Redacción de El Litoral
Se estrena “La fragilidad de los cuerpos”, miniserie de ocho capítulos basada en la primera entrega de la saga de Verónica Rosenthal, creada por Sergio Olguín. Eva de Dominici interpreta a la aguerrida periodista, secundada por Germán Palacios, Juan Manuel Gil Navarro y gran elenco.
Redacción de El Litoral
El martes pasado, en la Mansión del Hotel Four Seasons, se realizó la presentación de “La fragilidad de los cuerpos”, miniserie de ocho capítulos producida por El Trece, TNT, Cablevisión y Pol-ka y protagonizada por Eva de Dominici y Germán Palacios. Debutará en El Trece el miércoles 7 de junio a las 22.30. Los clientes de Cablevisión podrán vivir en exclusiva la temporada completa bajo demanda una vez finalizada la emisión del primer capítulo en El Trece, a través de todos los dispositivos en Cablevisión Flow y en el Canal 1 del servicio HD. TNT emitirá a partir del jueves 8 de junio a las 22 cada capítulo en diferido, el día posterior a su estreno en el Trece, además de poder dispononerlo en TNTGo y transmitirlo de forma panregional.
El elenco de primeras figuras lo completan Juan Manuel Gil Navarro, Gustavo Garzón, Enrique Piñeyro, Marcelo Subiotto y Diego Faturos, entre otros. El libro es de Marcos Osorio Vidal (basado en la novela “La fragilidad de los cuerpos”, de Sergio Olguín) y la dirección corre por cuenta de Miguel Cohan.
Adrián Suar manifestó su gran orgullo por este nuevo proyecto conjunto: “Después de la experiencia de ‘Signos’, que fue realmente muy buena, apostamos una vez más junto con Turner y, en este caso, también con Cablevisión a continuar en el camino de la producción de contenidos de alta calidad para la TV local, para toda Latinoamérica y con la posibilidad de que sean accesibles para diferentes plataformas. ‘La fragilidad de los cuerpos’ es un gran producto, con magníficos actores al frente y una historia potente que seguramente los va a cautivar”.
La historia
La noticia del suicidio de un maquinista de tren llega a la redacción de Nuestro Tiempo y cae en manos de Verónica Rosenthal (De Dominici), una joven periodista con carácter fuerte y firmeza en sus convicciones.
Comienza entonces una exhaustiva investigación y lo que al principio parece ser la muerte de alguien que no puede lidiar con su propia conciencia, de a poco se va transformando en algo mucho más oscuro y siniestro, que trasciende la historia de un simple maquinista abrumado por la culpa.
Verónica, cada vez más comprometida con el caso, conocerá a Lucio Valrossa (Palacios), otro maquinista que la ayudará a revelar algunos de los misterios y con el que además mantendrá una relación clandestina, marcada por un sexo sin inhibiciones ni tabúes.
De esta manera, Verónica y su amante transitarán un peligroso camino en busca de la verdad, poniendo en riesgo sus vidas frente a un sistema tan poderoso y corrupto como siniestro y morboso.
La saga continúa
“La fragilidad de los cuerpos” es la primera historia de una saga que protagoniza Verónica Rosenthal, periodista de raza, apasionada defensora de la justicia, investigadora sagaz; una heroína actual que no para de asumir riegos tanto en su trabajo como en sus relaciones amorosas. Después de esta novela, Sergio Olguín escribió dos libros en los que Verónica deberá resolver nuevos casos: “Las extranjeras” y “No hay amores felices”, publicadas por la editorial Penguin Random House bajo el sello Suma de Letras.
En “Las extranjeras” dos jóvenes, Petra y Frida, son asesinadas al término de una fiesta en una casa de la alta sociedad tucumana, en Yacanto del Valle. Sus cuerpos aparecen tirados en el campo con signos de violencia y ataque sexual. Verónica Rosenthal nunca pensó que su aventura por el noroeste argentino terminaría con sus amigas muertas y, a pesar de la Policía y la Justicia locales, está decidida a encontrar a los culpables.
Gracias a su talento periodístico y a la inesperada ayuda de personas entrañables, Verónica se adentra en un peligroso juego de responsabilidades del que ella quizá también forme parte. Y en medio de tanta muerte, el amor y el deseo regresan al cuerpo de Verónica después de un período oscuro de su vida. “Las extranjeras” es un policial de ritmo alucinante, pero también una historia romántica cargada de erotismo y la crónica de costumbres de un pueblo donde reina la impunidad y donde el asesinato de mujeres forma parte de su vida cotidiana.
En tanto, en “No hay amores felices”, Verónica vive acosada por las pesadillas del pasado y prácticamente ha abandonado su pasión por el periodismo. Darío acaba de perder a su familia en un accidente, pero está convencido de que su hija sobrevivió y se encuentra en algún lado. Federico asiste como fiscal a un operativo policial de Drogas Peligrosas, aunque en lugar de cocaína hallan cuerpos mutilados. Estas tres historias se entrelazan en una sola en la que la valiente redactora deberá investigar y enfrentar a varias organizaciones criminales para sacar a la luz la verdad.
En el camino, abandona su casa, conoce a dos jóvenes veinteañeros desprejuiciados y encantadores, se hace amiga de una ex monja que toma tanto alcohol como ella, logra hackearle la cuenta de correo a su ex novio Federico, y se infiltra en una orden religiosa persiguiendo la pista de una red de adopciones ilegales y de tráfico de cadáveres. No hay amores felices es un policial vertiginoso que desnuda la trama de complicidades entre políticos, médicos y religiosos. Y es al mismo tiempo una historia sobre las posibilidades del amor, en la que no faltan los celos, el erotismo, el humor y el quizá demasiado breve instante de felicidad.
Análisis
Verónica Rosenthal camina entre nosotros
Ignacio Andrés Amarillo
Para el lector atento, Verónica Rosenthal tiene un linaje identificable, y no se trata precisamente del de Aarón Rosenthal (su padre abogado dentro de su universo ficcional). Se trata del vínculo que tiene con las dos sagas más célebres del denominado “policial sueco”: la “Trilogía Millennium”, forjada por el extinto Stieg Larsson (continuada en un cuarto volumen por David Lagercrantz, otro autor que despunta en el horizonte) y la pentalogía de Rebecka Martinsson, creación de Åsa Larsson.
La obra de Sergio Olguín comparte con estas sagas algunos puntos en común, empezando por mujeres intensas y resueltas, como Lisbeth Salander y la propia Rebecka, respectivamente. Enfrentadas a tramas criminales de larga data, en ocasiones cruzando sus propias historias, y con un concepto de reparación o justicia, no siempre en el marco del Código Penal.
Con “Millennium”, comparte el universo periodístico: la ética arriesgada de Mikael Blomkvist, la investigación en el contexto de las revistas (Millenium/Nuestro Tiempo) bajo la atenta tutela de una editora estricta (Erika Berger/Patricia Beltrán). También podemos reconocer en la liberalidad sexual de Verónica la de una Lisbeth que no conoce condicionamientos. Pero también en la chica Rosenthal concurren las ordalías que padece Rebecka Martinsson, y las idas y vueltas amorosas con un abogado (Måns Wenngren/Federico Córdova).
Al uso nostro
Lo novedoso de la saga de Olguín es que, precisamente, no es un autor sueco, ni su universo tampoco. Para los Larsson (que no son parientes entre sí), aunque el mundo no sea blanco y negro sino gris y negro (los buenos no son tan buenos, pero los malos son claramente identificables) el sistema en el fondo funciona: por encima de un corrupto tiene que haber alguien honesto, o en última instancia un tribunal que lo juzgue.
El chiste era pensar que aquellas largas novelas en la Argentina durarían 15 páginas, con los protagonistas muriendo a manos de cómplices de rangos superiores. Eso es lo que logra Olguín: ese sabor de “policial sueco” pero enfrentando a policías y punteros bonaerenses, obispos católicos, elites de provincias del norte, vieja mano de obra de la última dictadura y la consabida suciedad del aparato judicial.
Por eso queremos a Verónica: porque con su manera algo arrebatada de meterse en los temas viene a enfrentarse con el establishment de la Argentina, para ganarle (si no la guerra) al menos alguna escaramuza. Los lectores, y ahora televidentes, la vemos como su portero Marcelo: inaccesible en su mundo de amantes, cigarrillos, Atlanta y Jim Beam. Larga vida entonces a Verónica Rosenthal.