Emerio Agretti
Un traspié bajó al gobernador del escenario pre-electoral. Las sombras de las luces del Puente Colgante. ¿Rebelión de fiscales?
Emerio Agretti
La salud de los mandatarios es un tema recurrente en la agenda mediática y, como tal, constitutivo de la agenda con que se provee a la opinión pública. Es también materia de frecuentes y profusos análisis -no solo en titulares y columnas de opinión, sino también en libros y programas especiales-, a tal punto que bien podría ser considerada una especialización de la medicina, o una vertiente de la politología. Máxime cuando la reserva con que se trata suele alentar especulaciones y teorías conspirativas a distintas escalas.
En este sentido, la lesión del gobernador Miguel Lifschitz conocida -que no producida- esta semana, participa de algunos de los patrones que rigen estos casos, aunque afortunadamente sin aparentes motivos de mayor preocupación. Versiones encontradas por un primer diagnóstico equivocado (no fue esguince, sino rotura del tendón de Aquiles), escasa información oficial sobre los pormenores de la intervención, y obligado retiro del mandatario de la exposición pública, se producen justo en el momento en que arrecian las definiciones partidarias y empieza a bramar la campaña. Y le interrumpe, a la vez, el ritmo frenético con que encaró desde el primer día su gestión.
En tanto, la presión también se hace sentir sobre el más vulnerable punto de equilibrio del gobierno provincial (en este caso, si se permite el algo torpe juego de palabras, su verdadero talón de Aquiles): la subsistencia de la alianza con el radicalismo, desguarecida ante las inclemencias del cronograma electoral.
La temporaria retracción del gobernador lo obligó a ceder al intendente José Corral el escenario que, por uno u otro motivo y según el mismo lo reconoció a este medio, suele ser motivo de disputas y discretos empellones. Lo que no quita que el intendente santafesino también se sienta lesionado por lo que interpreta como una falta del apoyo que hubiese esperado de sus socios de lista. En ese sentido, las luces que encendieron la inauguración del Puente Colgante, también proyectaron algunas sombras, que se advirtieron en algunos semblantes.
En tanto, los traumatismos se reproducen en otros ámbitos del poder. Esta semana, El Litoral dio a conocer el planteo formulado por un grupo de fiscales y defensores contra el Procurador de la Corte. Una nota que presentaron ante el Alto Tribunal, y en cuyos términos -y al margen de la valoración de ciertos supuestos episodios puntuales- se adivinan tensiones no resueltas entre distintas interpretaciones de las responsabilidades funcionales, de las metodologías de trabajo, y de los modos en que se conduce la relación entre superior y subordinados. Cuestiones de fondo y de forma que confluyen para configurar una situación inédita, que coloca a la Corte ante un dilema, ya que no cuenta con los remedios que se le reclama para atender la emergencia. A pesar de que exista acabada conciencia de que, conforme la manera en que evolucione, inevitablemente habrá heridos.