Enrique Cruz (h)
Enrique Cruz (h)
Con 38 años, parece eterno. Uno lo ve correr y hasta parece que no puede llegar nunca. Sin embargo, se le anima a un pibe que podría ser su hijo, a correrlo por un costado para sacarle la pelota, cuando Domínguez decidió dejarlo solo para que marque en el medio y terminó jugando el partido con tres “9” y dos volantes por los costados con alma de delanteros, como Silva y Bernardi.
En este fútbol de tanta rigurosidad física, casi me animo a decir que es un fútbol en el que, lamentablemente, lo físico ya ocupa un lugar exagerado frente a la técnica y la táctica, “el Polaco” va en contra de todo y de todos los pronósticos. Es hasta antinatural. A cualquier otro jugador, se le habría firmado la jubilación. Pero a cualquiera..., hasta el más talentoso y encumbrado.
Es un ejemplo “el Polaco”. Pero ejemplo de verdad. De ésos para que los chicos de inferiores, los que sueñan con grandes actuaciones, grandes logros y grandes sueldos (¿por qué no?), sepan que el camino es el que eligió este tipo que a los 38 años se sigue matando adentro de una cancha, corriendo como ninguno, sin importarle lo que diga el documento.
Colón tiene que “adueñarse” de Bastía. Si tiene ganas de seguir jugando, que siga jugando. No será un premio, sino un aporte inestimable para mantener la jerarquía del plantel. Verlo en la Sudamericana con 39 años, sería un hermoso broche para su carrera. Y cuando el viejo guerrero polaco decida dejar los cortos, que siga viajando todos los días desde Serodino para entrenar y para aportar toda su experiencia a esos chicos que lo deben ver como un ejemplo. De esos que no abundan en un fútbol lleno de mezquindades y de muchos que son muy buenos con la pelota, pero muy pequeños para pensar y actuar.