terminó en gol.
“Colón: guapeza y parte de su fútbol para el triunfo”, fue el título de El Litoral en la cobertura del partido. El gol del “Bambi” fue una maniobra ensayada en la semana. Colón tenía grandes ejecutantes de tiros libres en ese equipo, como Roldán, Daniel Vicente Aricó y los talentosos Villarruel y Di Meola. El tiro libre lo ejecutó Aricó, quien amagó rematar al arco y tocó suavemente por arriba de la barrera para la entrada de Aráoz por el costado derecha, quien remató al arco y dejó sin chances a Guibaudo.
En Temperley jugaban, además de Guibaudo, jugadores con nombres muy conocidos, como el caso de Luis Belvedere (hoy representante de jugadores), García Sangenis (venía de Racing), Di Bastiano, Biondi y De Marta, entre otros.
Esa tarde, Colón formó con Andrada; Aráoz, Di Plácido, Zimmermann y Fernández; Villarruel, Roldán y Di Meola; “Lalo” Vega, Jorge López y Aricó. Luego entraron el desaparecido Martín Rico por el ex presidente Vega y Ángel José Leroyer por su amigo, Hugo Villarruel. El técnico de Temperley era Roberto Ithurrieta y el arquero suplente, Antonio Mércuri, quien años más tarde, allá por 1984, vino a Santa Fe para defender el arco sabalero.
Aquel plantel de Temperley todavía estaba golpeado por lo ocurrido en el verano del año anterior. A principios de año, Temperley, de buen Nacional de 1975, había sido invitado junto con Talleres de Córdoba (que tenía un equipazo) a una gira por Africa. Temperley jugó cuatro partidos. Los dos primeros fueron amistosos independientes: perdió 2-1 ante CS Imana y 4-1 contra la selección de Zaire, que dos años atrás había jugado el Mundial de Alemania. Los últimos dos fueron por el cuadrangular Copa de Zaire: volvió a perder, esta vez 3-2 contra Talleres, y rescató un empate 2-2 contra AS Vita máximo ganador de la liga de su país, y campeón en 1973 de la Copa Africana de Clubes. Hasta ahí todo normal dentro de la anormalidad: lo inusitado de una aventura en la selva. Ya de vuelta en un país que se incendiaba faltaban semanas para el golpe de Estado del 24 de marzo, Suárez -jugador de Temperley- aprovechó para descansar con su familia en Mar del Plata. Más que vacaciones, fueron un recreo: a los tres días, el Negro se reincorporó a los entrenamientos de Temperley. El Metropolitano 76 arrancaría el domingo 15 de febrero. Pero en el entrenamiento previo al debut, el viernes 13, Suárez no apareció. Había comenzado su agonía. Contrajo paludismo y murió.