Juan Ignacio Novak
Juan Ignacio Novak
Desde ciertas posturas intelectualoides, desde las que se suele mirar con recelo los fenómenos populares, se opinó en las últimas horas que Roger Moore, quien falleció ayer a los 89 años, era un mal actor. Es cierto que no tenía la variedad de registros de Marlon Brando o el aplomo de Humphrey Bogart, pero tenía un mérito: fue capaz de utilizar su carisma, mezclarlo con un encanto británico algo nostálgico y hacer de esa limitació interpretativa una seductora fortaleza.
Es posible que para Moore asumir, en 1973, el desafío de ponerle la cara y el cuerpo a James Bond haya sido el equivalente a cargar una mochila pesada. Es que la personalidad que le había otorgado al personaje Sean Connery (el paso de George Lazenby fue demasiado efímero para cuantificarlo), parecía insuperable. Pero Moore eludió las comparaciones con estilo y “Vivir y dejar morir”, de Guy Hamilton, que marcó su primer contacto con el agente 007, resultó entretenida y un buen compendio de los elementos del “universo Bond”: bellas mujeres, autos de lujo, mucha acción, villanos megalómanos y algún eco de la Guerra Fría.
Hasta 1985, cuando intervino en la floja “En la mira de los asesinos”, Moore encarnó siete veces al personaje creado por Ian Fleming. La mejor fue “El hombre del revólver de oro” de 1974. No sólo por la presencia de Moore, sino porque su pétrea interpretación genera un contraste memorable con el malo de la película, Scaramanga, que hace Christopher Lee, a quien eso de hacer de villano le salía muy bien. No es casual que Francisco Marinero, crítico español, la haya considerado como “una de la mejores entregas de la serie de James Bond”.
Para la historia
Ser Bond tiene sus riesgos, en la ficción y en la vida real. Los del espía, los espectadores los vieron en la pantalla grande, cada vez que quedó al filo de la cornisa. Los del actor, en el potencial encasillamiento. Moore lo tenía claro y en una entrevista concedida a la agencia Reuters (citada por el diario El País de España) aseguró: “Me encantaría ser recordado como uno de los mejores Rey Lear o Hamlet de la historia. Pero, ya que no va a ocurrir, estoy bastante contento de haber sido Bond”. Los cinéfilos también.